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Las argucias de los reproductores de Atresmedia y su Atresplayer


Desde la aparición de los canales de pago y sectorizados por regiones, la televisión dejó de ser lo que era. La mayoría de sus programas, encaminados a entontecer al público y a servir basura y llenar la mente de los televidentes de morbo y porquería, son auténticas pocilgas de degradación y depravación. La televisión se ha convertido, a rasgos generales, en tugurios demoníacos donde lo peor del género humano campa a sus anchas para consumo y degustación de los más incautos y obscenos ciudadanos.

Los canales de televisión se han convertido en los aquelarres modernos.

La gran mentira del Cola-Cao y sus grumos


En una popular cadena de supermercados - no voy a dar marcas - hay un producto de cacao en polvo que cuesta una tercera parte de lo que vale un bote de Cola-Cao (y, por cierto, fabricado por una empresa española). Si lo viertes en una taza, lo agitas, quedan los mismos grumos que el Cola-Cao. Pero resulta que ahora me entero que los grumos es algo que Cola-Cao quiere apropiarse para sí.

Cola-Cao, la marca de Idilia Foods, ha contratado a Tiempo BBDO y Havas Media, agencias de imagen, para difundir esa creencia de que los grumos son eso, exclusivos de Cola-Cao. Nada más lejos de la realidad, y como suele ocurrir en este tipo de publicidades falsas - porque es lo que son, falsas - se intenta dar un mensaje tergiversado para intentar colarnos una mentira como una verdad.

¿Cuánta compensación se han llevado nuestros anunciantes?



Habitualmente nos contactan firmas de todos los sectores, especialmente dedicadas al marketing y la publicidad, bien sea a través de venta de links (afiliados o por lotes de subastas), como agencias de publicidad. Aunque nuestras tarifas están a la vista, les solemos responder que no es habitual que vendamos espacios publicitarios, sino que los reservamos para marcas y productos que nosotros elegimos expresamente. El ser un medio independiente y totalmente autónomo nos permite disfrutar de ese tipo de privilegios (que pagamos a veces caro, pero esa libertad creemos que merece la pena). Eso quiere decir que las marcas que anunciamos las elegimos nosotros, o dicho de otra manera: para que alguien aparezca anunciado en nuestros medios, tenemos que elegirlo, no sirve que venga tan solo con una oferta bajo el brazo, por suculenta que ésta sea. De manera que a esas firmas de marketing solemos decirles que, si quieren aparecer, contraten publicidad de Adsense en las publicaciones en donde ésta la tenemos (como Revista Coche o Zona Casio).

Así las cosas, hay marcas que se pelean por estar ahí, y obviamente porque saben que les compensa. Aunque muchas de ellas son - y han sido - llevadas al blog por nosotros, de momento no las hemos elegido para anunciarlas (aunque sí les hemos compensado con aparecer en los reportajes, por supuesto).

Básculas comerciales Roch


De pequeño siempre me parecía un momento especial, cuando acompañaba a mi madre a comprar a alguna de las tiendas del pueblo, el que acontecía al llegar la hora de pesar la mercancía (frutas, productos de charcutería, pescadería...) por la báscula. Me quedaba observando aquel "extraño artilugio" que era la báscula, y sería ese aparato el juez imparcial que diría el precio a pagar dependiendo del peso. Como si fuera el fallo de un magistrado, se producía un breve silencio mientras el tendero colocaba la mercancía en la báscula para pesarla. Y yo veía con expectación a la aguja moverse durante un breve espacio de tiempo, y casi como había surgido, el encantamiento se iba y el silencio se rompía al grito del vendedor (o vendedora): "¡trescientos cincuenta gramos!", o: "¡seiscientos gramos!".

Cómo había conseguido descifrar en tan corto tiempo el movimiento rápido y felino de la enorme aguja marcadora era para mí aún todo un misterio.

