Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones. Mostrar todas las entradas

¿Por qué lo hacemos?


Hace unas semanas despertábamos con la noticia del lanzamiento del cohete de la India en su intento por alcanzar la Luna en septiembre. Así, India se convertiría en uno de los pocos países (solo han llegado Estados Unidos, la URSS, China y Japón) en repetir la hazaña de llegar a la Luna (ya lo hizo con el Chandrayaan-1 en 2008).

Me llamó la atención el enorme contraste de una misión espacial de este calibre, con la realidad que viven - y padecen - las gentes de la India. Esta misma mañana la cadena RT emitía un documental sobre la vida de las mujeres indias. Muchísimas ancianas tienen que alojarse en centros de acogida en condiciones penosas, en instituciones de caridad, porque cuando se quedan viudas sus hijos las echan de casa. La mayoría de las mujeres indias no pueden elegir con quién casarse, es el hombre quien decide y escoge mujer. Por eso, no es extraño que en numerosas ocasiones las parejas aborten cuando constatan que están esperando el nacimiento de una niña.

Lo difícil que es ser duradero


Me considero una persona que cuida bastante de las cosas. Eso quiere decir que busca los objetos bien construidos y de calidad. No tienen por qué ser de marca ni caros, aunque últimamente, por desgracia, hay pocas alternativas de este tipo fuera de los artículos elitistas. Hay objetos baratos, pero muy malos, y hay objetos con calidad, pero muy caros. Se ha perdido en gran medida el término medio: objetos bien hechos, y competitivos en precio. Lo que conocemos como "prime".

No es que me guste estar apegado a los objetos, me gusta cambiar y experimentar cosas nuevas, como todos, pero si encuentro algo que pueda usar y que a la vez me pueda servir durante largos años, lo aprecio.

El sonido de un reloj


Por las mañanas cuando voy a la Iglesia se suele sentar delante de mí un anciano, de pelo cano y que sigue la Santa Misa en silencio. Al principio notaba que, cuando él se arrodillaba al llegar, emergía un sonido muy característico e inconfundible, proveniente de su muñeca: el tic-tac de un reloj de cuerda. Debe ser por nuestra posición, que dirige el sonido directamente a mis oídos, porque cuando se sienta el anciano ya no se escucha. Nunca solía agradarme el sonido de la maquinaria de esos relojes, pero admito que en esos momentos me resulta sumamente agradable, como si escucharas una voz familiar. Aún así, prefiero ese constante "tic-tac" que el "tuk...., tuk...," anodino e imprevisible de las agujas de los analógicos de cuarzo. Al ser casi constante, el tic-tac es más "digerible".

Ya apenas se escucha hoy ese mecánico sonido, es uno más de los que están desapareciendo, y ha sido sustituido por el estridente y soporífero sonido de las tonos de llamadas de los smartphones que nos sobresaltan por todas partes.

El interrogante ruso


Sí, ya sabemos que es un país, pero uno no tiene muy claro qué tipo de régimen político posee. Desde que llegara al poder el ex-espía del KGB Vladimir Putin, nadie ha podido sacarle de él. De facto Rusia funciona como una dictadura, una forma de "comunismo-capitalista" tras el estrepitoso fracaso del comunismo y la necesidad de entrada de divisas. O dicho de otra forma: comunismo para el pueblo (que sufre una gran pobreza), capitalismo para la clase dirigente (que se sumerge en la opulencia). Tal vez es ahí a donde el comunismo realmente quería llegar y a donde lleva, se puede ver en China, Cuba y en Corea del Norte, todos regímenes "comunistas" donde los dirigentes explotan a las clases obreras, que viven esclavizadas y sin apenas derechos.

Por eso llama mucho la atención que un país como Rusia, en donde la población civil sufre enormes carencias y un gran número de sus ciudadanos vive en la pobreza, el gobierno se permita el lujo de presentar lo que -según ellos- es el armamento más avanzado y sofisticado del mundo.

