Las ventajas de escribir en papel



Yo era una de esas personas que lo digitalizaba todo, que trataba de conservar lo menos posible en papel y que gestionaba su vida mediante la agenda del móvil y con archivos informáticos. Lo hice porque el papel me ocupaba mucho espacio, y tras el dolor que supuso deshacerme de toda mi biblioteca de libros físicos, me dije a mí mismo que no volvería a pasar por eso.

Es cierto que ya no adquiero libros físicos, no me gustan, me parecen un soberano incordio pudiendo tener ebooks y cómis en formato electrónico (y encima, muchos gratuitamente). Pero en el resto de cosas, he ido volviendo poco a poco al papel, y por varias razones.




La primera de ellas es la debilidad de los soportes actuales. Las "hojas periodísticas" que lanzamos hace algún tiempo ("La hoja de esRevistas", "El expreso de las ocho", y "La gaceta del sábado") tuvimos que dejar de publicarlas porque todos los bancos de imágenes, que almacenamos en discos sólidos, se estropearon de improviso, dejándonos de la noche a la mañana sin material. No es la primera vez que sufro algo así. Ya no puedo hacer mis diseños en 3D porque todo el material informático, valorado en software de varios miles de euros, se echó a perder al dañarse un disco duro. Películas, archivos personales, fotografías, valiosa información... Todo se estropeó por discos duros defectuosos, daños de lectura o de acceso. Y eso que no he sufrido - a Dios gracias - de momento ataques como los que se han visto inmersos incluso importantes administraciones públicas, con daños casi invalorables por el secuestro de su información a manos de ciertos "ransomware" (malware de encriptación de archivos para pedir a cambio de desencriptarlos un "rescate").

Empecé a darme cuenta de que era mucho mejor escribir la información "a la antigua usanza" no solo cuando sufrí en mis carnes esas pérdidas, sino al ver que algunos emprendedores que conocía mantenían su día a día mediante un dietario enorme, escribiendo en él todas las operaciones. Me dije que algo raro estaba ocurriendo cuando ese tipo de personas no acudían a las "inteligentísimas" herramientas en la nube de Google o de Microsoft. Y las razones que me dieron eran numerosas, y a cada cual más valiosa: "necesito saber que puedo acceder a la información en todo momento", "no puedo correr el riesgo de quedarme sin batería", "necesito consultar rápidamente la información", y un sin fin de motivos por los que denostaban las herramientas informáticas. Obviamente eso no quiere decir que no las usasen, pero era su soporte digamos "secundario".



También hubo un hecho que me convenció de las ventajas de la información en papel. Cuando me cambié el nombre, muchos de los documentos que utilicé fueron manuscritos de los años noventa, originales. Si todo eso lo hubiese llegado a tener en formato digital, es más que seguro que no hubiesen logrado sobrevivir durante treinta años y lo hubiese perdido para siempre.

Los defensores de almacenar la información digitalmente te dan una serie de razones que, según ellos, son de gran peso. "La información está más protegida y encriptada". Mentira. Esa es la gran falacia que nos han vendido, pero no es así. En realidad la información que dejas en Internet está accesible para todo el mundo, ¡y cuántas veces nuestras contraseñas y cuentas han sido filtradas! En Internet existen infinidad de páginas que nos advierten de esos listados con nuestras cuentas, y las bases de datos con nuestra información se venden al mejor postor en la darknet.



Otro argumento que suelen esgrimir es que la información digital se conserva mejor. Cosa que ya hemos dejado patente que no es así, aunque estés todo el rato haciendo backups, las posibilidades de quedarte sin lo que has almacenado son bestialmente muy grandes. La Administración francesa se ha dado cuenta de ello, y ha desarrollado un sistema de almacenamiento mediante bloques de policarbonato, capaz de mantener los datos a salvo durante siglos. Pero como ese sistema es caro y no es factible extenderlo a todos los datos archivados, han recurrido a un viejo conocido: el papel. Y mucha de la información es almacenada en archivos, tras ser impresa. Porque el papel es, hasta el momento, el único sistema que ha garantizado poder mantener el contenido durante siglos y de manera relativamente barata. Un pendrive, por ejemplo, a los diez años comienza a corromperse los datos que haya almacenado.

Claro que hay personas que dicen que el papel es muy frágil frente a la humedad, parásitos, incendios, etc. Y eso es cierto, pero si se mantiene en un ambiente adecuado, esos riesgos se reducen notablemente. Por otro lado, el fuego, el agua y la humedad dañan tanto o más también los soportes digitales.



Así las cosas, desde hace tiempo he vuelto al papel, a escribir en la agenda para llevar las gestiones de mi día a día, e incluso datos como contraseñas, diccionario para los relatos y demás información, lo llevo anotado en cuadernos. Para reducir el problema de espacio que decía, utilizo cuadernos en formato A6, que son más compactos y manejables que los tradicionales A4 (aquí las diferencias entre ellos), fáciles de guardar, de calidad, y en donde escribir es muy cómodo, consiguiendo así un equilibrio entre aprovechamiento de espacio y funcionalidad.

Además, no hay que olvidar que la escritura tiene, por sí misma, muchas ventajas. Estudios científicos han demostrado que escribir a mano mejora la coordinación espacial, retrasa el envejecimiento mental y colabora a un buen aprendizaje, más que hacerlo escribiendo en medios digitales. Por desgracia, la dirección a la que esta sociedad está yendo es todo lo contrario. Según una encuesta de 2014 realizada al público británico, una de cada tres personas no había escrito nada a mano en los últimos seis meses. Quizá algunos deban preguntarse cuál fue la última vez que cogieron un bolígrafo, y se sorprenderían de la cantidad de tiempo que llevan sin escribir.