Las técnicas más disparatadas para combatir la COVID-19



La pandemia de coronavirus ha traido de cabeza a gobiernos, científicos, fuerzas de seguridad y, sobre todo, personal sanitario. Pero también ha despertado y propiciado unas cuantas ideas, a cual más descabellada y disparatada o, cuanto menos, curiosa. Aquí os vamos a contar algunas de ellas que, por supuesto, de momento ni se les ve ni se les espera su puesta en marcha "real", fuera del anuncio a bombo y platillo que sus fantasiosos impulsores hicieron en su día.

- Gafas para ver virus. Los virus no fueron descubiertos hasta finales del siglo XIX, concretamente en fechas tan recientes como 1892. Fue la aparición de tecnologías como el microscopio electrónico lo que les ofreció a los científicos una mejor comprensión de estos esquivos "contendientes". Pero a pesar de ello, en pleno apogeo de la ola de coronavirus, los TEDAX de la Policía Nacional de Sevilla dieron con una idea revolucionaria y casi de ciencia-ficción: crear unas gafas para ver el virus. Toma ya. Casi nada. Sobre el papel era una idea genial, vas por la calle, ves a alguien, y si llevas las gafas lo ves con el coronavirus y ni te acercas. Por increíble que parezca la Administración Central a través del Ministerio de Ciencia les dio medio millón de euros para su desarrollo. Estamos terminando el año y todavía seguimos a la espera de esas gafas "a lo Star Wars".

¿Cómo sería el confinamiento hace treinta años?


Relojes Marlin de Casio en todos los bazares y tiendas de electrónica, quioscos con multitud de periódicos locales, en cada esquina había un cine (o un videoclub), y el dial del receptor lleno de emisoras de radio. Algo que no ocurre hoy. Si este confinamiento se hubiera producido durante los años ochenta, ¿qué podríamos hacer en casa?

Seguro que muchos habréis exprimido durante estas semanas vuestras conexiones a gran velocidad, con contenido en streaming de gran calidad, y las consolas de video-juegos y smartphones estarán echando humo. Y aún así, habrá quien no parará de quejarse y tirarse de los pelos. Ni las películas y series "a la carta", ni las miles de canciones que pueden descargar y escuchar, ni las toneladas de libros que pueden leer, les bastan. Pero, en aquellos años ochenta, el confinamiento habría sido significativamente más duro, y si los más pequeños estaban ahora a punto "de tirarse del balcón" (nunca mejor dicho), ¿cómo estarían si hubiesen vivido en aquellos años?

El "qué dirán" SÍ es importante en los productos de consumo


Hace tiempo llevaba un blog de bicicletas que tuvo un relativo éxito, en donde hablaba de marcas, componentes, noticias, lanzamientos... Aunque ya lo he abandonado (puede que en un futuro lo retome, no lo sé), lo siguen visitando bastantes personas, y algunas me escriben consultándome algunas dudas. Estos últimos días lo hizo un chico, el cual quería adquirir una bicicleta y dudaba entre una BH y una Giant. Por cómo se portaron en su día (cuando simplemente les pedí el manual de la BH recién comprada que adquirí, y me ignoraron), y por mi experiencia con la gente de BH (entre otras cosas, cuando la actualicé) le recomendé encarecidamente la Giant.

No digo que en BH se hubiesen molestado en enviarme una copia (aunque fuera en pdf) de su manual, simplemente con una respuesta de que no podían hacerlo, de que no les apetecía o de que no les daba la gana, hubiera sido suficiente para mí. Una respuesta. Un minuto de su tiempo. Pero ni eso. Lo mismo me ocurrió cuando les consulté sobre la restauración del cuadro de la Over X.

El auténtico logro de las redes sociales


Quiero que hagas un pequeño ejercicio de imaginación, por favor. Imagina que existe una empresa de zapatillas, por ejemplo, "Tomasa", cuyo cometido es ese: vender zapatillas. Imagínate que vas un día por la calle, y en la furgoneta del albañil de barrio o del manitas, ves escrito: "Reparaciones Manolín", y debajo: "Uso zapatillas Tomasa". Te parecería increíble, ¿verdad?