Los problemas de las bicicletas eléctricas


Tras el "boom" de las bicicletas eléctricas o/y de asistencia eléctrica de hace unos años, ahora cada vez veo menos bicicletas de ese tipo. Me pregunto qué ocurre, y no creo que sea solamente que las baterías se estén "cayendo" y que sus compradores empiecen a descubrir que te cuesta tanto la batería como la bici entera (que también), sino que, sobre todo, pienso que sus usuarios nunca fueron auténticamente ciclistas. O la mayoría realmente no amaba la bici.

Por regla general, quien adquiere una bicicleta eléctrica es porque odia pedalear, o no puede hacerlo al mismo ritmo de su juventud. En lugar de ir más tranquilo, o adquirir una bicicleta "de paseo", siguen en sus trece con esos "armatostes" de rueda de 29", pero ahora con la ayuda de un motor eléctrico. No tardan en darse cuenta, entonces, que tienen que pedalear igualmente, a no ser que corran el riesgo de que la bicicleta les deje colgados en el momento más inoportuno (en mitad de una subida empinada, por ejemplo), con lo cual al peso de la bici, tienen que sumar entonces el de todo el sistema eléctrico. En el mejor de los casos pon del orden de 22-24 kilos. Una barbaridad.

Un mundo sin relojes... Ni relojeros


Siempre uso zapatillas, pero en una ocasión decidí cambiarme a unos náuticos. Al principio me resultaban tan incómodos, duros y molestos, que los dejé abandonados en un rincón. Muchos meses después volví a ellos, me costó algunos días adaptarme, pero tras algunos paseos molestos y unas pocas heridas en los pies, el cuero acabó adoptando la forma de mi pie hasta conseguir transformarlos en un calzado tan cómodo como un guante. Tal es así que, para mi sorpresa, los usé hasta que no pudieron dar más de sí y rompieron por todos lados.

Algo parecido ocurre con la relojería. Si observas un poco, te darás cuenta de que cada vez más gente mayor, ancianos incluso, han sustituido los relojes convencionales por las bandas o pulseras deportivas ("smartband"). Tras una primera más o menos dura o larga adaptación, no pueden desprenderse de ellas: les informan de su ritmo cardiaco, sus movimientos diarios, incluso de lo bien (o mal) que han pasado la noche. Por supuesto también tienen hora y calendario.

Quince días con un reloj mecánico (impresiones)


Hace tiempo que sé que los relojes de cuarzo pueden complicarte bastante la vida, no solo porque fácilmente te lleven a confusión con sus horarios mundiales, o que cambies de formato horario sin querer, o te activen el DST (o lo desactives) sin darte cuenta (con el consiguiente peligro, sobre todo en aquellos en donde ésto lo puedes cambiar apretando un simple botón, como los Casio DB-360), sino que, además, pueden llegar a ser muy poco precisos.

Que el Nixon se atrasase varios minutos por día, o el Casio AL-190 adelantase casi veinte segundos a la semana, son otros buenos ejemplos de que no todo podemos dejárselo en manos de un reloj de cuarzo, o fiarnos absolutamente de él sin ninguna clase de reparo.

Por qué Casio no fabrica digitales con caja de acero


Hace un tiempo alguien ponía en un foro generalista una pregunta que suele repetirse de tanto en tanto. Un usuario inquiría: "¿podéis decirme un Casio digital que sea de acero?". De inmediato, le empezaron a llover respuestas: "A168", "A164", "A158"... Ante tales respuestas me vi en la necesidad de intervenir, y le puse:

"No te molestes en buscar: no existen".

Pero, ¿por que no existen? ¿Nunca os lo habéis planteado?

Tecnología mecánica, la tecnología de la segunda oportunidad


Una tarde uno de mis amigos, ex-compañero de trabajo, me llamó para que bajase a la calle. Cuando salí del portal le vi al lado de la acera, junto a una destartalada y antigua furgoneta de Renault. La furgoneta en algún momento de su vida había sido amarilla, sin embargo ahora su color, desgastado por las inclemencias del tiempo y el uso, era más bien cremoso. Dimos una vuelta, para acabar comprobando que realmente era un vehículo que no había tenido precisamente una buena vida -una furgoneta es un vehículo de trabajo, así que imaginaros...-, pero aún así su motor Cleon (así llamado popularmente, debido a la factoría francesa de la que procedían) seguía tirando de ella tan alegremente.

