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Los estudios y su relación con el mercado de trabajo


Hoy en algunas comunidades españolas se han celebrado los exámenes de acceso a los ciclos formativos, la antigua Formación Profesional. He tenido ocasión de hablar con algunas de las personas que han ido a examinarse, y coinciden en la dureza del examen. Lo mismo ocurre con las pruebas para poder obtener el título de Graduado en Secundaria, sé de personas que llevan casi una década tratando de sacarse ese examen, incluso gente inmigrante que, en sus países, han logrado obtener títulos universitarios de notable categoría, cuando llegan a España ni siquiera pueden obtener el título de Secundaria. ¿Cómo, pues, puede ser esto posible?

Una de las explicaciones las podemos encontrar en el discurso de investidura del ex-Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que tuvo lugar cuando logró la presidencia en el año 2011. Allí, el líder de los populares abogaba por lo que él llamaba "la política del esfuerzo", en donde, según sus palabras, se premiaría a las personas más inteligentes, apartando del mercado a las que menos oportunidades tuvieran o/y, menos recursos para estudiar (o fueran menos inteligentes). Esa política ya había empezado hacía muchos años atrás, pero lo que persigue en el fondo es muy más llamativo, grave y dantesco aún, que esa "política del esfuerzo", y para entenderlo tenemos que irnos muchos, muchos años atrás.

De tarjetas, chips, y demás "modernidades" cotidianas


La mayoría de nosotros seguramente llevamos cada día multitud de tarjetas en nuestras carteras, bolsos, mochilas o "mariconeras". Algunas las utilizamos para el supermercado, otras son tarjetas de fidelidad para diversos medios de transporte y, otras, son tarjetas que usamos como medio de pago.

Como diversas son las tarjetas, diversos son los medios de soporte en los cuales viaja nuestra información. Las más sencillas incorporan simplemente un número, mientras que las más avanzadas llevan un chip.

Sesenta robots sustituyen a más de seiscientos empleados


El gobierno chino tiene un plan para acabar con la mano de obra esclava, cosa que esperan hacer de aquí a 2025. Y no es perseguir a las industrias con más penas y multas, o un mayor control sobre las mismas, no. La solución pasa por incorporar más robots que sustituyan a los trabajadores.

Y es que, como desde múltiples medios de comunicación se viene diciendo, la revolución de la robótica es algo imparable y, si esto sigue así, al escasear el trabajo tal vez se debería pensar en una renta (la llamada renta universal) para los que quieren pero no encuentran trabajo. De hecho, para todo el mundo, ya que el trabajo lo harían los robots.