Gyro X, el coche con tecnología giroscópica..., ¡en 1967!


Seguimos con nuestro repaso a la historia automovilística más curiosa. Algunos veían el Segway PT (el vehículo VMP -Vehículo de Movilidad Personal- por excelencia de Segway) como toda una revolución cuando apareció, allá en la pasada década. Su sistema de auto-balance giroscópico parecía algo casi mágico. Lo mismo esa tecnología aplicada a nuestros smartphones, que permite conocer cuándo lo movemos. Pero quien piense que ese es un invento nuevo o de este siglo, ni mucho menos. El pasado siglo fueron mucho más allá, antes incluso de la llegada del hombre a la Luna, y no aplicado a un pequeño aparato de transporte personal, sino a todo un coche con su carrocería y peso extra. Estamos hablando de un año tan lejano como 1967, y nuestro protagonista era el Gyro X.

Este coche, de dos ruedas, era capaz de mantenerse en equilibrio perfectamente. Fue un trabajo que contó con la colaboración del experto en giroscopios Thomas Summers, y que disponía de un pequeño motor de 80 CV de origen Mini (en realidad, era el mismo que llevaba el Mini Cooper S). También destaca el trabajo en aerodinámica, ofreciéndonos un coche con una silueta muy futurista.




Los vehículos auto-equilibrados mediante giroscópicos no son algo nuevo. Ya a principios del siglo XX empezaron a fabricarse los primeros "gyrocars", el donde el trabajo de equilibrado con efecto giroscópico se lograba con el movimiento de ambas ruedas (es decir: al girar las dos ruedas, la delantera y la trasera). Como si fuera un péndulo, se pueden conectar esas ruedas logrando que se autoequilibren. El primero de estos ingenios podríamos considerarlo al Wolseley C5 de la Wolseley Motors (desaparecida en fechas tan recientes como 1975), aunque hubo algún que otro invento previo. Dos de sus modelos fueron realizados para el abogado ruso Count Peter Schilowsky en 1914, su cometido era usar un vehículo que tuviera muchas de las capacidades y bondades de un coche clásico, pero que pudiera transitar por los estrechos y embarrados terrenos en tiempos de guerra. Los primeros tiempos de la Wolseley Motors fueron sorprendentes, hacían coches adelantados a su época, con estéticas muy cuidadas, como el Stellite, sin olvidar sus modelos de competición, muy agresivos.

Una de sus últimas realizaciones fueron el Wolseley 18-85, o el Wolseley Hornet (basado en el Austin Mini), aunque admito que mi preferido es el Wolseley 18-22.


No fueron los únicos, Ford también hizo sus pinitos con la tecnología de autobalance, con el Ford Gyron presentado en 1961, y que fue una de las estrellas y atracción en el Salón de Detroit de aquel año. El Gyron fue un diseño de Syd Mead, y por desgracia la catástrofe se cebó con ese modelo: no solo no llegó nunca a comercializarse, sino que el único modelo existente fue consumido por las llamas en un incendio ocurrido un año después, en el mismo incendio en el que desapareció la atracción Ford Rotunda en 1962 (una atracción turística que había sido inaugurada en 1933 y que llegó a convertirse en la mayor atracción turística de los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX, compitiendo en números, en ocasiones, con la Estatua de la Libertad). El único vestigio que existe del Gyron en la actualidad -aparte de fotos, claro- fue el modelo de estudio, una maqueta que se vendió en una subasta en el año 2012 al asombroso precio de 40.000 $.

Pero volviendo al Gyro-X, el modelo fue presentado en el Salón del Automóvil de Nueva York en 1967. Se decía de él que así serían los coches del futuro, no solo ahorraba más combustible (menos ruedas a mover, y menos rozamiento en la carretera también), sino que, además, permitía hacer giros en menos terreno, siendo más ágil que cualquier otro vehículo de cuatro ruedas.


Sin embargo la realidad era bien distinta: a más de 70 mph (113 km/h) el coche se mostraba muy inestable, con una lógica tendencia a moverse "a todos lados". La compañía había hecho, no obstante, significativos avances: su único giroscopio hidráulico le permitía ser más seguro que otros (alcanzar los 100 km/h para un vehículo de estas características ya era todo un logro), permitiendo tomar curvas de hasta 40 grados sin inclinarse.

Para solventar esos pequeños contratiempos, la compañía Gyro Transport Systems necesitaba más trabajo de ingeniería, pruebas e investigación. Por desgracia esto nunca ocurrió, los fondos para el Gyro-X desaparecieron cuando sus promotores entraron en bancarrota. El coche, por desgracia, fue abandonado en un aparcamiento a la intemperie y sufrió la exposición a los elementos y al vandalismo. Una pena para un coche único en el mundo (sólo se produjo una unidad), y con un coste altísimo (más de los 5 millones de dólares de hoy se invirtieron en su desarrollo) para acabar, poco menos, que convertido en chatarra. Incluso algunos llegaron a pensar que era una moto "carenada".


Y es que la tecnología que se usó en su construcción era de lo último disponible: fibra de vidrio, tecnología hidráulica... Mucho de todo ese dinero se lo llevó la ingeniería y producción del giroscopio hidráulico, una tecnología que llegó a necesitar el registro de nuevas patentes.