Era una furgoneta que, como suele ocurrir con los vehículos viejos, tenía su "temperamento". En los días lluviosos y fríos le costaba bastante arrancar, aunque el motivo era que a su viejo distribuidor mecánico le entraba humedad y hacía mal contacto. Pero tarde o temprano, o incluso abriéndole el Delco y dándole un poco de calor, mi amigo lograba que echase a andar.

En defensa de la religión en la enseñanza


Debemos precisar de manera muy sucinta para entender lo que se dirá, la expresión "Defensa de la Religión en la Enseñanza".

Apologética, apologia, del griego, tratado o ciencia que defiende algo o a alguien dando razones. Va unida siempre a otro término en teología, mártir, el testigo. El testigo defiende con palabras y obras hasta darse así mismo por entero en la carrera hacia la meta, en el combate de la Verdad que da vida, que salva (san Pablo). Emplear el término militante de defensa, en el mismo inicio del título de la ponencia de hoy, significa, pues, una toma de postura: es la percepción de que estamos en un contexto de ataque y cerco a la Religión en la enseñanza en España, en un contexto de persecución, aunque incruenta. Un ataque a todos los frentes, por acción y omisión. La necrosis es tal, que propongo que no se caiga en la simplificación de poner siglas políticas a tal ataque, porque se proyectan éstos desde todo el espectro del paisaje político e incluso sindical.

¿Estamos saturados de información?


Mientras iba buscando información sobre la Green Cola, me llamó la atención un hecho muy curioso: en los primeros puestos de los buscadores había muchísimas páginas hablando de ella, pero todas, básicamente, decían lo mismo. Repetían lo mismo que decía el fabricante en su campaña o en sus notas de prensa, o en las notas de agencia. Una tras otra, página tras página, site tras site y portal tras portal, iban dando la misma información, cambiando -seguramente por cuestiones de SEO- alguna palabra aquí o allá, alguna frase aquí o allá...

Me llamó la atención que entre todas esas páginas había algunas -que conozco muy bien- que lo único que aportan es contenido estratégicamente situado para aparecer en los primeros sitios, con técnicas más o menos depuradas. Ninguno de esos sitios aportaba realmente algo de valor, algo que no fuera lo que ya se había contado, en definitiva: algo que cualquiera no pudiera haber leído dirigiéndose a la campaña del propio fabricante.

Nuestros colores preferidos para escribir


En los primeros años de colegio teníamos pocas opciones: debíamos escribir en el cuaderno con un bolígrafo de tinta azul, y usando el rojo para ocasiones puntuales y muy "singulares". El profesor tenía la licencia de usar un color un tanto especial: el negro, mientras que usaba el rojo para las calificaciones. Las notas (y errores) en controles y exámenes nos llegaban con un veredicto en ese color.

A medida que "escalábamos peldaños" en el ciclo educativo, y ganábamos en altura y edad, las cosas cambiaban. A partir del Ciclo Medio, lo que ahora sería la Secundaria y, antes, el quinto o sexto curso de la EGB, empezábamos a tener una mayor libertad. Podíamos elegir entre usar bolígrafo azul, o negro, e incluso si queríamos (y si éramos lo suficientemente "hombres" para ello, o locos...) podíamos usar el rojo para escribir todo el tiempo. Los profesores también gozaban de cierta libertad, yo tenía uno que siempre corregía los exámenes con bolígrafo de tinta verde, de esta manera sus correcciones eran más sutiles, no te hacía destacar los errores a rojo, sino que al ponértelos en verde era como si señalase recomendaciones hacia dónde debías mejorar. Me parecía una genial idea, aunque era el único que hacía ésto.

