Quiero que hagas un pequeño ejercicio de imaginación, por favor. Imagina que existe una empresa de zapatillas, por ejemplo, "Tomasa", cuyo cometido es ese: vender zapatillas. Imagínate que vas un día por la calle, y en la furgoneta del albañil de barrio o del manitas, ves escrito: "Reparaciones Manolín", y debajo: "Uso zapatillas Tomasa". Te parecería increíble, ¿verdad?
Bueno, puede que Manolín sea un adicto y tan admirador de esas zapatillas, que le guste difundirlas para que todos las compren. O puede que su mujer sea la dueña de las zapatillas Tomasa, quién sabe. Pero resulta que luego vas al supermercado, y ves en la puerta: "Compra zapatillas Tomasa". Te quedarías a cuadros. Pues más aún cuando en la bolsa de patatas fritas que compres, te ponga un mensaje diciendo: "Usa zapatillas Tomasa", y al lado el logo de la "T", de "Tomasa". Y así en toda una retahíla interminable de objetos de uso diario: jabón, bebidas, camisetas, afeitadoras... ¡Hasta en los cuadernos o en el material escolar que vayas a comprar para tus hijos! ¡Incluso en la farmacia, o en la caja de medicamentos, te dirán que uses zapatillas "Tomasa"!