Paul Davis no necesita presentación. El famoso y polifacético investigador de relojes es de sobra conocido por sus exitosos casos recuperando valiosos guardatiempos, cuyas narraciones podemos seguir en las novelas de "A contrarreloj" escritas por J. G. Chamorro.
Tras insistirle a su secretaria para que nos reservara algo de tiempo para una entrevista, finalmente conseguimos que Paul Davis nos atendiera mientras esperaba la llegada del tren en el que vendría una de sus colaboradoras más cercanas, la señorita Anabel Faure Dumont.
esRevistas-. Señor Davis, ¿cómo se definiría usted? ¿Detective, sabueso, investigador, cazatesoros...?
Paul Davis-. En un tiempo me gustó el término de W.S.P.I., o sea Watch Specialized Private Investigator. No era más que un anglicismo que me parecía sofisticado, y en cierta manera, un homenaje a los P.I. (Private Investigators) de la literatura, el cine y la televisión. Finalmente decidí adoptar la denominación más sencilla en español: Investigador especializado en relojes.
esRevistas-. Su principal tarea es encontrar relojes, sean estos robados, extraviados, o incluso relojes que han estado asegurados, para que las aseguradoras no tengan que hacer frente a los costes de las compensaciones. ¿En serio puede llegar a dar tanto dinero alguien por un reloj, existiendo infinidad de dispositivos para ver la hora hoy día?
Paul Davis-. Hablamos de alta relojería, son guardatiempos de lujo en donde su valor económico y emocional va más allá de su función como instrumento para consultar la hora. Suelen ser maquinarias, calibres como se les llama en el sector, con cantidad de diminutas piezas mecánicas maravillosamente interrelacionadas. En algunos casos autoría de genios que sólo construyeron unos pocos relojes así. Piezas que les llevaron años y años de trabajo. Un tiempo que obviamente se debe pagar. Por supuesto están también sus materiales, a menudo preciosos como el oro o el platino lo que incrementa todavía más su valor monetario. A eso se le suma la parte histórica, la herencia, la leyenda de marcas centenarias en el negocio. Si os dais cuenta, las piezas más cotizadas lo son por haber pertenecido a alguien: A Elvis, a McQueen, a Newman...
Objetivamente es algo difícil de justificar, si bien estamos rodeados de ejemplos así. Hace no mucho se subastó un perfume, el conocido Chanel Nº5. Se trataba de una edición limitada a solamente 55 unidades. Pues bien, el último frasquito que quedaba se adjudicó por unos 30.000. Está también el caso del whisky The Macallan que llegó a los 75.000, una botella que se conservaba desde 1926. Al final es siempre lo mismo, un objeto vale lo que otro esté dispuesto a pagar por él.
esRevistas-.¿Qué porcentaje de los relojes desaparecidos, por la razón que sea, se encuentran?
Paul Davis-. Hace tiempo que no se publican estadísticas globales actualizadas a ese respecto. La, a día de hoy conocida cita de "Cada año se realizan en España más de 450.000 robos, siendo uno de los países del mundo donde se realizan más hurtos (el primero de 64, según Nation Master). Muchos de ellos son joyas que se vuelven a fundir o se despiezan para darles una mejor salida o hacer perder su rastro. Pero cuando los robos incluyen relojes de alta gama, estos suelen revenderse" ha quedado anticuada.
Por mi experiencia cada vez se recuperan menos piezas. La facilidad y el anonimato que ofrece internet a la hora de contactar con compradores sin salir de casa, la velocidad y la facilidad del transporte aéreo, así como la desaparición de las fronteras en buena parte de Europa hacen que la reacción rápida sea fundamental. A partir de las 48 horas las probabilidades de encontrar esa pieza desaparecida se reducen exponencialmente. Por supuesto hablamos de ladrones cualificados, aquellos que quieren obtener el máximo provecho de un reloj sustraído o desaparecido. En "raterillos" la cosa es aún peor. Basta que tengan un horno capaz de fundir oro, los puedes encontrar en Amazon o eBay por menos de 200. Entonces desmontan el reloj, funden su caja preciosa y ese oro o platino fundido lo entregan en cualquier establecimiento público de compra-venta de oro que directamente les pagará al menos 30 por gramo. Al ser metal fundido, no hay forma de que puedan demostrar que proviene de un reloj.
esRevistas-. Siendo usted una persona acomodada, ¿por qué conduce un coche tan viejo como un Seat 124 Sport? ¿Por romanticismo, quizá? ¿Afán por destacar?
