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¿Por qué lo hacemos?


Hace unas semanas despertábamos con la noticia del lanzamiento del cohete de la India en su intento por alcanzar la Luna en septiembre. Así, India se convertiría en uno de los pocos países (solo han llegado Estados Unidos, la URSS, China y Japón) en repetir la hazaña de llegar a la Luna (ya lo hizo con el Chandrayaan-1 en 2008).

Me llamó la atención el enorme contraste de una misión espacial de este calibre, con la realidad que viven - y padecen - las gentes de la India. Esta misma mañana la cadena RT emitía un documental sobre la vida de las mujeres indias. Muchísimas ancianas tienen que alojarse en centros de acogida en condiciones penosas, en instituciones de caridad, porque cuando se quedan viudas sus hijos las echan de casa. La mayoría de las mujeres indias no pueden elegir con quién casarse, es el hombre quien decide y escoge mujer. Por eso, no es extraño que en numerosas ocasiones las parejas aborten cuando constatan que están esperando el nacimiento de una niña.

El nacimiento de la relojería


Las clepsidras (relojes de agua) eran conocidos por los egipcios, quienes le atribuyen su invención a Cteribio. Pare parecen haber sido los chinos quienes lo inventaron primero, quienes lo mencionan como una de sus más notables invenciones. De Egipto pasaron a Grecia, pues, y de allí a Roma.

Las clepsidras eran raras en Roma; pero había algunos de lujo. Como era necesario renovar con frecuencia el agua, en las casas más ricas había un esclavo específicamente encargado para este menester, para que, fuera de noche o de día, los señores de la casa pudieran conocer la hora que era.

Un futuro sin relojes de cuarzo


Un alto ejecutivo de la Lockheed le desveló en cierta ocasión a un periodista que los Estados Unidos disponían de tan alta tecnología que en muchos aspectos se encontraban al menos veinte años por delante de la tecnología que se encuentra en la calle.

Hay un hecho muy llamativo: desde el proyecto de exploración Mercury al Programa Apolo se dio un paso muy importante que cualquiera que haya visto las misiones espaciales de aquellos años no tardará en darse cuenta. El Proyecto Mercury tenía, en la sala de control, instrumentación analógica. Era curioso ver el gran panel de control en donde, sobre un mapa-mundi, se habían instalado "circulitos" brillantes que se iluminaban conforme avanzaban las fases de cada misión. Los distintos parámetros biológicos de los astronautas se visualizaban mediante unos indicadores de rodillo, en los cuales se encontraba grabada una escala gráfica mientras que una aguja permanecía inmóvil en la posición central, y era el mencionado rodillo el que se desplazaba arriba o abajo para indicar los distintos cambios de estado.