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Llamada a filas



Los más jóvenes puede que no entiendan muy bien toda aquella problemática pero los que ya tengan una edad recordarán con bastante nostalgia (y probablemente mucho temor) una de las etapas más inquietantes y repelentes por las que tenía que pasar todo varón español en edad de merecer: la llamada a filas. Es decir, su incorporación a "la mili". Servir a la patria (bonita palabra para abusar de ti cuanto quieran, por cierto).

No me voy a meter en camisas de once varas con este tema, solo diré que hasta que en los noventa no llegó el PP para liberarnos de aquella gilipollez, cada año miles y miles de reclutas veían sus nombres, apellidos y DNI (sí, lo de la privacidad se lo pasaban por el forro en aquellos tiempos) publicados en todos los panfletos y periódicos para acudir a su centro de reclutamiento. En mi caso, recuerdo muy bien cuando llegué una mañana a casa desde el trabajo, y me encontré a mi padre con el periódico sobre la mesa, consultando con inusitado interés el listado para ver si aparecía mi nombre.

Veo a gente muy emocionada



Veo a gente muy emocionada porque no tiene la guerra a las puertas de su casa. Gente que se pega al televisor como si vieran una entretenida película de acción, e incluso se dedican a poner mapas interactivos en sus blogs o redes sociales para seguir el conflicto armado de Rusia contra Ucrania. Vamos, como quien ve un partido de Champions. Patético.

No vamos a caer en esas groserías. Tampoco en el hecho de que los soldados rusos ahora, en lugar de llevar orgullosos aquellos Elektronika o Vostok con las estrellas rojas de la URSS por todas partes, ahora llevarán G-Shock japoneses (bueno, más bien chinos y tailandeses).

Comparativa de encendedores a gasolina, ¿mejor un Zippo o un Clipper?


Hace algunos años, los encendedores a base de gasolina tenían un notable auge. No era raro: funcionaban con combustible "barato", se les podía echar gasolina, parafina o lo que fuera y, además, eran duraderos. Así que muchos fumadores los elegían para darles un brutal trote diario.

Pero las cosas han cambiado mucho: los estancos están de capa caída, las ventas ya no son lo que eran porque, por fortuna, casi nadie fuma ya, y los fabricantes de este tipo de encendedores ya no son ni la sombra de lo que eran. Ni Zippo fabrica sus encendedores a mecha y de gasolina como antes (ahora se han centrado en productos más "tecnológicos" como calientamanos) ni Clipper, inmersa en una profunda crisis, fabrica los buenos productos que hacían antaño.

Encendedores Champ y Penguin, los grandes olvidados de hoy



Descubrí los encendedores de Champ cuando me encontré con la burrada que pedían por un Zippo, entonces me di cuenta que había alternativas mucho más asequibles y de una gran calidad, que nada tenían que envidiar a los elitistas de Zippo. Incluso compartiendo el mismo diseño y piezas (al contrario que Star, por ejemplo, que tienen diseño y piezas distintas).

Como muchas firmas de este tipo, el fabricante Champ originalmente era austríaco - aunque llegaron a fabricarse en Francia, e incluso en Japón y Corea -, pero hace tiempo que - como suele ser por desgracia muy habitual en este tipo de productos - desapareció. Hoy se fabrican, convenientemente remarcados (y con la misma tipografía de marca, aunque obviamente sin la referencia a su origen europeo) por factorías asiáticas.