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Básculas comerciales Roch


De pequeño siempre me parecía un momento especial, cuando acompañaba a mi madre a comprar a alguna de las tiendas del pueblo, el que acontecía al llegar la hora de pesar la mercancía (frutas, productos de charcutería, pescadería...) por la báscula. Me quedaba observando aquel "extraño artilugio" que era la báscula, y sería ese aparato el juez imparcial que diría el precio a pagar dependiendo del peso. Como si fuera el fallo de un magistrado, se producía un breve silencio mientras el tendero colocaba la mercancía en la báscula para pesarla. Y yo veía con expectación a la aguja moverse durante un breve espacio de tiempo, y casi como había surgido, el encantamiento se iba y el silencio se rompía al grito del vendedor (o vendedora): "¡trescientos cincuenta gramos!", o: "¡seiscientos gramos!".

Cómo había conseguido descifrar en tan corto tiempo el movimiento rápido y felino de la enorme aguja marcadora era para mí aún todo un misterio.

¿Un hombre con las uñas pintadas?


No hace mucho me regalaron un par de salvaorejas, en color transparente y negro. Le dije a la chica que si no había más colores, a lo que me contestó que sí, pero "para hombres no". Se refería a que había rojos, azules claros, verdes, amarillos fósforo... Pero "no para hombres". Ahora tengo unos cuantos, y los que menos utilizo son esos transparentes, y el negro (de hecho, no los utilizo casi nunca).

Cuento esto porque, no se a qué es debido, socialmente los hombres tenemos que vestir con unos ciertos tonos marrones, negros y grises, y poco más. Cuando me regalaron la mochila que actualmente llevo, a la persona que lo hizo le costó muchísimo entender que quería una roja. "¿Una mochila roja?". Pues sí. Me encanta ese tono (el amarante, en realidad).

El día que recibí un millón de euros de Mark Zuckerberg



Exactamente 1,253,787 € fue lo que, el "genio, filántropo y director ejecutivo de Facebook" decidió donarme. No está mal, teniendo en cuenta que no me conoce de nada, que nunca hemos intercambiado ningún correo y que, incluso, me fui de su red social y borré mi perfil tras pedirme mi DNI (¿mi documento de identidad una página web? ¿Para qué lo necesitan? Obviamente, para traficar con mis datos, así que me largué).

Puede parecer mucho, pero para la fortuna estimada de más de 100 billones de dólares (sí, leíste bien, 100 billones), y doce millones que valen los datos personales que va recabando en sus redes sociales (no solo Facebook, también Whatsapp), pues un millón de euros es una migaja. Es como si a ti te piden donar 5 céntimos. Vamos, una auténtica birria y, quizá por eso, no le molesta andar regalándolos desinteresadamente.

El caso de Zetta y el smartphone extremeño


Hace solo unos días saltaba el escándalo de Zetta, una start-up española que ensamblaba y distribuía (aún los distribuye) smartphones en España. Al igual que otras marcas "españolas" (lo de españolas muy entrecomillado) como BQ, realmente ellos no producían los aparatos, simplemente los adquieren en China y luego los traen y los remarcan (BQ los remarca en origen).

El caso de Zetta es más grave aun, porque ellos compran modelos Xiaomi y en España el único proceso de "ensamblaje"que hacían era cambiarles la etiqueta (u ocultársela con típex) y venderlos como si fueran ensamblados por ellos y a precios mucho más caros.