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El bulo de las gafas con filtro de luz azul


Cuando fui a adquirir mis últimas gafas, pedí junto con el filtro UV (no sé por qué tienes que pedirlo, se supone que todas deberían llevarlo de fábrica) el de luz azul. Es un filtro que se ha puesto muy de moda en las ópticas, tanto para gafas de sol como para gafas de ver, o sea, las "normales". La cuestión es que ese filtro, (que aunque tergiversa mínimamente los colores, es recomendado por todos los ópticos "del planeta"), tiene un coste bastante elevado. Tanto que decidí prescindir de él y no ponérselo.

Los cristales que llevan filtro de luz azul se reconocen a simple vista de una manera bastante sencilla: basta inclinarlos un poco hasta que emitan reflejo, y entre esos reflejos suele encontrarse uno característico azul intenso. Ese es el filtro.

Cómo cambiarle nosotros mismos los cristales a unas gafas


Hay sitios por internet que hablan sobre cambiar o sustituir los cristales a las gafas, pero suelen necesitar un calentamiento previo del material (para que la gafa se dé "un poco de sí") y cosas parecidas. Así que hemos decidido en Duraderos ofreceros una serie de pasos por si, llegado el momento, necesitáis realizar un cambio de cristales en vuestras gafas.

He hecho varios cambios de cristales, tanto de gafas deportivas como de ver, y en todos he utilizado este método sin ningún problema, y - hasta ahora - no se me rompió ningún cristal.

Project Lobster y similares pueden tener los días contados


Como seguramente muchos sabréis, Lord Wilmore ha echado definitivamente el cierre. Tras haber sido pioneros en la venta de gafas graduadas online, y con la constante presión del lobby (léase las ópticas) para que cerrara sus puertas, al final han tenido que ceder. Parece ser que las ópticas no han visto con buenos ojos la competencia de estas páginas que ofrecen gafas graduadas a unos precios competitivos, y con la excusa de defender lo indefendible (que es una cuestión de salud y que las gafas solo deben comprarse en ópticas, cuando en realidad son los ópticos los que peor suelen atender y sus precios abusivos están super-mega-inflados, como ya os contamos sobradamente por estas mismas páginas - y en varias ocasiones, aquí y aquí, sin ir más lejos -), presionan para que quienes ofrecen sus gafas a través de Internet, no puedan venderlas.

Lord Wilmore ha sido la primera en caer, pero seguramente Project Lobster será la siguiente. De hecho, con Lobster nos pusimos en contacto hace algunas semanas, precisamente, aunque no obtuvimos respuesta alguna, lo cual es bastante significativo de que las cosas no les suelen ir muy bien. Nos preguntamos qué sentido tiene cerrar páginas en España, si al final el cliente que quiera va a adquirir esas mismas gafas graduadas online, pero fuera de nuestras fronteras. Lo único que hacen los ópticos es intentar quitarse competencia, para que puedan seguir teniendo el monopolio de un mercado que por obligación, y por prescripción médica, muchos tenemos que costearles. Así, se entiende que marcas como Ernest no hayan querido comercializar sus productos online, porque en España una marca de gafas lo tiene muy difícil: o pasa por el aro de las ópticas y les vende a ellos, o se los cargan. Así de simple.

Mi desventura con MultiÓpticas


MultiOpticas (hoy MO, como ellos la llaman), siempre fue una marca querida para mí. Ya desde pequeño, era la preferida en mi familia, antes que otras competidoras como Navarro Optico (también hoy venida a menos) o similares. Hace unos años decidí adquirir allí unas gafas, con un experiencia bastante desastrosa: el muestrario era minúsculo - solo pude probar dos o tres modelos, no tenían más -, y aunque la señora se esforzaba (una atendía y tres mirando, como si fuera un circo, ya suponéis) la experiencia no fue nada grata.

En teoría elegí unas gafas robustas, tanto es así que la chica para demostrarme lo robustas que eran las abre, las retuerce (literalmente) y las dobla. Porque, según ella, la pasta "lo aguanta todo".

¿Ya no se hacen gafas como antes?


Siempre que hablo de gafas graduadas me acuerdo de una anciana que conocí. Esta señora estaba harta de cambiar de gafas, y cada dos por tres estaba en la óptica para que se las repararan, o le volvieran a colocar el cristal de las lentes que se le caía. Y no es que fuera descuidada con ellas, ni mucho menos, todo lo contrario: como la mayoría de personas mayores, era muy cuidadosa con sus gafas, porque precisamente eran caras (y aparte de la graduación, tenía lentes fotocromáticas y bifocales, lo cual encarecía más su precio).

Acabé por colocarle unos tornillos que aseguré con pegamento, con el inconveniente que la señora tenía que guardarlas sin poderle plegar las patillas. Aún así, cada dos por tres volvía a mí para que le apretara unos tornillos que no tenían más apriete posible. Se las remendaba para que le durasen un par de semanas más, que era todo cuanto yo podía hacerle.