Sin querer o queriéndolo, la vida es una constante pérdida. Durante los primeros años de nuestra existencia vamos conociendo personas, compañeros de colegio o de diversión que con el correr del tiempo se convierten en compañeros de vida. Así, vamos acumulando experiencias, convivencias y amistades.
Pero llega un momento en que este sumatorio varía totalmente y la vida nos obliga a restar.