Tecnología mecánica, la tecnología de la segunda oportunidad


Una tarde uno de mis amigos, ex-compañero de trabajo, me llamó para que bajase a la calle. Cuando salí del portal le vi al lado de la acera, junto a una destartalada y antigua furgoneta de Renault. La furgoneta en algún momento de su vida había sido amarilla, sin embargo ahora su color, desgastado por las inclemencias del tiempo y el uso, era más bien cremoso. Dimos una vuelta, para acabar comprobando que realmente era un vehículo que no había tenido precisamente una buena vida -una furgoneta es un vehículo de trabajo, así que imaginaros...-, pero aún así su motor Cleon (así llamado popularmente, debido a la factoría francesa de la que procedían) seguía tirando de ella tan alegremente.

Era una furgoneta que, como suele ocurrir con los vehículos viejos, tenía su "temperamento". En los días lluviosos y fríos le costaba bastante arrancar, aunque el motivo era que a su viejo distribuidor mecánico le entraba humedad y hacía mal contacto. Pero tarde o temprano, o incluso abriéndole el Delco y dándole un poco de calor, mi amigo lograba que echase a andar.




Esas cosas son imposibles hoy. Si algo ocurre en tu coche un código de falla se queda automáticamente registrado en su memoria informática (OBD), y electrónicamente un chip preprogramado impide que puedas utilizarlo en un estado deficiente. A lo sumo, te permitirá hacerlo funcionar "bajo mínimos" el tiempo suficiente para llevarlo al taller. Que un auto de ahora pudiera funcionar como estaba la furgoneta de mi amigo sería impensable. Te obligaría a conducir bajo unos límites pre-establecidos, una serie de criterios en donde ni podrías acelerarlo a determinadas revoluciones, ni usarlo de un modo "normal".

Realmente es muy parecido a lo que ocurre con los relojes mecánicos y los electrónicos, smartwatches o modelos similares de cuarzo. Hace poco tiempo un relojero mostraba cómo reparaba un viejo calibre de una reconocida marca. Su dueña había comprobado que el reloj "no iba bien", pero eso no quería decir que no funcionase. Lo que le ocurría es que una deformación en su resorte hacía que no pudiera utilizar todo el impulso de su energía almacenada. Pero la cosa es que el reloj, con más o menos dificultad, seguía funcionando.


En un reloj de cuarzo las segundas oportunidades no suelen darse. Si se estropea una parte de su circuitería, te echará al traste todo el reloj. No me estoy refiriendo a que pueda aflojarse una manecilla o despegarse un índice, que eso a cualquier tipo de reloj le puede pasar, sino que me refiere a un "fallo del sistema". Un reloj mecánico puede deteriorarse, o gastarse alguna pieza, que lo haga inexacto, impreciso o que le dure poco la carga, pero más o menos podrías seguir usándolo un tiempo. En uno de cuarzo no tienes esta opción: si falla parte de su circuito, si hay una sobrecarga, se introduce humedad o se daña la pila, dejará de funcionar y la reparación probablemente será imposible.

En un reloj mecánico incluso magnetizado, con partes oxidadas o sin lubricar, podrá ir más o menos renqueante, pero puedes "remendarlo" para que al menos cinco minutos, media hora, te logre medir el tiempo. Eso no es posible en un cuarzo: si se para, se paró todo. En un mecánico es más difícil.


Por supuesto pueden romperse piezas en ambos tipos de relojes, pero aún en este caso un mecánico puedes ver visualmente "qué está pasando", mientras que el de cuarzo... Bueno, el de cuarzo, como en los coches, requerirá un recambio. No valen chapuzas, no valen remiendos, no valen apaños. Se estropea el módulo, y hay que cambiar el módulo. En un mecánico se estropea un pieza, y se puede cambiar esa pieza, o limpiarla, o engrasarla, o buscar alguna que sirva de un calibre similar.

A veces buscamos la durabilidad y el que las cosas sean reparables, pero en ocasiones ésto lo hacemos sobre la tecnología equivocada. No está pensado para ser reparable algo que ni siquiera se ha diseñado ni fabricado para tal fin, sin embargo la tecnología mecánica es diferente.


Siempre me acuerdo de esto cada vez que tengo que cambiar de teclado (que ya son bastantes), porque a mis Logitech se les borran las letras de las teclas, se atoran, se ensucian... Y me pregunto por qué fabrican teclados así hoy. El teclado de mi máquina de escribir mecánica jamás tuve que cambiarle nada. En los más de diez años que estuvo conmigo, lo único que tenías que hacer era limpiar las teclas con un paño suave, y engrasarla. Nada más. Solo eso para que siguiera funcionando ágil y eficazmente. Jamás se desprendió una tecla, y por supuesto jamás se borró un carácter.

Supongo que hoy día habrá más tecnología para hacer mejores teclados y más duraderos que aquellos, pero al parecer y por lo que se ve, no. Sé que estoy comparando tecnologías diferentes, pero, ¡caramba!, ¡las teclas siguen siendo teclas! ¿Por qué no las hacen tan robustas como antes? Y si son tecnologías tan diferentes, entonces la conclusión es que la vieja tecnología mecánica supera en robustez a la nueva.


Imagino que, para los niños de hoy, todo esto sonará a marciano. Con sus teclados "virtuales" en los smartphones que serán tan caducos como la misma pantalla, eso de que un teclado te dure diez, veinte o treinta años en el mismo dispositivo (conozco gente que aún tienen la máquina de escribir del abuelo) les parecerá imposible. Éste mismo teclado (con el que escribo este texto) no tiene "e", la "n" se le ha borrado, y así con todo: suma y sigue. Relojes de plástico que hay que sustituir correas cada dos años, pero que no encuentras y tienes que tirar el reloj entero; coches que te obligan a retirarlos de la circulación cada diez años (y a ser posible cinco...), y así con todo.

Quizá, al final, lo único bueno que nos trae todo este consumismo de desperdicios para comprar otro nuevo, y tirar y comprar, y tirar y comprar, es que nos demos cuenta de que en algún momento tendrá que parar este despropósito, y que en algún lugar de un pasado no tan lejano, las cosas eran de otra forma, y aparte de cuidarse los detalles tanto o más que ahora, se cuidaba también su durabilidad, el poder seguir usando ese artículo, ese reloj, ese coche, incluso con pequeños contratiempos. Porque si ese mes no podías permitirte gastar el dinero de la reparación, podías dejarlo para el siguiente y seguir usando más o menos ese reloj o ese producto esporádicamente, hasta que pudieras repararlo adecuadamente. Poder remendarlo, "parchearlo", medio-repararlo, salir del paso..., sin tener que tirarlo.

Eso, esas "medio reparaciones", esas posibilidades de hacer que siguiera funcionando para darte un poco más de tiempo y respiro, hoy son imposibles. Hoy no hay segundas oportunidades. Tienes que tirarlo e irte a por otro, que hay que seguir alimentando el consumismo.

| Redacción: Duraderos.esRevistas.com