Paul Davis-. El otro día leía acerca de la degradación de la economía en los países del primero mundo. Se mencionaba que aquellos que tú crees que son ricos en realidad son clase media, y que la mayoría son de clase baja. A los de clase verdaderamente alta ni se les ve. En mi opinión soy alguien de clase media. Cierto que como profesional liberal me gano bien la vida, pero también conozco a dentistas o abogados que ganan igual o más que yo. Inclusive ellos no se juegan la vida, algo que a mi si me ha tocado hacer de tanto en tanto.
El 124 Sport... Bueno, es un automóvil que desde niño me agradó, representaba el vehículo deportivo nacional apto para todo y de precio razonable. Las prestaciones que en su época eran de deportivo hoy me permiten mantener cruceros a velocidad legal sin problemas. Es bastante compacto así que no me da problemas para aparcar. Pero sobre todo es que me encantan sus sensaciones. El sonido de su motor y su escape, la propulsión trasera que llega a las ruedas sin ningún elemento electrónico que se interponga, o incluso el volante que gira las ruedas sin ningún tipo de asistencia.
Que sea antiguo no me preocupa demasiado, ya me acostumbré a ello con el BMW M635CSi, un coche que me regalaron y que conduje durante una temporada. A fin de cuentas creo que se trata de mimarlo, lo que implica un buen mantenimiento en un taller de confianza, y una buena cantidad de dinero a la hora de conseguir recambios. Sale más caro que uno moderno pero a mí me compensa. Es como un reloj mecánico, no tiene apenas ventajas sobre uno de cuarzo, más bien al contrario, pero me encanta eso de llevar algo que técnicamente comprendo cómo funciona y que lleva décadas siendo así. Dudo que haya mucha gente que tenga el conocimiento para entender cómo funciona un coche de Tesla o un reloj de Xiaomi.
esRevistas-. Usted conoce a los autores Fenix Hebron y J. G. Chamorro, ambos se han dedicado a narrar sus aventuras en una serie de novelas. ¿Por qué decidió prescindir de Hebron y ofrecerle ese trabajo a Chamorro? ¿Falta de entendimiento tal vez? ¿No se llevaban bien?
Paul Davis-. Es una pregunta compleja. Hebron, con el que aún sigo coincidiendo en algún evento tenía un estilo literario que me agradaba. Era un buen narrador y creo fue capaz de lograr algo muy difícil. Narrar ordenadamente mis casos convirtiéndolos en una aventura. Sin embargo, nunca sentí un buen "feeling" con él. Hebron era educado y agradable, lo mismo que yo me considero, pero la relación no fluía. Intuyo que Hebron debió cansarse de aquel trabajo, o quizás es que tenía otras obras que le motivaban más. Lo cierto es que fue precisamente Fenix Hebron quien me puso en contacto con Chamorro. De inmediato noté que nos sentíamos cercanos, como si nos conociéramos desde hacía años. Tiempo después pensé que tal vez fuera porque con J. G. Chamorro compartía aficiones que no ejercitaba Fenix Hebron: la relojería mecánica, el afeitado clásico, el calzado tradicional, ... Son nimiedades pero en el fondo nos permitieron que siempre tuviéramos algo que compartir.
Recuerdo que inicialmente, con "El comienzo", no me gustó demasiado el resultado. Ahora me doy cuenta que puede que J. G. Chamorro necesitase un tiempo de rodaje, de adaptación a mi forma de trabajar, pero es que además eso de explicar mi niñez y mi juventud me violentaba un poco. Nunca me ha gustado hablar de mí, Paul Davis es esencialmente mi trabajo, no mi persona. Pero poco a poco me fui dando cuenta que Chamorro tenía algo que me agradaba mucho y que estaba relacionado con eso. Era capaz de darme ese toque humano, de persona de a pie que es lo que soy. No soy alguien marginal de los bajos fondos, ni tampoco soy un superhéroe, y eso J. G. Chamorro lo transmitió muy bien.
esRevistas-. Díganos - si es que se puede decir públicamente -, cuánto dinero le cobra a J. G. Chamorro por los derechos de sus historias. Entendemos que usted recibirá algún tipo de compensación por las ventas... Al fin y al cabo aunque él las escriba, es usted el protagonista.
