Desde que probé el scooter/patinete clásico Hudora me he hecho un adicto a este tipo de medios de transporte. No hay día, prácticamente, que no lo use por uno u otro motivo. Su comodidad permite desplazarte por casi cualquier sitio, su ligereza te permite llevarlo contigo a cualquier lado, y además es sumamente divertido. Pero tras aproximadamente tres años con los Hudora llegó el momento de una más que merecida renovación. Y no es que los Hudora no me hayan resultado útiles, pero ya acusaban demasiado el trasiego constante. De hecho sus casquillos de dirección (los rodamientos) estaban en las últimas.
El motivo es bastante obvio: este tipo de patinetes tienen el manillar muy elevado, y el tubo de la dirección sufre mucho desgaste porque la distancia desde donde están situados los puños hasta la pipa de dirección es tanta, que al realizar giros cerrados el efecto palanca destroza, literalmente, los rodamientos. Cierto que las ruedas aguantan muy bien, pero no así la dirección, que hace que conducir el patinete sea imposible. Por si fuera poco, el sistema de unión de la dirección es de tipo contratuerca (técnicamente conocida como "dirección roscada", como las bicicletas antiguas), no poseen el sistema de dirección de las bicicletas más avanzadas del mercado (como las MTB), denominada Ahead.