En teoría el capitalismo iba a aportarnos enormes beneficios: la extinción de los monopolios, el aumento de competitividad (con lo cual se ofrecerían productos no solo más baratos, sino más variados y de más calidad). Esa era parte de la teoría en el mundo ideal creado en la imaginación de los gestores financieros que en su día a todos nos vendieron. En el mundo real la cosa cambia radicalmente, y aunque en su ideario el capitalismo luche contra los monopolios, la realidad es que los incentiva. En el fondo, a fin de cuentas, el capitalismo no deja de ser un monopolio en sí mismo: el monopolio del dinero. Y aquél que posea más dinero-poder, domina sobre los demás.
Esto, que parece así dicho algo muy abstracto, se puede ver muy patente con un ejemplo.