Paul Davis-. (Risas). Pues menos de lo que la gente piensa. Desde el primer momento le dejé claro a J. G. Chamorro que mi idea no era hacerme rico con mis aventuras. Quería dar a conocer mi profesión, algo que casi nadie conoce y que muchos incluso piensan que no existe. Además me da la oportunidad de dar a conocer aspectos desconocidos de la relojería, transmitir esa pasión que yo siento por los relojes al lector. Como digo, mi profesión, y por tanto mi sueldo vienen de mi trabajo. Chamorro en seguida entendió mi punto de vista, él buscaba lo mismo que yo, seguramente porque él, aunque se dedique a la tecnología, es un apasionado de la relojería. Rápidamente nos pusimos de acuerdo en que los libros debían venderse al precio más bajo posible, lo más barato que permitiera la tienda de turno aunque obviamente sin tener que poner dinero de nuestro propio bolsillo. Así que en lo económico, ni soy una J.K. Rowling, ni es esa mi aspiración. Con el paso del tiempo mis aventuras se han ido tornando más y más populares, y es algo que a mí, como a Chamorro nos agrada y nos enorgullece tremendamente. Ojalá podamos llegar a vender tanto como Harry Potter, pero no para hacernos ricos, sino para que la gente pueda disfrutar de esas aventuras. Que yo sepa, Conan-Doyle no se hizo millonario con Sherlock Holmes, y aunque los más de 40 millones de copias de James Bond vendidas en vida de Ian Flemming le dieron mucha solvencia económica, tampoco fue un dinero que él pudiera disfrutar.
esRevistas-. Volviendo a la relojería, ¿le gusta cambiar de reloj? ¿Qué reloj lleva ahora?
Paul Davis-. Cambio muy a menudo de reloj, casi a diario y a veces incluso dos veces al día. Es cada momento el que me hace escoger uno u otro. En la literatura Chamorro me sitúa habitualmente llevando un Kronos Pilot Moonphase, un reloj que poseo y que disfruto, pero que sobre todo, representa gran parte de los valores que yo tengo en mi trabajo.
Por tanto, aunque no es lo normal que vista ese Kronos, ha sido la pieza que he escogido para esta entrevista en la estación de tren. El Pilot Moonphase es diríamos mi reloj corporativo, así que creo que era el que mejor pegaba para la entrevista en esRevistas.
esRevistas-. Además de su reloj, su navaja suiza que lleva siempre encima, y su linterna, ¿qué otras cosas lleva consigo normalmente? ¿Cuál es el "EDC" de un investigador de relojes?
Paul Davis-. Mi equipo de uso diario, perdona pero no me gusta demasiado el término EveryDay Carry no tiene mucho que ver con mi trabajo. En ese sentido soy bastante pragmático porque con un smartphone uno tiene suficiente para grabar una conversación, tomar fotografías, investigar en la web o consultar un mapa, además de para llamar por teléfono, claro. Llevo un encendedor de gasolina, ahora es de la marca austríaca IMCO, tal vez una reminiscencia de cuando fumaba, pero que me gusta llevar encima y que en alguna ocasión me ha sido de gran utilidad, lo mismo que mi navaja Victorinox o mi linterna tipo llavero Varta LED Keychain junto a las llaves de casa y del despacho. En mi cartera llevo además de tarjetas de crédito y mi documentación acreditativa una tarjeta de tipo abono para el metro y autobús. Si necesitas seguir a alguien que usa el transporte público, detenerte a comprar el billete te puede causar que lo pierdas de vista.
Antes llevaba una linterna Maglite, pero la he preferido dejar en el coche junto a otros objetos que me pueden resultar útiles de manera esporádica. Empezando por un conveniente paraguas de marca Carballo, varios cables de recarga, un taser Pulse+, anuarios de relojería de varias épocas y cosas por ese estilo.
Cuando puedo llevar "Mi maletín", un Lotusse de cuero en color marrón, el espacio adicional me permite transportar además de los documentos con los que esté trabajando en ese momento un juego de ganzúas, una batería de emergencia para cargar el teléfono o cualquier otro dispositivo, una libreta de notas en tamaño A4, mi estilográfica Inoxcrom Sirocco y unas gafas de sol Randolph Engineering de oro blanco en su correspondiente funda.