Por supuesto, tampoco hay que irse a los excesos, las herramientas digitales tienen muchas ventajas y nos facilitan mucho la vida. Pero si quieres que eso que escribes esté siempre a tu disposición y se pueda conservar, guárdalo en papel.

| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com




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3 comentarios :

  1. Escribir en papel tiene el encanto de ser algo manual, a efectos prácticos es también más perdurable como bien indicáis. El problema es que en papel el acceso es secuencial, no hay opción de búsqueda que te obliga a ir pasando páginas o a ir buscando libretas.

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    1. Me parece que tú nunca has perdido nada en un disco duro y has tenido que ir buscando carpeta por carpeta, me parece a mí :D Más secuencial que eso, Guti... Mira que no he perdido horas buscando cosas así, porque por mucha búsqueda que hagan los sistemas operativos, siguen siendo muy ineficientes, a no ser que busques en una base de datos con funciones complejas SQL (que no todo el mundo sabe, ni usa, ni necesita), o en un archivo de texto específico una cadena. Fuera de ahí, es tan secuencial o más que buscar en papel, aparte que es muchísimo más engorroso.

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  2. Alejandro28.5.21

    Yo casi caigo en eso, en lo de digitalizar gran parte (no todo). La culpa la tuvo mi primer "smartphone" y su aplicación de notas. Me gustó y resultó cómoda... y lo que anotara, también fácilmente accesible desde el ordenador con la sincronización en la nube.

    Hasta que me di cuenta que en momentos de necesitar tomar una nota rápida, hasta dar dos toques en la pantalla del móvil o en el sensor de huella trasero y abrir la cámara (todo tras sacarlo del bolsillo... y que no hubieran lapsus, falsas lecturas o contactos con la pantalla...) era más rápido y apacible sacar la libreta o cuaderno de notas mínimo que llevo siempre en el bolsillo junto a algún boli o portaminas/lápiz.

    Y ya fue de seguido desde eso hace unos años. Hace ya quizás meses que recurrí a la aplicación de notas para algo puntual porque también estaba leyendo y siguiendo algo en el mismo móvil o PC. Para todo lo demás, papel y lápiz. Y ya vino de seguido claro, un día me fije en mis lapiceros de mesa y estanterías y me dio por ojearlos, me di cuenta de la de morralla que tenía ya inservible (y de publicidad la mayoría), y tras la limpieza ya que estaba volviendo a escribir y hasta a hacer algún dibujo, pensé "qué pena los lapiceros tan desangelados... voy a ir mirando cuatro cositas pero en condiciones para que sigan con su función, y más ahora que estoy volviendo al gustillo de escribir a mano". Y me hice de unos cuantos portaminas de los que siempre me gustaron (y alguno tuve y a saber dónde acabaron), y terminé un día acordándome de la pluma que llegué a tener de regalo y usar en el colegio, y puse mis bolígrafos que merecían la pena al día con recambios frescos...

    En fin, que feliz. Que no, que nos intentan vender sencillez, pero la realidad es que en el mismo tiempo de sacar o coger el móvil, desbloquearlo buscar y/o abrir la aplicación de turno (y que no haya fallos)... con métodos de toda la vida y fiables, mientras estás haciendo eso, ya tienes prácticamente anotado o hecho lo que querías. ¿Una consulta a diccionario? Yendo por la calle no te digo que no, pero ¿en casa? A dos pasos tengo la estantería, cojo el diccionario y en ni 5 segundos ya estoy prácticamente encima de la palabra que buscaba con toda la tranquilidad del mundo... y para cuando ya has buscado la palabra en el móvil, ya has consultado en el diccionario a mano una y dos referencias más.

    Bueno, yo tras ver el cachondeo de las impresoras y los cartuchos, que o las usaba casi a diario, o si no, nunca estaban listas cuando se necesitaban. Siempre fallaban. Y con la segunda ya la puntilla fue que no bastaba ni con curarte en salud y cambiarle todos los cartuchos (una pasta)... pensé y analicé seriamente "¿para qué uso yo las impresoras?" Al ver la respuesta, rescaté del trastero mi máquina de escribir mecánica. Esto fue hace más años y no me arrepiento. Para rellenar algún formulario en papel de forma tipográfica, me sigue pareciendo mejor y más eficiente la máquina de escribir que el andar digitalizándolo y hacer que lo entienda el procesador de textos o editor PDF de turno... y no me arrepiento.
    De paso, descubrí que había perdido forma en los dedos tras tantos años de ordenador. Otra cosita que he recuperado, ya vuelvo a teclear con soltura en la máquina como en mis mejores tiempos (y a su vez, aún más rápido en el ordenador).
    Y como con los lapiceros, terminé viendo por la red y comprando dos máquinas de escribir más que me gustaron más metálicas y contundentes que la mía de la primera mitad de los '90, una Olivetti Lettera 25, con el chasis y carcasa ya de plástico, muy resistente, pero a años luz la impresión y sensación de funcionamiento y sonido que dan las otras, una superior Lettera 35 con una tipografía pelín peculiar y más moderna, y no digamos respecto a la (Royal) Litton Imperial Safari.

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