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Los Sistemas Operativos, hoy


Para alguien que haya vivido la informática y los sistemas operativos, al menos desde los primeros Windows o MS-DOS, hasta hoy, se habrá ido decepcionando al darse cuenta de lo mucho que ha cambiado este tipo de entornos, sin mejorar en su esencia. Lo primero que me di cuenta tras instalar Windows 10 es su horrible lentitud. Recuerdo cuando instalaba los antiguos Windows (incluso con 32 GBs de RAM) y lo ágil que iba el sistema operativo nuevo. En Windows 10 no ocurre eso. Obviamente, tampoco es que vaya lento, pero con unas asombrosas 4GB de RAM uno esperaría un sistema operativo veloz como el rayo.

La lentitud a la que me refiero es inherente al diseño de Windows: animaciones, flechitas, degradados, ventanitas emergentes por todos lado... Tonterías y "basuras" que en realidad no aportan nada, pero que se acumulan haciendo que el microprocesador dedique ciclos en adornos superfluos, en hacerlo muy bonito, pero poco o nada útil.

La agradable sensación de estrenar cuaderno


Con la invasión de la tecnología, tablets y ordenadores, seguro que a más de uno se le ha olvidado el placentero momento de estrenar un cuaderno. Recuerdo de pequeño el abrir aquella inmaculada hoja de lo que por entonces denominábamos simplemente "libreta", con sus renglones de dos rayas todavía por estrenar. En el pueblo íbamos a adquirirlas a una tienda de ultramarinos, y cada una de ellas, con un dibujo (o fotografía) diferente en el frontal, era todo un descubrimiento. Siempre me decía a mí mismo que la cuidaría, e incluso que coleccionaría su ilustración del frontal. Por supuesto, antes de llegar a la mitad de sus hojas ya estaba el cuaderno destrozado.

En los ochenta, cuando la moda punk y la música techno nos invadía, nuestro reloj pasó a ser digital y los cuadernos pasamos a llamarlos "blocs", que sonaba más moderno. De las dos sencillas grapas de aquellas humildes libretas (en donde, milagrosamente, nos cabían cinco horas diarias de clase: en mi caso de ocho y media a doce y media, y de dos y media a cuatro y media, para acabar antes en los días de frío invierno y darles tiempo a los que llegaban en autobús desde las aldeas, y que no tuvieran que regresar a sus casas con la noche demasiado caída) nos pasamos a aquellos cuadernos de espiral (¡qué gran invento, los muelles metálicos!).

El primer router wifi de Telefónica


Corría el año 2005 y Telefónica empezaba a ofrecer servicios de ADSL con tecnología Wifi en un mismo paquete. Por aquel entonces en mi casa -como en tantas otras- para conectarse a internet había que armar un poco "la marimorena". Como la roseta del teléfono se encontraba en el salón (junto al teléfono que en su día, cuando esto de internet no era más que una figuración aún, se instaló), y mi módem y mi ordenador en mi habitación, tenía que desenchufar el teléfono y lanzar un cable RJ-11 a través de todo el pasillo, con la consiguiente molestia para el resto de la familia (que no le encontraban mucho el sentido ni a los ordenadores ni a internet) y, encima, la anulación del servicio de telefonía mientras estuviera conectado a internet.

Además de las molestias, el trasiego de tanto cable y de poner y quitar hacía que en la ferretería estuvieran de mí hasta el moño de tanto comprar metros y metros de cable telefónico, y aunque las rosetas las cambiaba yo mismo, los cables de conexión de cobre también estaban habitualmente en las últimas.

Ford asegura que su tecnología dura "toda la vida"


No estamos hablando de sus coches (que ojalá...), sino en concreto de la llave. Ford asegura que su nueva llave de arranque está diseñada para que sea usada hasta por los conductores más descuidados y maltratadores, y que funciona incluso expuesta a calor extremo, inmersa en agua o cubierta de polvo y barro. Así, en Ford son capaces de afirmar que han logrado que ese elemento dure "toda la vida".

Leyendo la nota de prensa -la tienes al final- me ha hecho gracia, porque resulta que la llave de los antiguos coches de los años cincuenta, sesenta y setenta, "de duro metal", también duraba toda la vida. Y encima no necesitaba pilas. En fin, a dónde vamos a llegar.

Una vida de pérdidas


Sin querer o queriéndolo, la vida es una constante pérdida. Durante los primeros años de nuestra existencia vamos conociendo personas, compañeros de colegio o de diversión que con el correr del tiempo se convierten en compañeros de vida. Así, vamos acumulando experiencias, convivencias y amistades.

Pero llega un momento en que este sumatorio varía totalmente y la vida nos obliga a restar.

¿Podrían los niños de hoy sobrevivir "sin un enchufe"?


Antes te castigaban sin ver la televisión, o con no permitirte salir con los amigos; podían incluso castigarte en ir a la cama sin cenar. Hoy ni se les ocurra a los padres dejar sin comer a un niño: no solo estaría mal visto, sino que iría contra todos los consejos de expertos nutricionistas. Sería algo impensable.

De manera que hoy a los niños se les suele castigar (o "amenazar") con otras cosas más importantes en sus vidas: dejarlos sin consola, sin ir al centro comercial pero, la más importante de todas: sin smartphone.