Paul Davis se encontraba tan abstraído en la entrevista, que no llegó a percatarse de que por detrás acababa de hacer acto de presencia su colaboradora Anabel.
esRevistas-. Ahora que nadie nos oye... ¿Se ha enamorado alguna vez de alguna clienta? ¿Y de alguna compañera de trabajo?
Paul Davis-. Mi clientela es muy variada y bastante amplia. No negaré haber recibido a clientas enormemente atractivas y tentadoras. Si bien el trabajo es lo primero, he trabajado muy duro durante muchos años y al final la reputación es lo único que diferencia a un buen investigador de uno mediocre. Eso no quita que una vez terminada la investigación y que esa dama ya no es mi clienta sino simplemente una mujer pueda haber ocurrido algo. Como decía antes, no me gusta ser el protagonista ni hablar de mí, así que dejaremos eso para mi intimidad.
esRevistas-. (Todo parece indicar que estando a la espera de la llegada de Anabel Faure, haya algo más en esa relación. Como periodista experimentado percibo el desasosiego de Davis y prefiero respetar su intimidad, así que continúo adelante). Creo que hubo una cierta polémica porque a Erius, el inquisidor, usted le regaló un reloj que después él le devolvió, o lo rechazó... ¿Qué ocurrió realmente entre ustedes? ¿Hubo algún tipo de desacuerdo, o fue sólo un malentendido?
Paul Davis-. Para nada. Ambos intentamos ser íntegros y actuar con lo que nosotros considerábamos ética. Ocurre que su forma de ser y su forma de pensar es muy distinta a la mía, así que efectivamente fue un malentendido. Erius es una persona a la que admiro, tanto por su trabajo como por sus cualidades humanas.
esRevistas-. Si yo quisiera ser investigador de relojes, ¿qué pasos debería dar? ¿Puedo presentarme a una aseguradora y ofrecerme para ese puesto?
Paul Davis-. Puede hacerlo claro, aunque espero que si lo hace no sea para ocupar mi puesto. (Risas). La investigación de relojes es una profesión que no está regulada, no más allá de la de detective privado al menos. Probablemente la LZ Insurances, la Jewels & Watches Security o cualquier otra compañía pueda contar con sus servicios a modo de "freelance". Si lo hace bien y logra resultados, le irán llegando más encargos. Todo es cuestión de proponérselo y empezar.
esRevistas-. Le hemos visto en multitud de situaciones de lo más variopintas, algunas ciertamente bastante cotidianas: yendo de compras, paseando, tomando una comida... ¿Pero por qué nunca le hemos visto enfermo? ¿Los investigadores no enferman? (No es que quiera ahora que usted se ponga enfermo, entiéndame).
Paul Davis-. En alguna ocasión creo que Chamorro me ha descrito como desanimado o algo enfermo, nada grave claro. Lo que ocurre es que en "A contrarreloj" lo que prima es dar a conocer las investigaciones, los casos en los que he trabajado una vez no hay inconveniente en que sean explicados. Si estoy enfermo no puedo trabajar, así que tampoco considero que tenga demasiado interés para el lector que yo esté enfermo y página tras página tengan que leer lo mal que me siento.
Hace algunos años sufrí una bronconeumonía pulmonar que me obligó a guardar reposo durante casi tres semanas, obviamente fue incómodo, preocupante y nada divertido. ¿Por qué querría alguien leer algo así?
esRevistas-. Si no fuese investigador, ¿a qué cosa se hubiese dedicado Paul Davis?
Paul Davis-. Mi carrera iba por los lares de la informática, así que quizás habría terminado siendo eso. Otro punto más en común con J. G. Chamorro. O puede que de no investigar hubiera dedicado mi tiempo a escribir... No lo sé con certeza.
esRevistas-. Todos destacan en usted la elegancia y las buenas maneras, ¿Paul Davis nunca pierde los estribos? ¿Cuál es su secreto para no descentrarse nunca de su objetivo, ni desequilibrarse en los casos más rebuscados o difíciles? Sabemos que Celia, la escolta, se relaja en el campo de tiro; Alexia Castela mastica chicle compulsivamente y Erius toma sus brebajes de malta mientras arma y desarma su encendedor Champ con parsimonia... ¿Qué hace usted cuando las circunstancias le llevan al límite? ¿Qué es lo que más le relaja?
