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El ejemplo de los encendedores piezoeléctricos


Aunque ahora no esté bien visto y marcas como Casio casi ni lo mencionen al contar su historia "oficial", ya sabéis que los japoneses hermanos Kashio empezaron a obtener el capital necesario para sufragar los gastos de los inventos que vendrían después, fabricando productos para fumadores. Durante los años ochenta, en el que las multinacionales del tabaco obtenían ingentes cantidades de dinero en forma de beneficios, -fumar seguía siendo la norma, socialmente aceptada e incluso favorecida y animada-, Casio continuaba ofreciendo artículos para fumadores, y dado que presumía de ser -y lo era- una compañía tecnológicamente puntera, ofrecía esos artículos también recurriendo a lo último en tecnología de la época. Y un ejemplo de esto lo eran los encendedores piezoeléctricos.

La presencia en el mercado actual de este tipo de encendedores -tecnológicamente más avanzados- es, sin embargo, casi testimonial. Los encendedores piezoeléctricos no tenían una piedra para chispas que sustituir, por lo tanto podrían funcionar casi ilimitadamente -en la práctica no es así, claro-. Pero el principal problema era otro: aparte de ser al principio más caros, su combustible -el gas- sí había que sustituirlo. Y cuando acababas ese gas, la mayoría acababan tirando a la basura el encendedor entero, porque son tan baratos que un encendedor genérico actual no compensa recargarlo.

Básculas comerciales Roch


De pequeño siempre me parecía un momento especial, cuando acompañaba a mi madre a comprar a alguna de las tiendas del pueblo, el que acontecía al llegar la hora de pesar la mercancía (frutas, productos de charcutería, pescadería...) por la báscula. Me quedaba observando aquel "extraño artilugio" que era la báscula, y sería ese aparato el juez imparcial que diría el precio a pagar dependiendo del peso. Como si fuera el fallo de un magistrado, se producía un breve silencio mientras el tendero colocaba la mercancía en la báscula para pesarla. Y yo veía con expectación a la aguja moverse durante un breve espacio de tiempo, y casi como había surgido, el encantamiento se iba y el silencio se rompía al grito del vendedor (o vendedora): "¡trescientos cincuenta gramos!", o: "¡seiscientos gramos!".

Cómo había conseguido descifrar en tan corto tiempo el movimiento rápido y felino de la enorme aguja marcadora era para mí aún todo un misterio.

Calculadoras mecánicas: las injustamente grandes olvidadas de la historia


Una de las cosas que me llama mucho la atención desde hace bastante tiempo es la ignorancia genérica que existe sobre las calculadoras mecánicas. Para una inmensa mayoría de gente son instrumentos básicos, sencillos, casi de juguete que no pasan de ser una regleta en donde movemos números y se muestra "la magia" del resultado. Pero la verdad es que van mucho más allá.

Con la llegada de las computadoras, y más aún de la microinformática, este tipo de máquinas mecánicas cayeron en el más absoluto ostracismo, sólo recordadas por coleccionistas y curiosos. Ni tan siquiera los amantes de los objetos vintage las suelen recordar. Una lástima y una gran injusticia para estos instrumentos tan necesarios en su tiempo, sin los cuales muchas tareas (desde diseño, arquitectura, ingeniería o deportes, además del comercio) hubieran sido mucho más problemáticas para los trabajadores o especialistas que tuvieran que llevarlas a cabo.

Guerra abierta entre las galletas de 1 euro


Si algo había que "volaba" en las estanterías de los supermercados estas eran las galletas de 1 € de Cuétara. Con 3 paquetes en cada pack de venta (3 x 200 gr.), eran significativamente más competitivas que el pack convencional, que incluía 4 paquetes (4 x 200 gr.) por un precio que supera en poco los 2 euros. Es decir, estamos hablando de una rebaja del 67 céntimos (en torno al 66% más de producto si adquiriésemos los dos paquetes de 1 € respecto a un solo paquete convencional). Por eso no es extraño que, en cuanto aparezcan, estos packs en oferta sean un "visto y no visto" en las tiendas.

Todo esto a Artiach no le ha pasado desapercibido y en respuesta a los packs económicos de las María Oro han lanzado su propia alternativa en forma de packs de María de Artiach, con el mismo formato y peso (tres paquetes en cada pack de 200 gr.) y al mismo precio (1 €).