A veces cuando adquirimos artículos al por menor somos conscientes, y asumimos, que tenemos que pagar un precio ligeramente más alto, que le pone el minorista para su propio beneficio. Aunque ese precio suele ser elevado si tenemos en cuenta el porcentaje de intermediarios, normalmente no lo es escandalosamente, pero hay artículos donde sí podemos darnos cuenta del enorme beneficio que obtiene un minorista.Y uno de esos artículos son los fósforos o, como se las conoce comúnmente, las cerillas.
Habitualmente suelo llevar conmigo una caja de cerillas de las pequeñas, de las más pequeñas, que solía adquirir en el supermercado. Pero recordé que, hace ya muchos años, en los tiempos en donde fumar era la moda y si no lo hacías casi que uno era "el bicho raro", la excepción, se comercializaban para los fumadores que preferían cerillas unos modelos de las cajas pequeñas con distintos motivos. La verdad es que eran cajas muy bonitas, que se podían incluso coleccionar, y algunas con estética que recordaban a las de los sellos. Decidí acercarme a algunos estancos a preguntar, ya que, suponía, una caja de cerillas de las más pequeñas no deberían ser caras.
Mi primera sorpresa fue que, en todos los estancos que pregunté, en todos solo tenían un único modelo: el de "Tres estrellas", que son las mismas cerillas que yo adquiría en el supermercado. Además, en todos los sitios, cuando compré la cajetilla, tuvieron que abrir el paquete -vienen en un pack- señal inequívoca de que ni se fuma como antes, ni se venden cerillas como antes.
La segunda sorpresa fue mayúscula, y mucho mayor que la primera, cuando me dijeron el precio: 30 céntimos. O lo que es lo mismo: 0,30 €. La misma, idéntica y calcada cajetilla de cerillas que yo adquiría en el supermercado, en tienda -en un estanco- costaba 0,30 euros. Imaginaros el margen de beneficio que obtienen -bueno, la verdad es que no deben vender muchas, y no me extraña que no las vendan a esos precios- teniendo en cuenta que el pack completo (un paquete de diez cajetillas) en el supermercado -las mismas cerillas y de la misma marca, repito- te sale por 0,90 €. ¡Diez cajetillas! Si hacemos una sencilla operación matemática, cada cajita de cerillas sale a 0,09 €, no llega ni a los diez céntimos. O sea: cada cajetilla que vende, el estanquero gana 0,21 €, un 70% de margen de beneficio, ni más ni menos. Obviamente, y desde cualquier punto de vista, un escandaloso aumento de precio.
Antiguamente las cajitas de fósforos se utilizan para todo: publicidad, consejos, concursos... E incluso algunas venían con cromos. Eran un producto muy divulgado y ampliamente difundido, y tan usado y tan necesario que hasta existía un monopolio propio, la Compañía Arrendataria de Fósforos, más conocida como Fosforera Española. Pero a estas pequeñas y curiosas cajitas de cerillas, tan necesarias antiguamente, estos nuevos tiempos han dejado relegadas a unas ventas casi anecdóticas. De ahí que la mayoría de las marcas que antes las fabricaban hayan desaparecido o ya no lo hagan, y el único modelo que se puede encontrar -al menos, en todos los estancos que visité- es el de "Tres estrellas".
Esta marca, "Tres estrellas", es bastante antigua, y aunque para muchos el nombre de Swedish Match no les suene de nada, detrás de ella se esconde la antigua Fosforera Española o, más bien, lo que queda de ella. Tras pertenecer al Grupo Fierro, en los años noventa empezó a entrar en grave crisis cuyas causas, como suele ocurrir, fueron varias las que se sucedieron para hacerla prácticamente desaparecer. Por un lado, el obvio número cada vez más pequeño de fumadores, pero también la aparición de tecnología como cocinas vitrocerámicas (que ya no necesitaban cerillas para encenderse), la masificación de los encendedores en los años ochenta... Etc. Etc. Otra causa fue la llegada de competencia extranjera, al perder la Fosforera el monopolio.
El Grupo Fierro decidió entonces diversificar, y empezaron a invertir en marcas de alimentación, tan populares y conocidas en nuestra memoria como Conservas La Tila, las Chocolatinas Herminia, Penzoil España, los caramelos Solano... Llegaron a comprar a sus competidores, como la fábrica de Fósforos del Pirineo, e incluso "se unieron a su enemigo" adquiriendo los encendedores -que algunos recordaréis- marca Zor, con tan mala fortuna que acabaron vendiendo menos encendedores que cerillas.
Tras adquirir en 1994 los Fierro el 47% de Fosforera (ya se había vendido la división de cerillas), los problemas se suceden y se agudizan uno tras otro: en 1995 tenía pérdidas por valor de 4.496 millones (de las antiguas pesetas), llegando la situación a tales extremos que la compañía tuvo que reconocer que ya la deuda era impagable. Los bancos acreedores terminarían por perdonar parte de sus deudas, o recurrir a canjes por bienes inmuebles. Se llegó incluso a sancionar a Fosforera Española debido a una infracción muy grave al dar resultados falsos a la Bolsa, y ya en 1997 entra en suspensión de pagos y deja de cotizar en la Bolsa, regresando al poco, pero siendo de nuevo suspendida su cotización, esta vez obligada por la CNMV.
Tras varios tiras y aflojas, en 2001 finalmente el grupo británico Greenland Trust se hace con Fosforera Española, con la intención de fusionarla con la Constructora MBSA y aprovechar los activos industriales e inmobiliarios de la antigua fosforera. Pero como comentábamos, ya entonces había perdido la división de fósforos, que estaba desde los noventa en manos de la compañía sueca Swedish Match, que es la primera marca a nivel mundial -en ventas- de tabaco de mascar, con un 48% del mercado (datos de 2014).