Mi antigua maquinilla de afeitar


Era alrededor del año 1989 cuando mi padre decidió sustituir su maquinilla eléctrica de los años sesenta. Era una Philishave que, hasta entonces, venía usando cada pocos días. Tenía un diseño muy propio de aquellos años, con formas redondeadas, botones en rojo y caja bicolor, con una parte en un tono grisáceo, y otra en uno de los tonos sesenteros más utilizados: color crema claro. Si la sustituyó no fue porque se hubiera averiado, sino porque ya no se encontraban cuchillas para los cabezales.

El caso es que llegó un día y me enseñó una pequeña maquinilla en una caja minúscula de la que me enamoré al instante, porque además de su forma (muy cuadriculada, típica de los ochenta) tenía una gran cantidad de accesorios qie se acoplaban dentro de la propia máquina, lo cual favorecía el transportarla a cualquier sitio, ya que era un modelo compacto, de viaje. Por ejemplo: la tapa de cierre hacía de protector, e incluía un espejo pequeño y, debido a su diseño y a su forma, la podías apoyar sobre una superficie y usarla para verte mientras te afeitabas. En la parte inferior incluía una ranura muy bien mecanizada en donde se insertaba un cepillo de limpieza. Es decir, que podías coger la maquinilla e irte con ella sin necesidad de tener que cargar con nada más. La máquina de afeitar funcionaba con dos pilas AA, que se incorporaban a los lados, un diseño genial porque se equilibraba el peso y se repartía el centro de gravedad al manejarla (las pilas es lo que más pesa en este tipo de elementos).

Los coches de hoy alimentarán los talleres del mañana


Hace algunos años Audatex, compañía especializada en consultoría y reparaciones del automóvil, emitía un informe que a muchos en el sector de la automoción sentó como una bomba: los coches que más se estropeaban eran "los nuevos", los coches en torno a los cinco años, mientras que, a pesar del envejecimiento del parque automovilístico español, los coches viejos eran los que soportaban la crisis (debido a que muchos los poseían personas con pocos recursos) y, curiosamente, también eran los que aguantaban el temporal como unos campeones, con reparaciones menores.

Y es que a diferencia de los modelos actuales, los coches antiguos se pueden "remendar", y repararlos no suponía para el taller ni complejo software OBD (con carísimas terminales que cuestan miles de euros) ni herramientas rebuscadas ni procedimientos. Reparar un coche antiguo tardaba un taller un cuarto del tiempo que tardaban en repararle una avería similar a uno nuevo.

¿Podrían los niños de hoy sobrevivir "sin un enchufe"?


Antes te castigaban sin ver la televisión, o con no permitirte salir con los amigos; podían incluso castigarte en ir a la cama sin cenar. Hoy ni se les ocurra a los padres dejar sin comer a un niño: no solo estaría mal visto, sino que iría contra todos los consejos de expertos nutricionistas. Sería algo impensable.

De manera que hoy a los niños se les suele castigar (o "amenazar") con otras cosas más importantes en sus vidas: dejarlos sin consola, sin ir al centro comercial pero, la más importante de todas: sin smartphone.

¿Son los objetos duraderos sinónimo de lujo?


Puede que una gran mayoría de artículos de lujo sean duraderos, pero un objeto duradero no tiene por qué ser caro ni, por supuesto, de lujo. De hecho a la larga casi siempre son más baratos que los objetos "de usar tirar"; pensemos solamente en lo que nos ahorramos en sustituciones y gastos si adquirimos este tipo de objetos frente a los low cost o los más endebles.

Además, los objetos duraderos suelen ofrecernos más satisfacciones, y también nos dan la posibilidad de poder dedicarles tiempo para su mantenimiento. En efecto, el mantenimiento, esa palabra de la que la sociedad moderna huye como espantada, y a la cual han llegado a denigrarla y a quitarle importancia como algo insignificante o secundario. Incluso hay quienes nos quieren hacer ver en el mantenimiento algo malo. Ni mucho menos. El mantenimiento nos permite ese tiempo de disfrute y reflexión, esa pausa para hacer, con dedicación y esmero, los cuidados imprescindibles para seguir usando de nuestro útil artículo.