Hace solo unos días saltaba el escándalo de Zetta, una start-up española que ensamblaba y distribuía (aún los distribuye) smartphones en España. Al igual que otras marcas "españolas" (lo de españolas muy entrecomillado) como BQ, realmente ellos no producían los aparatos, simplemente los adquieren en China y luego los traen y los remarcan (BQ los remarca en origen).
El caso de Zetta es más grave aun, porque ellos compran modelos Xiaomi y en España el único proceso de "ensamblaje"que hacían era cambiarles la etiqueta (u ocultársela con típex) y venderlos como si fueran ensamblados por ellos y a precios mucho más caros.
Algunos medios hablan ya de la picaresca española, sin tener en cuenta que al frente de esta firma está un chino (Bojun Cui, AKA Eric Cui como "nombre artístico").
Me llamó la atención cómo el otro socio (este sí español, Unai Nieto) contaba a los medios que había hecho un sistema operativo propio (en realidad solamente se refería a que había retocado Android, de hecho ni las roms que usan son suyas -son de la comunidad checo-eslovaca MIUI, así que imaginaos...), como si crear un sistema operativo para smartphones fuera una cosa sencilla.
La mayoría de los medios de comunicación han tratado la noticia con una cierta frivolidad, se quedan en lo más llamativo, hablan sobre la estafa cometida a clientes, a las administraciones públicas, e incluso sobre la curiosa paranoia del fundador chino por registrar marcas de lo más variopintas en la oficina de patentes... Pero yo creo que este caso se merece una lectura más amplia y sosegada.
Dejando de lado el fraude y el engaño (al cual ya dedican bastantes líneas los medios generalistas), creo que en el fondo tiene mucho que ver con la cultura de la riqueza rápida que impera en nuestros días. Si acudes a conferencias de emprendedores, si lees libros de autoayuda o de los famosos "gurús" que tanto se lleva ahora, te darás cuenta que en todos ellos existe una dinámica común, un hilo conductor: "sé valiente y te harás rico", "el éxito está en tu mente", "todo depende de ti", "todo el mundo puede cumplir sus sueños, solo basta querer y trabajar duro". Máximas que nos repiten una y otra vez, mientras se adornan con historias de éxito como la de Steve Jobs, Bill Gates y similares. Nadie te cuenta la otra parte. Nadie presta atención a los otros, a los perdedores, que son de quienes, de verdad, podríamos aprender. En lugar de contarte las historias de fracasos que llevaron a muchos a la cárcel o a perder su fortuna personal o incluso a su familia, a echar por tierra su matrimonio o amargar a una esposa viendo cómo su marido dedicaba doce o dieciocho horas al día, sin descansos ni fines de semana, a su supuesta "exitosa" compañía, te cuentan lo guapos y buenos que son Larry Page y Sergey Brin (fundadores de Google), o lo bien que le va a Jeffrey Preston (Amazon). Son las historias del cuento chino, lo que yo califico como los "cuentos truculentos", porque la mayoría de las veces (he conocido a varios emprendedores a lo largo de mi vida, algunos eran de muchísimo éxito) te ocultan la realidad, sólo lees la parte "chuli y bonita", pero se olvidan de los miles de dólares que les llegaron desde sus familias, de sus padres con gran poder adquisitivo que les apoyaron, o del enorme empuje de grandes compañías privadas, en ocasiones multinacionales que no hay en España (o que ni siquiera saben que existe un país llamado España).
Con todo esto en mente, pongámonos en perspectiva: en Zetta estamos hablando de dos fundadores principales, un inmigrante chino que sobrevivía de vendedor en una tienda de móviles, y un chaval en paro de apenas treinta años que había tenido que irse con su novia al pueblo de ella para comer. Y claro, ¿qué pueden hacer ellos frente a la poderosa industria mundial del smartphone? Diseñar un cutre y nada imaginativo pseudo-logo de Apple en forma de bellota mordida, y ponerle su pegatina encima de un móvil y venderlo diciendo que era suyo. Algo inocente y que nos sacaría una sonrisa sino fuera que con eso engañaron a bastantes personas. Y es que solo viendo sus datos en el registro mercantil se despejan todas las dudas: ¿cómo una empresa con tres mil euros de capital, iba a ponerse a competir frente a gigantes como Samsung, Apple o Microsoft, de varios miles de millones?
A todas esas personas, que se desviven y sueñan cuando ven esos vídeos o leen esos libros de emprendedores y triunfadores que surgieron de la nada, yo no les diría que no soñaran, por supuesto que lo hagan, pero que recuerden también que por miles que lo intentan, sólo "suena la flauta" en unos pocos casos. Y la mayoría de quienes tienen éxito y llegan a la cumbre ricos y famosos ni siquiera lo hicieron con inventos de ellos. Microsoft no hizo ningún sistema operativo (solo copió el de sus rivales), y Ferdinand Porsche no diseñó ningún motor (solo copió el de Tatra para montarlo en sus Volkswagen), aunque luego la historia apenas recuerde a los que inventaron o ingeniaron esas cosas de verdad, y en su lugar sí recuerde a quienes se hicieron ricos con ellas (algo totalmente injusto, pero recuerda que este mundo está montado sobre el dólar, de manera que no te extrañe).
A todas esas personas que sueñan con hacerse ricas y famosas y cumplir su sueño americano pasando por encima de quien sea y sin remordimientos, les aconsejaría, en lugar de los vídeos de Steve Jobs, Bill Gates y tantos otros "iluminados" parecidos, que reflexionaran con vídeos como éste que os pongo al final. Buscar el éxito y los aplausos humanos es tentador, pero aterradoramente peligroso, nos puede volver ciegos. Nuestra mejor obra es hacer nuestro trabajo teniendo en cuenta siempre a Dios. Lo demás no es más que vanidad.
| Redacción: Duraderos.blogspot.com
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