Bueno, puede que Manolín sea un adicto y tan admirador de esas zapatillas, que le guste difundirlas para que todos las compren. O puede que su mujer sea la dueña de las zapatillas Tomasa, quién sabe. Pero resulta que luego vas al supermercado, y ves en la puerta: "Compra zapatillas Tomasa". Te quedarías a cuadros. Pues más aún cuando en la bolsa de patatas fritas que compres, te ponga un mensaje diciendo: "Usa zapatillas Tomasa", y al lado el logo de la "T", de "Tomasa". Y así en toda una retahíla interminable de objetos de uso diario: jabón, bebidas, camisetas, afeitadoras... ¡Hasta en los cuadernos o en el material escolar que vayas a comprar para tus hijos! ¡Incluso en la farmacia, o en la caja de medicamentos, te dirán que uses zapatillas "Tomasa"!

¿Por qué la prensa rosa no triunfa con los hombres?


Cuando era pequeño una de mis mayores aficiones era bajar al quiosco y comprar revistas de música, y de las que ahora se llaman "del corazón". Me encantaba especialmente la revista Semana, y entre sus anuncios y sus reportajes de la vida de personajes famosos veía un espejo en el que reflejarme, personas exitosas a las que imitar.

A medida que crecí y empecé a ser más juicioso, por supuesto todo aquello pasó, ya no adquiero revistas del corazón, aunque amigas de mi misma edad sí que continúan leyendo la Pronto, la Lecturas, la Diez Minutos... Porque han cogido la costumbre de leerlas antes de acostarse, o en la sobremesa, cuando tienen unos minutos de descanso tras realizar las tareas de la casa y de la mañana. Otras, más"sofisticadas" ellas, compran la Marie Claire o la Olga, en esos formatos "de bolsillo" que tan de moda se han puesto, para leerlas mientras van o vuelven del trabajo, en el tren o en el autobús.

Curiosidades (y rarezas) en torno al mundo del automóvil en España


Hay ciertos datos que, por sí solos, llaman bastante la atención, y el mundo del automóvil - y el tráfico rodado en general - es una auténtica mina respecto a estas cosas. Por ejemplo, el primer semáforo de España se colocó en Madrid, y estaba situado entre el cruce de la Gran Vía y la calle de Alcalá. Esto ocurría en el año 1926. Barcelona tendría que esperar tres años para que los catalanes viesen el primer semáforo en sus calles, fue en 1929 y en la Ciudad Condal se colocó en la intersección que formaban las calles Balmes y Provenza. Allí también se instaló el primer paso de cebra de Barcelona. Antes de él, la gente cruzaba "donde quería", claro que también es verdad que para ver un coche pasar había que armarse de paciencia. Tanto es así que me contaban cómo, en mi pueblo, los niños jugaban a la pelota en plena carretera nacional, algo impensable hoy en día, por supuesto. Cuando escuchaban - a lo lejos - el ruido de un motor, simplemente se apartaban, dejaban pasar el coche, y volvían a hacer rodar el balón.

Y es que no era algo sencillo. Al lado del semáforo se colocaba un policía local ordenando el tráfico, para que la gente hiciera caso a la señal luminosa, y los coches también (de otra manera, ni se detenían). Para intentar mejorar esta situación y reducir el caos que generaba "semejante instrumento", el ayuntamiento publicaba anuncios en la prensa explicándoles a los barceloneses (y madrileños) cómo funcionaban esas cosas del "semáforo", y lo que había que hacer ante sus señales.

La importancia de una buena review


Buscando entre zapatillas de Paredes, me he dado cuenta de algo curioso: si en el buscador de Google ponemos su modelo "Paredes Ecology", vemos que entre los casi 395.000 resultados, ni más ni menos, quien aparece en primer lugar es el blog de Guti y su review sobre las Ecology Serraje. El caso es que, si seguimos buscando, el siguiente link en aparecer que no sea una tienda es este mismo blog, en el análisis que realizamos en su día sobre ese modelo. Resulta llamativo que ambos resultados aparezcan incluso por encima de las tiendas más populares, e incluso por encima de las mismas páginas oficiales de la marca.

Algo similar ocurre con Yumas, cuya review que realizamos en Duraderos aparece también en la primera página de Google.