Relojes Marlin de Casio en todos los bazares y tiendas de electrónica, quioscos con multitud de periódicos locales, en cada esquina había un cine (o un videoclub), y el dial del receptor lleno de emisoras de radio. Algo que no ocurre hoy. Si este confinamiento se hubiera producido durante los años ochenta, ¿qué podríamos hacer en casa?
Seguro que muchos habréis exprimido durante estas semanas vuestras conexiones a gran velocidad, con contenido en streaming de gran calidad, y las consolas de video-juegos y smartphones estarán echando humo. Y aún así, habrá quien no parará de quejarse y tirarse de los pelos. Ni las películas y series "a la carta", ni las miles de canciones que pueden descargar y escuchar, ni las toneladas de libros que pueden leer, les bastan. Pero, en aquellos años ochenta, el confinamiento habría sido significativamente más duro, y si los más pequeños estaban ahora a punto "de tirarse del balcón" (nunca mejor dicho), ¿cómo estarían si hubiesen vivido en aquellos años?
Por de pronto, la televisión, que llegó tímidamente hacía solo dos décadas, solo ofrecía un par de canales. Tenías que "tragarte" lo que echasen, y si no te gustaba, a aguantarse. Y eso de ver tú solito y en paz, en tu rincón favorito, tu película tranquilamente y con tus auriculares, ni hablar. Los hogares que tenían dos televisores eran unos privilegiados, así que a compartir el programa de televisión con todo el mundo, mandando callar a este o aquel, o interrumpiendo con los comentarios cualquier momento por parte de algún miembro de la familia.
¿Y hablar por teléfono durante horas con tus "colegas"? ¿"Soltar la lengua" con tus amigas, o estar horas y horas en conversaciones de Whatsapp? ¡Ja, ja! Un teléfono para todos, y gracias. Y cuelga pronto, que las llamadas son muy caras. Lo máximo que podrías hacer era escribirle un "tocho" de cartas a tu mejor amiga/o (sí, con bolígrafo y papel), y esperar al día siguiente para salir a la compra y dejarla en un buzón de correos. Nada de intercambiar mensajitos o vídeos por redes sociales con los colegas, ni siquiera una mísera foto -que había que revelar en una tienda especializada, y no estarían abiertas-, ¡los adolescentes de hoy se volverían locos!
Los más afortunados dispondrían de reproductor de vídeo, es cierto, pero con películas alquiladas, y las pocas que hubiese por casa estarían más vistas que el tebeo. Y espera: rebobinar, limpiar cabezales, "pelearse" por el mando... Buff, mejor dejamos la peli para otro día.
El confinamiento en una casa de los ochenta habría sido muy duro, eso que tanto se habla de teletrabajo..., ¡ni en sueños! A la calle todo quisqui a contagiarse y a aguantarse. Pero esperad, que eso no es lo peor. A nivel gubernamental también sería más complicado, ¿de qué forma, sino, se transmitiría a la población toda esta suerte de normas, indicaciones y obligaciones que cambian un día sí y otro también, y encima llenas de galimatías sobre franjas horarias, edades y zarandajas? Eso de decir, como suele hacer el Ministro de Sanidad, "lo ponemos a disposición de todos en la web", y lavarse las manos, nada de nada. Lo único que podrían hacer sería publicarlo en los periódicos, y darlo en los noticieros de la radio y de la televisión, esperando -confiando- en que la gente lo escuche, o adquiera el periódico y lo lea, y cruzar los dedos para que lo entiendan. Todo este embrollo de normas con las que "nos tuestan" hoy no habría sido ni por asomo posible sin internet (basta solo acudir a la página web del Ministerio para verla llena hasta los topes de guías, manuales, indicaciones, panfletos, octavillas, folletos..., sobre la COVID-19).
Sí, querido lector: el confinamiento en los ochenta podría ser posible, pero que la población lo cumpliera como hoy, sería bastante improbable. Simplemente porque en aquellos tiempos, se hacía mucha más vida en la calle, en contacto directo -negocios incluidos- que ahora. Y además, se habría necesitado la colaboración mucho más estrecha de ayuntamientos, y por supuesto anuncios e indicaciones más claras, no esas ruedas de prensa de
| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com
He disfrutado a tope con este post. La lectura del texto transporta a otra época, pero cuando he visto la imagen de Miami Vice, me ha cautivado. No es un fotograma que se vea a menudo, pero sí que contiene todos los elementos de la serie y de la época: la ropa tipo Armani, los colores pastel, el neón, y en cuanto a la época, la cabina telefónica, claro.
ResponderEliminarAdemás el reloj, es un Ebel, el que llevaba en las primeras temporadas antes de pasarse a un Rolex.
En ¿Cuanto cuesta una vida tipo Miami Vice? lo expliqué un poco más.