De dos pendrive EMTEC, los dos defectuosos


Antiguamente la BASF (BASF Magnetics en concreto) era una de las firmas de química y tecnología de Alemania más reconocidas a nivel mundial. Famosas eran sus cintas magnetofónicas para casette, con una resistencia y durabilidad fuera de toda duda. Sin embargo, y a pesar de ser una compañía tecnológica, el paso de lo analógico a lo digital (como ha ocurrido en muchas otras firmas) ha traído consigo un movimiento de marcas y activos caótico.

Resulta curioso que mis dos apuestas por esta marca, la actual EMTEC, ambas con dos pendrives, fueran dos de las más nefastas experiencias que he tenido. Inicialmente elegí un EMTEC de 8 GB, que empezó a fallar al poco (sectores defectuosos, y grababas archivos y, cuando ibas a recuperarlos, estaban corruptos y dañados). Supuse que era un hecho casual que me había ocurrido por pura mala suerte, porque puede darse el caso que, de una partida de millones de unidades, algunas salgan con defectos (aunque no debería ser así, y los controles de calidad deberían haberlos detectado).

La baja calidad de las memorias USB de EMTEC


Antiguamente la BASF (BASF Magnetics en concreto) era una de las firmas de química y tecnología de Alemania más reconocidas a nivel mundial. Famosas eran sus cintas magnetofónicas para casette, con una resistencia y durabilidad fuera de toda duda. Sin embargo, y a pesar de ser una compañía tecnológica, el paso de lo analógico a lo digital (como ha ocurrido en muchas otras firmas) ha traído consigo un movimiento de marcas y activos caótico.

Resulta curioso que mis dos apuestas por esta marca, la actual EMTEC, ambas con dos pendrives, fueran dos de las más nefastas experiencias que he tenido. Inicialmente elegí un EMTEC de 8 GB, que empezó a fallar al poco (sectores defectuosos, y grababas archivos y, cuando ibas a recuperarlos, estaban corruptos y dañados). Supuse que era un hecho casual que me había ocurrido por pura mala suerte, porque puede darse el caso que, de una partida de millones de unidades, algunas salgan con defectos (aunque no debería ser así, y los controles de calidad deberían haberlos detectado).

Prueba: linterna dinamo de TechLight


No os resulte extraño que haya decidido hacer un nuevo post de linternas en Duraderos. Las linternas eran, junto con los receptores de radio, uno de los artículos que podríamos considerar "tecnológicos" que probablemente más nos entusiasmaban en la infancia, antes de la popularización de los ordenadores, smartphones, y similares. Conviene tener en cuenta que en aquellos años (sesenta, setenta..., antes de todo esto de lo que os estoy hablando) la tecnología de la que disponíamos los "mortales comunes" al alcance de nuestros bolsillos era muy poca: las calculadoras acababan de aparecer y eran muy caras, los móviles, por supuesto, solo eran reales en novelas de ciencia-ficción (y tampoco en muchas), y hasta los televisores eran, en su mayoría, en blanco y negro todavía.

Como alternativa a la linterna de Ledlites (Zweibrüder Optoelectronics) que probamos hace algún tiempo, y sin salir de las variantes de bolsillo, una opción muy a considerar - por ser más ecológicas - son las que poseen dinamo. En realidad funcionan con una pequeña batería, que en teoría es su punto más débil, pero en la practica, como veremos, no es solo así.

Slimboat, Slimbrowser y Slimjet: los navegadores ligeros para todas las necesidades


Slimboat, Slimbrowser y Slimjet llevan ya un tiempo en el mercado, aunque no son muy conocidos y por desgracia no hay un excesivo número de personas que los usen, lo cual no deja de ser curioso, porque son navegadores muy rápidos y ligeros y a muchos usuarios les irían de perlas. Son productos de la compañía estadounidense FlashPeak Inc., afincada en Austin, Texas.

Con las últimas versiones de los "supernavegadores mastodónticos" de hoy en día, como Firefox, que en sus últimas versiones como la 38 llegan a ocupar un bestial espacio de memoria (¡casi 300 Mb de RAM!), para muchas personas se hace imprescindible versiones de navegadores más ligeros y mucho más eficientes que el ofrecido por Mozilla, teniendo en cuenta que con este tipo de navegadores casi solo puedes hacer que estar en Internet, llegando a sobrecargar tanto el sistema que sobrepasan las necesidades de suites ofimáticas (que eran antaño las que más recursos demandaban). Por lo tanto, que un navegador sea tan exigente con nuestro ordenador no es solo contraproducente, sino que es intolerable.

Quince días con un reloj mecánico (impresiones)


Hace tiempo que sé que los relojes de cuarzo pueden complicarte bastante la vida, no solo porque fácilmente te lleven a confusión con sus horarios mundiales, o que cambies de formato horario sin querer, o te activen el DST (o lo desactives) sin darte cuenta (con el consiguiente peligro, sobre todo en aquellos en donde ésto lo puedes cambiar apretando un simple botón, como los Casio DB-360), sino que, además, pueden llegar a ser muy poco precisos.

Que el Nixon se atrasase varios minutos por día, o el Casio AL-190 adelantase casi veinte segundos a la semana, son otros buenos ejemplos de que no todo podemos dejárselo en manos de un reloj de cuarzo, o fiarnos absolutamente de él sin ninguna clase de reparo.