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Mi primera calculadora


Eran los años ochenta y mi hermana trabajaba para unos señores que tenían una tienda de electrónica. Era un comercio muy popular en la ciudad, de esos que durante los setenta, y sobre todo los ochenta, experimentaron un gran augue hasta que la llegada de los chinos inundando el mercado con sus productos de usar y tirar, y las continuas quejas por los productos de mala calidad de ese país asiático, acabaron con todo este tipo de negocios.

A veces solían darle algún que otro producto de marketing, y un día llegó a casa con esta pequeña calculadora a pilas. Me la dió, sabiendo mi afición por estas cosas, y lo mucho que había deseado tener por fin una calculadora. He de decir que la calculadora me sirvió de gran utilidad, de hecho llegué a estudiar con ella -en mi casa ni soñar con tener una calculadora científica-, y recuerdo que su pequeña pila (una "G10", V10GA o LR54) le duró muchísimos años. Hace bastante tiempo le retiré la pila y guardé la calculadora.

La libreta roja de los secretos


A veces nos sobrevuelan ideas sobre la cabeza que queremos desarrollar a posteriori, bien sea para un libro o, los que solemos escribir blogs, para un artículo o reportaje. Son titulares sueltos, o temas sobre los que tratar.

Solía escribirlos en el móvil, usando el sistema de notas, pero cuando vas acumulando muchas resulta un caos, de manera que a veces tenía que ir borrando notas antiguas o guardándolas en el ordenador, por lo que me encontraba en ocasiones con titulares pendientes de desarrollar que no recordaba (y que no podía consultar sin tener el ordenador). Como mi memoria es bastante débil, a veces podía darse el caso que no sabía si aquella nota ya la había abordado, o había escrito sobre ella.

La curiosa historia que se esconde detrás del nombre de Rolex


Rolex fue fundada por el alemán Hans Wildorf. No es una marca alemana, sino inglesa, puesto que él y su cuñado (Alfred Davis) empezaron con una empresa de distribución de piezas de relojería en Inglaterra. La marca se denominó inicialmente "Wildorf & Davis", pero montar eso en la esfera del fondo de un reloj no quedaba nada bien. Wildorf buscaba una marca que fuese fácil de pronunciar, de recordar, y que fuese corta, para que pudiera verse bien en el fondo del reloj y quedar centrada, no con espacios en blanco como las combinaciones de varias palabras.

Se dice que Hans Wildorf estuvo probando y probando las letras del alfabeto, mezclándolas entre sí, hasta que se quedó con unos cien nombres, pero ninguno de esos cien nombres le convenció.