De esta forma, de ser una compañía de fósforos, Fosforera Española pasó a ser parte de una compañía tabacalera, aunque la denominación de Fosforera Española no la puede usar (sí así la de su marca, "Tres estrellas") por haber sido vendida como acabamos de explicar al Greenland Trust. Mencionar que, como lamentablemente suele ocurrir tantas veces, hace tiempo que estas cerillas no se fabrican en España, de hecho Swedish Match no tiene ya centros de producción en la Península. Las cerillas vienen de su central en Suecia, en donde tienen una factoría que emplea a más de mil personas, aunque también poseen centros de producción en la República Dominicana, Brasil y Filipinas, entre otros.
Para quien quiera profundizar en la interesante historia de las cerillas en España, les recomiendo la lectura de "La industria cerillera española en perspectiva internacional", de las autoras Águeda Gil-López y Elena San Román, y que se puede descargar en pdf desde éste enlace. Alcanza toda la historia del monopolio (de 1892 a 1956) y podemos ver en ella parte de lo que era el tejido industrial y español de la época. Quién nos diría que, de ser uno de los protagonistas en la internacionalización de esta industria, ahora hasta las cerillas se tengan que importar de fuera... Uno más de tantos y tan innumerables productos (como el textil o el calzado) en donde España estaba a la vanguardia, y ahora solo quedan eso: cenizas. Nunca mejor dicho.
| Redacción: Duraderos.com / Duraderos.blogspot.com
Creo que ese margen, se debe al oportunismo. Compras un paquete de tabaco, y no te importa mucho pagar los 0,30 céntimos por las cerillas. Igual que cuando vas a la playa, te cobran 2€ por un botellín de agua, que cuesta 0,15€.
ResponderEliminarMuy interesante la historia de Grupo Fierro, que apenas conocía. Y triste el final. Me sorprende mucho como en países con sueldos tan elevados como Suecia, y que aún así sean rentables. Mientras que cuando se producían aquí no lo eran.
Es lo mismo que pienso cuando veo las pilas Renata hechas en Suiza, también del Grupo Swatch. Muy bien lo tienen que hacer para que salgan las cuentas, y muy mal lo hacíamos nosotros para que no salieran.
Creo que parte de la explicación la tiene el poderío. Renata (Swatch) es líder en su segmento de relojería, y Swedish Match lo es en el suyo, por lo que las sinergias son inmensas (fabricas pilas para tus relojes, y cerillas para tus cigarrillos). Sin embargo el poderío de Fosforera Española no era ni por asomo el del Grupo Swedish Match, como el de pilas Cegasa no es lo mismo que Swatch. Swedish Match y Renata venden a todo el mundo, cosa que Fosforera Española nunca pudo conseguir (una distribución global).
ResponderEliminarAún así, es curioso cómo todos estos monopolios no pudieron salir adelante, a pesar de que lo intentaron (diversificándose). En España pocas de estas cosas funcionaron, con la rara excepción de Telefónica (Movistar) que sí supo aprovechar su posición de liderazgo para conseguir ser lo que hoy es. Y eso que Movistar no puede decirse que tuviera inversiones acertadas, ya que tiró dinero a espuertas (Lycos, Tuenti...), pero es lo bueno cuando se tiene una posición holgada como la que tienen: que pueden permitirse esos "lujos".
pero los 30 centavos son el precio recomendado por el distribuidor, o es el precio en que lo da el vendedor? Por que entonces el problema no es el producto, sino el vendedor final. Quien sabe, es muy probable que en lugar de comprarlo a un distribuidor, lo haya comprado directamente en el supermercado a 90 centavos el paquete de diez. Me recuerda unas protestas, aquí en mi ciudad, de locatarios de un mercado tradicional, quienes se oponían a la apertura de un supermercado cerca del mercado, y al final tuvieron que admitir que temían no poder competir contra la competencia a la que muchas veces le compran el producto y lo revenden con ganancia
ResponderEliminarEl precio es el que da el vendedor, de hecho los precios varían ligeramente dependiendo de con qué estanco dés.
ResponderEliminarEso me recuerda, Daniel, a una tienda de barrio que había cerca de donde estoy (no se si estará ya cerrada, hace tiempo de esto), en donde veías llegar al tendero descargando mercancía desde su auto con bolsas de un hipermercado :D O a un sitio donde mis padres compraban leche "de casa", hasta que descubrieron los envases de tetra-brik :D
ResponderEliminarAntes el pequeño comercio era más competitivo, debido a que podían jugar más con los precios al venirle el distribuidor directamente desde el almacén del proveedor y/o fabricante. Actualmente con las marcas blancas, excepto fruterías, carnicerías y pescaderías, las tiendas de ultramarinos no tienen demasiada ventaja.
Yo también he visto eso de las pequeñas tienda, revendiendo productos de supermercado. Comenzó a ocurrir en pleno declive, cuando no podían competir por precio, y a algunos listos, no se le ocurrió otra cosa que eso.
ResponderEliminarLa clave, estaba en competir en calidad, donde siempre hay un mercado disponible, pese a que los precios sean algo más elevados.
Aquí en mi ciudad, el problema de los pequeños comerciantes no son solo los supermercados, sino los "Oxxos" o autoservicios, o la clásica tienda tipo 7-11 que antes solo había pegada a una gasolinera. Los comerciantes en pequeño no pueden competir; los únicos que han podido mantenerse son los que se han dado cuenta de que fiando la venta a los vecinos, generan lealtad
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