El Gyro-X (y curiosamente, toda la tecnología giroscópica, como acabamos de ver) parecía ser perseguido por las desgracias. En el año 2009 lo adquirió el coleccionista Mark Brinker, con la intención de restaurarlo y poderle dar una nueva oportunidad, al menos hacerlo funcionar. Desesperado, finalmente tiró la toalla ante el ingente trabajo al que se dio cuenta tenía que enfrentarse, y decidió deshacerse de él. Por fortuna el automóvil recaló finalmente, en 2011, en el Lane Motor Museum de Nashville, quienes comenzaron una agotadora hazaña para su restauración. Su director, Jeff Lane, consiguió hacerse con vieja documentación, y contactó también con Steve Tremulis. Recurrieron también a fotografías originales de época, e incluso a patentes antiguas de sus creadores. No fue suficiente, y necesitaron el apoyo técnico de la General Motors. El problema era que la tecnología giroscópica había desaparecido tras tanto tiempo de abandono, y con ella todos los millones que había costado su desarrollo. Hasta que un día llegó por casualidad un visitante al museo amante del mundo náutico, y les sugirió que pensaran en yates. Los yates más exclusivos utilizan tecnología giroscópica para mantener la embarcación estable; el objetivo es que los ricos propietarios de este tipo de embarcaciones no se mareen cuando están en alta mar. Entonces, el museo se puso en contacto con la Agency Impianti, una firma italiana que tenía representante en Nashville. Juntos crearon una versión digital del coche, para poder tener una idea del giroscopio que se necesitaba.

Tras un año de intenso trabajo, llegó al museo de Lane una caja con un voluminoso paquete de más de 100 kilos de peso y 17 pulgadas de diámetro; en su interior, el nuevo giroscopio para el Gyro X. Bombas hidráulicas, tuberías, baterías... Todo tuvo que ajustarse nuevamente para montar el mecanismo. Algunos paneles de fibra de vidrio se realizaron en aluminio, siguiendo fielmente el modelo original. Al final se habían gastado más de 500.000 $ en la restauración que, siendo mucho, no era ni una cuarta parte de lo invertido por la Gyro Transport Systems. Más de la mitad de ese dinero se lo llevó solo el giroscopio. El reconocimiento a ese trabajo les llegó, al menos en parte, en el Concurso de Elegancia de Pebble Beach de 2016, donde el Gyro-X recibió el galardón del "coche de ensueño americano de los sesenta".


La extravagancia de los vehículos auto-balanceados
Alex Tremulis, diseñador del Ford Gyron, fue responsable de diseñar el Gyronaut X-1. Aún hoy se duda si llamar a este vehículo una moto o un coche, el caso es que con él se logró batir el récord de velocidad en motocicleta gracias a su tecnología giroscópica, logrando alcanzar la increíble velocidad de 395,363 km/h en 1966. Unos años después, en 1970, el vehículo se estrellaría (al parecer una imperfección del terreno rompió la suspensión de su eje delantero) cuando circulaba a 450 km/h. Durante todo el tiempo que estuvo compitiendo, el Gyronaut X-1 destrozó el crono y a sus rivales en todas las carreras que participó en las famosas Bonneville Salt Flats, desde 1966 hasta el 70, resultando vencedor en todas ellas.

Cuatro décadas después, Steve Tremulis lo restauró y se mostró al público por primera vez de nuevo en el año 2012.

Siempre que vemos un vehículo de este tipo nos parece algo ilusorio, es como si flotasen con sus dos ruedas (o incluso su única rueda, como algunos eléctricos existentes en la actualidad). Sin embargo es una tecnología que parece ser perseguida por el infortunio: tras toda la innovación e inversión del Gyro-X, tras todas sus patentes, éste acaba olvidado y siendo carcomido por la herrumbre. El único Gyron fabricado es devorado por las llamas. La Wolseley Motors acaba desapareciendo, y sus primeros modelos giroscópicos perdidos y olvidados. Y el Gyronaut que dominaba las carreras, termina también en un rincón destrozado. Como si una invisible fuerza no quisiera que la humanidad siguiera avanzando con este tipo de vehículos, ¿tal vez porque podrían ser la base de vehículos "antigravitatorios"? ¿Porque quizá nos permitieran volar establemente y con poca energía? Sea como fuera, estos inventos parecen abocar a sus impulsores a la quiebra en algunos casos, al abandono en otros, o al olvido y la frustración en otros muchos.













Ford Gyron. Ford también hizo sus pinitos con la tecnología giroscópica. Nos anticipaban un futuro prometedor, en donde los automóviles serían más ágiles, rápidos y eficientes con esta tecnología. Por desgracia, nada de eso se haría realidad (aún).





El 18-22 de la Wolseley Motors. Precioso, se mire por donde se mire.




En 1914 la Wolseley Motors realizó este gyrocar para los rusos. Su propósito: transitar por estrechos senderos y caminos embarrados en tiempos de guerra.














El Gyro-X original de 1967. En algunas de las imágenes podemos ver a su diseñador, Alex Tremulis (bigote blanco y gafas). A pesar del alto coste de su desarrollo y de las innovaciones de su giroscopio hidráulico, tras la quiebra de la Gyro Transport Systems el coche fue abandonado a su suerte en un aparcamiento a la intemperie durante décadas.


| Redacción: Duraderos.cc / Duraderos.blogspot.com

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