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¿Tiene sentido en estos tiempos un reloj de cuarzo?


Mientras me ponía esta mañana el reloj mecánico, me preguntaba sobre la ventaja que suponen estos relojes frente a los habituales a pilas, y la falta de sentido, en parte al menos, que es a día de hoy usar relojes de cuarzo. Con la popularización de los smartphones, el que llevemos un reloj no se ha vuelto algo básico ni imprescindible, como antaño. A eso hay que añadir que las pilas, baterías o acumuladores que incorporan ensucian y dañan el planeta (en su fabricación y en su eliminación como material de deshecho), sin ninguna necesidad. Es decir, no es como antiguamente, que solo se podía usar un reloj y no había alternativa, pero ahora sí las hay.

Si a eso añadimos que la mayoría de relojes de cuarzo que se venden, en sus variante analógicas, tienen unas pilas de dos o tres años de duración, la falta de coherencia aumenta. Por un lado, el teléfono móvil ya lo recargamos a diario, y ya enviamos a la basura baterías suficientes con ellos, no es lógico aumentar ese tipo de elementos añadiendo pilas botón como consumibles.

El reloj Longines más antiguo tiene 151 años..., y aún funciona


Acaba de ser certificado el reloj Longines más antiguo hasta la fecha, un modelo de bolsillo -obviamente- que se fabricó nada más y nada menos que en el año 1867. Su dueño es un coleccionista estadounidense (de ascendencia japonesa) que se encontró con este ejemplar cuyo número de serie es de la centena: el 183. Eso indica que fue fabricado en el año 1867, según los registros que aún conservan en Longines.

De hecho, hasta allí viajó el dueño del reloj (hasta la sede en St. Imier, Suiza), para autentificar la pieza. Tras analizarlo expertos relojeros y confrontándose con los registros que el fabricante helvético conserva, se confirmó que había sido fabricado en el año 1867, el año en el que se inauguraron las instalaciones, sustituyendo a la pequeña manufactura fundada en 1832 y que dio origen a la marca.