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Prueba: teclado Bluetooth plegable de Leotec


Tras el fiasco de los alicantinos de Subblim, vamos hoy con otro teclado de la misma tecnología, pero muy diferente: el Mini Teclado Bluetooth de los catalanes de Leotec. Lo primero que he de decir es que, cuando veo eso de "diseñado en España" pero fabricado en China, me echo a temblar. Como ocurrió con Subblim (ya lo habéis visto), la mayoría de las ocasiones el "diseñado en España y hecho en China" no quiere decir ni más ni menos que todo lo han hecho chinos mal, y que la mayoría de las veces también está mal diseñado, porque en España ni siquiera han visto el producto final, solo les enviaron las especificaciones y han cruzado los dedos para que las siguieran (si es que han podido traducir algo al chino).

Por fortuna, en Leotec no ocurre eso. Su teclado tiene una calidad increíble, claro que es un poco más caro que la birria de Subblim, pero también es cierto que en Leotec les dan mil vueltas a los alicantinos. La layout, la identificación de teclas, y sus respectivos carácteres, todo está en su sitio, funciona, y funciona bien. No ocurre como en otros teclados de este tipo, en donde pulsas una tecla y te aparece cualquier otro carácter, esto con el Mini Teclado Bluetooth de Leotec no lo sufrirás.

El nacimiento de la relojería


Las clepsidras (relojes de agua) eran conocidos por los egipcios, quienes le atribuyen su invención a Cteribio. Pare parecen haber sido los chinos quienes lo inventaron primero, quienes lo mencionan como una de sus más notables invenciones. De Egipto pasaron a Grecia, pues, y de allí a Roma.

Las clepsidras eran raras en Roma; pero había algunos de lujo. Como era necesario renovar con frecuencia el agua, en las casas más ricas había un esclavo específicamente encargado para este menester, para que, fuera de noche o de día, los señores de la casa pudieran conocer la hora que era.

Diccionarios antiguos y "diccionarios modernos"



Ayer tarde pasé por la librería para adquirir un pequeño diccionario, manejable, que me resultara útil cuando estoy escribiendo y necesito consultar algo muy concreto (nombres de huesos, de países, etc.). El caso es que los Iter Sopena que todos teníamos de niños (o que muchos recordaréis), tenían dibujos y láminas con profusión, que aparte del diccionario en sí te permitían conocer otros elementos (cómo se llamaban las partes del motor de un coche, las banderas de los países...). Tuve durante mucho tiempo uno de ellos pequeño, que te venía forrado, y con un bonito formato de bolsillo, y era el que utilizaba mientras escribía. Por supuesto, aquel diccionario quedó anticuado y hace mucho que se fue de mi lado, así que buscaba uno que fuera más actual. Pero cuando he visto la oferta de diccionarios de bolsillo actuales me he llevado una gran decepción: ninguno tiene gráficos ni fotografías, no pidas ya siquiera láminas a color. Supongo que hoy están de capa caída frente a los buscadores de internet, y que las editoriales tratan de publicar lo mínimo posible, aunque no fuesen, ni mucho menos, baratos.

Tras la decepción del diccionario de la lengua, decidí buscar alguno de sinónimos. El que tengo es un enorme volumen de Corripio que ya lleva conmigo muchísimos años (su primera edición data de los años 90). Por aquel entonces era uno de los más completos del momento, así que pensé, en mi inocencia, que ahora habría algo mejor. Me costó 1900 pts (unos 11 euros), y por ese precio lo que he visto da auténtica vergüenza ajena: diccionarios más pequeños, menos voluminosos, con menos hojas y con menos entradas (el de Corripio incluía, además, vulgarismos).

Prueba del logbook TuttiConfetti de MiquelRius


Entra las colecciones que la marca MiquelRius suele lanzar al mercado cada temporada, siempre suele haber divertidas variantes de firmas de diseño frescas y actuales, que dan su punto de vista no solo con alegres colores y motivos sorprendentes, sino con diferentes estilos de interpretar y ver el mundo, sus vivencias y, en suma, la cultura e ideas que intentan transmitir.

Entre esos motivos uno de los que más destacan son los viajes, el movimiento dinámico o, si se quiere ver así, la ilusión y el optimismo. Es eso precisamente lo que tenemos en la colección TuttiConfetti que, además, le viene que ni pintado a un logbook, pensado en cierta forma (y para mucho de su público objetivo así es en efecto) para ser transportado, vivido, llenado hasta los topes, y hasta sus últimas páginas, de nuestras experiencias.