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Año nuevo, agendas nuevas: MiquelRius Activa y MiquelRius Pro


Durante las últimas semanas de cada año hay ciertas costumbres que se repiten: villancicos, dulces y gastronomía diversa navideña, el sorteo de Navidad, el belén y adornos navideños, la carrera de San Silvestre... Y las compras y regalos, claro. Entre esas compras hay un artículo especial que es imprescindible, bien sea para regalar, o para nuestro uso personal: las agendas.

Los teléfonos móviles, smartphones y ordenadores no han conseguido ni mucho menos eclipsar a las agendas en papel, por muchas razones. Entre esas razones destacaría, por ejemplo, el acceso y disponibilidad en todo momento, sin necesidad de enchufes ni baterías; la facilidad de encontrar la información, y sobre todo: el poder hacer de esa información algo mucho más fiable, sin temor a que se nos dañe o sus datos se corrompan, como puede ocurrir en las agendas electrónicas de los smartphones o del ordenador. Además, para usarlas no necesitaremos conexión ninguna, algo esencial porque no siempre la conectividad a Internet es fiable.

Nuevas agendas escolares MiquelRius: para empezar el curso con estilo


MiquelRius lanza una nueva colección de agendas para el curso escolar 2017/2018, con un diseño muy cuidado y en distintos colores y motivos, como nos tienen acostumbrados en MiquelRius. Desde colores sólidos, hasta diseños de fantasía, incluso personalizables, por si queremos darle nuestro toque personal.

Todas estas agendas las tendrás disponibles en tu papelería habitual.

La agenda A6 de Dohe a medio año de uso


A principios de año os hablaba de cómo adquirir agendas anuales notablemente más baratas cuando pasan las fiestas de reyes. Recordaréis también que, si bien usaba el móvil como agenda, este año volvería al método clásico de utilizar una agenda de papel, tras la experiencia de que algunas citas se me habían pasado con el móvil.

Lo que más temía era que me volviera a ocurrir como en los años noventa, cuando adquiría agendas anuales (o dietarios) y tras los primeros meses de uso con la novedad, acabase luego arrinconada.

¿Cómo eran las agendas en los años noventa?


Aprovechando que he tenido la oportunidad, y dado que recientemente he tratado el tema de lo completas que eran las agendas de antes, con ocasión de las reviews que he hecho sobre algunas agendas y dietarios de este año, vamos a hacer un apasionante viaje al pasado y, como si acabasen de salir de la editorial, vamos a analizar algunos modelos de agendas de los años noventa.

En algunos de esos modelos han caído sobre ellos más de veinte años, puede que muchos de nuestros pendrives y tarjetas de memoria no puedan decir lo mismo. Por cuestiones de privacidad, en algunas agendas he ocultado información escrita, pero en lo demás la agenda aparece tal y como está ahora, o sea, con muchos años a sus espaldas. Sé que os resultará sumamente interesante esta curiosa comparativa entre las agendas del pasado, cuando ese mercado vivía los últimos coletazos de un tiempo que no se volvería ya a repetir.

El momento ideal para comprar agendas y dietarios


Las Navidades ya han pasado, los reyes ya han pasado, y todo el mundo que tenía que regalar agendas ya lo han hecho. Las tiendas y centros comerciales apuran los últimos restos antes de devolverlas y cerrar la temporada, cosa que ocurrirá en unas semanas. Por lo tanto, es el momento más propicio para hacernos con una agenda, si no lo hemos hecho ya. La razón es que las tiendas saben muy bien que, lo que queda, difícilmente se va a vender ya. De manera que si has tenido paciencia, ahora es el momento de aprovechar, antes de que las retiren de las estanterías.

Hoy voy a aprovechar la ocasión, por tanto, para hablaros de tres modelos de agendas diferentes y comentaros sus pros y sus contras, por si os resulta de utilidad antes de acercaros a vuestra papelería preferida. Una de ellas, precisamente, será también mi agenda de este año, en concreto una Dohe.

Agendas y papelería Finocam


Normalmente llevaba toda la agenda de tareas a realizar en mi móvil, pero hace unos meses me ocurrió un hecho desagradable: como el móvil almacena la información del mismo día, solapando una entrada a la otra, resulta que un acontecimiento importante ocurrido el pasado julio me pasó totalmente desapercibido. Entonces me dije que nunca más, y decidí volver al papel.

Hacía años que no usaba una agenda, aunque también es verdad que durante los años noventa sí las usaba, pero con la llegada de la telefonía móvil y sus cómodas agendas acabé prefiriendo el formato electrónico porque lo veía más cómodo, ya que me facilitaba llevar toda la información conmigo sin ocupar espacio ni teniendo que transportar peso extra. Pero tal como existen sus bondades, también tiene sus inconvenientes, y entre ellos no solo se encuentra el que sea más fácil que nos despistemos y perdamos alguna cita importante (en la agenda del papel, al poder ver varios días de un solo vistazo, es más difícil que ocurra), sino que tiene un potencial riesgo de que se nos extravíe, el móvil se dañe o perdamos los datos (o los borremos por accidente sin que nos demos cuenta).