Paul Davis-. Gran parte de eso es un autocontrol que he aprendido. Somos humanos y a veces perdemos el control, pero en mi caso no es frecuente y no suele ir más allá de una mala cara o una frase en tono más agresivo del normal. El silencio absoluto me permite desconectarme del mundo. Entonces me quedo mirando la manecilla segundera del reloj durante unos minutos y me tranquilizo. Como decía, tengo otras vías de escape, pero son muy normales. Me gusta pasear, conducir, y leer. Son actividades que me tranquilizan y me permiten distanciarme de los pensamientos constantes que requiere una investigación.
esRevistas-. Se puede ver que en Internet está lleno de páginas de lectoras que admiran sus andanzas, ¿por qué le quieren tanto las mujeres? ¿Les atrae su seguridad y su integridad?
Paul Davis-. Es algo curioso y que nunca me he planteado. Racionalizándolo diría que dado que la mayoría de lectores son de género femenino eso explique por qué son mujeres la mayoría de los que hablan de mí. Puede que les parezca sofisticado o elegante, pero no me lo considero así, no más que cualquier hombre medio diría yo.
esRevistas-. Hay hombres que, cuando se acercan a las obras que escribe de usted J. G. Chamorro, esperan ver disparos y mucha violencia, pero sin embargo se encuentran con alguien que ni siquiera lleva un arma consigo, ¿cómo se defiende cuando le tratan de atacar físicamente?
Paul Davis-. En alguna ocasión he llevado armas de fuego si es a lo que se refiere. Ha sido necesario. No me dedico a combatir a terroristas, así que mi vida no suele correr un peligro físico. La navaja o el táser suele ser más que suficiente en la mayoría de situaciones. Debo aclarar que aunque Chamorro escoge los casos más relevantes en los que he trabajado, sea porque hay acción, peleas, persecuciones, por el valor de la pieza desaparecida, o por el proceso investigador, la mayoría de mis casos son mucho más simples. Se resuelven en menos de un día, y muchos de ellos sin que deba salir siquiera de mi despacho o de mi casa.
esRevistas-. Y hablando de violencia, le hemos visto en alguna ocasión con el expeditivo Jethro, el Sargento Detective del CTB en el Departamento de Policía de Nueva York, ¿cómo describiría aquella experiencia? Debía ser bastante peculiar ver alguien tan pacífico como usted y tan centrado, con el temperamental detective Jethro, ¿no lo cree usted así? ¿Saltaron chispas entre ustedes?
Paul Davis-. Exactamente. Yo no soy un hombre de acción, así que cuando me involucro en situaciones así necesito de verdaderos expertos en el tema. Si unos guerrilleros nicaragüenses que llevan subfusiles AK-47 han robado un lote de relojes, no me presentaré yo allí solo y desarmado. Necesito profesionales que estén a mi lado, que sean buenos en lo suyo igual que yo soy en lo mío. Eso implica colaborar con los cuerpos policiales cuando pueden implicarse, o con fuerzas de seguridad privada como escoltas cuando no es así.
Me parece enriquecedor poder colaborar con ellos, creo que se aprende de su forma de actuar, y eso es bueno. Después de todo no tiene nada de malo que viéndolos aprenda a defenderme, igual que ellos puedan aprender sobre seguimiento de pistas y deducción.
esRevistas-. ¿Qué le recomendaría aquellos que aún no conocen a Paul Davis?
Paul Davis-. Sin lugar a dudas que se pusieran manos a la obra con las novelas y decidan ellos mismos si les agrada o no.
esRevistas-. Muchas gracias por su tiempo y por dedicarnos esta entrevista. ¿Algo más que quiera añadir para sus fans o para los seguidores de sus andanzas a través de la literatura?
Paul Davis-. (Davis mira su reloj y pulsa el botón de parada del cronógrafo, entonces mira al frente). Ha sido un placer, gracias por contar conmigo para esta entrevista. Debo irme ya.
Más información:
- Autor: A. Bial Le Métayer
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- J. G. Chamorro Página web personal
Muy interesante la entrevista. Muchas gracias por el apoyo.
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