La oscura historia que se esconde detrás de la exploración espacial soviética



Hay muchas personas que siguen viendo en la cosmología soviética cierto romanticismo y misticismo por sus conquistas, un poco debido a sus supuestos logros con las estaciones y paseos espaciales y, sobre todo, al desconocimiento en la materia. Hace poco en Twitter un seguidor me mencionaba la celebración de los 60 años del primer vuelo espacial, realizado como casi todos sabréis por Yuri Gagarin el 12 de abril de 1961. Sin embargo, para que esa hazaña consiguiese su éxito fueron necesarios muchos sacrificios, y en aquellos años de soberbia nacional soviética, las catástrofes no salían a la luz. De hecho, tuvieron que transcurrir muchos años, muchísimos, para que todos supiésemos que la perra Laika no había muerto "placenteramente" en el espacio, mientras su cápsula daba vueltas "paseándose" sobre la tierra, sino de una forma horrible y agónica. Pero no fue el único animal. De hecho, también hubo humanos. Muchos humanos.

Hoy se sabe, por ejemplo, que Valentín Bondarenko, amigo personal de Gagarin, tuvo una muerte horrible un mes antes de completarse el primer vuelo espacial tripulado (en marzo de 1961) cuando participaba en el programa Vostok I. No obstante, Bondarenko no murió en el espacio, murió mientras realizaba unas pruebas dentro de la cápsula, cuando por accidente dejó caer un paño con alcohol sobre la consola caliente que hizo que se produjera un incendio. También fallecieron mientras realizaban pruebas los astronautas norteamericanos Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee, en 1967, al no poder escapar tras una explosión. Su muerte no fue en vano: hizo que la NASA rediseñara la nave Apolo para dotarla de escotilla de escape.

¿Cuánta compensación se han llevado nuestros anunciantes?



Habitualmente nos contactan firmas de todos los sectores, especialmente dedicadas al marketing y la publicidad, bien sea a través de venta de links (afiliados o por lotes de subastas), como agencias de publicidad. Aunque nuestras tarifas están a la vista, les solemos responder que no es habitual que vendamos espacios publicitarios, sino que los reservamos para marcas y productos que nosotros elegimos expresamente. El ser un medio independiente y totalmente autónomo nos permite disfrutar de ese tipo de privilegios (que pagamos a veces caro, pero esa libertad creemos que merece la pena). Eso quiere decir que las marcas que anunciamos las elegimos nosotros, o dicho de otra manera: para que alguien aparezca anunciado en nuestros medios, tenemos que elegirlo, no sirve que venga tan solo con una oferta bajo el brazo, por suculenta que ésta sea. De manera que a esas firmas de marketing solemos decirles que, si quieren aparecer, contraten publicidad de Adsense en las publicaciones en donde ésta la tenemos (como Revista Coche o Zona Casio).

Así las cosas, hay marcas que se pelean por estar ahí, y obviamente porque saben que les compensa. Aunque muchas de ellas son - y han sido - llevadas al blog por nosotros, de momento no las hemos elegido para anunciarlas (aunque sí les hemos compensado con aparecer en los reportajes, por supuesto).

Aquellos domingos de radio



No me gusta el fútbol, y mucho menos por la radio, me resulta soporífero y aburrido. Quizá porque mi padre se pasaba los domingos por la tarde escuchando el carrusel de RNE (su emisora preferida y a la que siempre le fue fiel, aunque hoy habría que llamarle "tablero deportivo" por aquello de los "copyrights", ya que, como sabéis, el término de "programa carrusel" es de la SER), y quizá por eso quedé hasta "el moño" de fútbol. Pero es verdad que, aunque los carruseles deportivos sea aún hoy uno de los espacios que más beneficios aportan a las grandes cadenas de radio, sus oyentes están en caída vertiginosa e imparable.

Normalmente cuando pasaba por los parques en mi ciudad no era nada extraño encontrarte con ancianos escuchando los partidos por la radio, pero a medida que esos ancianos van desapareciendo, esa práctica también cae en desuso y cada vez es más raro verte con un señor con el receptor en la mano oyendo los partidos.

Los regalos de las firmas relojeras en "la nueva Basel"



Baselworld casi puede decirse que ha pasado a mejor vida (y lo ha hecho de un año para otro, como quien dice, además), en su lugar se ha celebrado en Ginebra el salón de la relojería "Watches and Wonders" que le ha tomado el testigo por estas fechas. Aunque por razones sanitarias el evento ha tenido lugar "online" (que es lo mismo que decir que ha tenido lugar "cuando uno quisiera conectarse"). Pero, sin embargo, las marcas lo que no han hecho virtuales son los detalles con los que, año tras año, obsequian a los medios de comunicación.

Piaget, por ejemplo, ha hecho llegar a sus medios de comunicación preferentes (sus VIPs) una caja de moscovitas, mientras que Rolex se ha esmerado un poco más, y ha enviado a "sus" periodistas, fotógrafos y reporteros una bolsa junto con un estuche de lápicews de dibujo. Pero no unos lápices cualquiera, no unos Alpino "cutres", sino unos lápices de una de las firmas más elitistas del sector, de la marca Caran d'Ache, ni más ni menos. Lo que es tener contactos...

Entrevista con Paul Davis, el protagonista de las novelas de "A Contrarreloj"



Paul Davis no necesita presentación. El famoso y polifacético investigador de relojes es de sobra conocido por sus exitosos casos recuperando valiosos guardatiempos, cuyas narraciones podemos seguir en las novelas de "A contrarreloj" escritas por J. G. Chamorro.

Tras insistirle a su secretaria para que nos reservara algo de tiempo para una entrevista, finalmente conseguimos que Paul Davis nos atendiera mientras esperaba la llegada del tren en el que vendría una de sus colaboradoras más cercanas, la señorita Anabel Faure Dumont.


Comparativa: Zippo VS Champ de Polyflame



Tras la presentación del Champ de Polyflame, ha llegado el momento de ponerlo frente al "top" de este tipo de encendedores, todo un Zippo total y absolutamente original. Dada la evidente y abismal diferencia de precios entre ambos (menos de 2 euros frente a 50 euros de un Zippo), cabría esperar que también habrá una diferencia abismal entre calidad y materiales, pero veremos si esto es o no así.

Empezando por el embalaje, vemos en Zippo su cuidada caja - y de mayor tamaño - donde el encendedor cabe perfectamente, y se puede exponer sin problema alguno. Además, en el interior el embalaje posee una terminación afelpada, muy elegante. En Champ, sin embargo, es una cajita muy espartana donde el encendedor cabe y muy justo, sin ni siquiera logotipo o marca que nos informe sobre qué es lo que contiene. Sin embargo, dentro encontramos algo sorprendente: el encendedor viene en su bolsita, con sus instrucciones muy completas y su garantía. En el Zippo no nos viene nada de eso, ni siquiera una nota de agradecimiento o mención alguna a su supuesta imperecedera garantía.