La curiosa historia que se esconde detrás del nombre de Rolex


Rolex fue fundada por el alemán Hans Wildorf. No es una marca alemana, sino inglesa, puesto que él y su cuñado (Alfred Davis) empezaron con una empresa de distribución de piezas de relojería en Inglaterra. La marca se denominó inicialmente "Wildorf & Davis", pero montar eso en la esfera del fondo de un reloj no quedaba nada bien. Wildorf buscaba una marca que fuese fácil de pronunciar, de recordar, y que fuese corta, para que pudiera verse bien en el fondo del reloj y quedar centrada, no con espacios en blanco como las combinaciones de varias palabras.

Se dice que Hans Wildorf estuvo probando y probando las letras del alfabeto, mezclándolas entre sí, hasta que se quedó con unos cien nombres, pero ninguno de esos cien nombres le convenció.




Wildorf cuenta que Rolex no se lo inventó él, sino que un día estaba paseando por la "City" londinense en un tranvía de caballos, y que "un duendecillo" le susurró al oído "Rolex".

Puede que fuera así (o no, quién sabe, en esto del marketing hay mucho de leyenda para amplificar la realidad y "decorarla"), pero ciertamente eso supuso una gran ventaja porque el nombre alemán, tras las sucesivas guerras, no era bien "asimilado" por el público, mientras que con Rolex nadie sabía de dónde provenía el nombre, y solo veían en sus relojes el "Hecho en Suiza".

Pero si analizamos un poco en detalle "ROLEX" como tal, vemos que en realidad no es más que la denominación de "RELOJ" con la "E" y la "O" cambiada, es decir: "RELOX". Puede ser que de inicio Wildorf decidiera poner "ROLEJ", pero aparte de sonar fatal, también queda fatal escrito, más bien parece una falta de ortografía. De manera que simplemente cambiando la "J" por la "X", obtenemos el término de "RELOJ" con un significado que parece nuevo y mucho más agradable estéticamente (más "cool", como dirían ahora). Es como decir que Rolex es "el reloj", o "el reloj de los relojes".

Sea como fuere le funcionó, y algo tan simple como cambiar una "jota" por una "equis" y usar el nombre de "reloj" en otro idioma (puede ser que jugando con diferentes vocablos diera con él, en aquellos años no había los recursos que hay hoy en día en cuanto a diccionarios de idiomas y traductores, así que para alguien no acostumbrado o que no hablase el idioma español, leer o escuchar la palabra "reloj" debía ser todo un acontecimiento) supuso una gran ventaja, indudablemente, a nivel comercial, de marketing y de imagen.


Puede que ese "duendecillo" del que habla Hans Wildorf no fuese más que un amigo que estaba charlando con él mientras recorrían Londres en el tranvía, o un contacto con conocimientos de español (o incluso un español, o un latinoamericano que conociera), y decidiera hacer algo tan simple como cambiar las vocales de posición.

Cuando hablamos de Rolex, por lo tanto, ya estamos hablando de algo más que relojería, puesto que tras esta marca han surgido todo tipo de rumores, leyendas y conjeturas. Otra de estas leyendas es la que hace referencia a su logotipo, la famosa corona de cinco puntas, que se creó en 1925, diez años después de crearse la marca en sí. Una corona que tiene cinco puntas, como cinco letras tiene el nombre de Rolex, pero este es otro tema del que quizá hablemos en otra ocasión.


| Redacción: Duraderos.esRevistas.com