Tres cosas que aprendí con la gripe (y que pueden ayudarte frente a la COVID-19)


Hace años una gripe estacional azotó mi región. Aunque la gripe no es el SARS-CoV-2, claro, sigue siendo un virus. A mi alrededor comenzó a caer gente enferma por lo que me propuse intentar no contagiarme, ya que tenía cosas importantes y no quería que me trastocara todos los planes y tener que pasarme una semana o más en cama.

De manera que, superando burlas e incomprensiones de todo tipo, me puse mascarilla, gafas, e intenté seguir todas las medidas de profilaxis para que el virus "no me encontrara".




Al principio parecía que funcionaban: el tiempo pasaba, y continuaba asintomático mientras a mi alrededor quienes lo sufrían seguían su proceso febril, cansancio y tos.

Pero un día comencé a sentirme mal, y descubrí a mi pesar que todos mis intentos habían sido vanos: de alguna forma el virus había conseguido acceder a mis vías respiratorias, y me atacó.

Me pregunté cómo, a pesar de todas las medidas, había conseguido burlar todas mis defensas. Llegué a varias conclusiones:

- No me había puesto guantes. Cierto que tenía "todo el día" las manos bajo el grifo, pero había prescindido de guantes fiándome solo del lavado de manos. No fue suficiente.

- No usé un desinfectante. Aprendí una buena lección con esto: usar siempre desinfectante para las manos. Empecé tiempo después a preparar una mezcla de hidroalcohol, que llevaba siempre conmigo. Tengo que decir que luego la empecé a usar habitualmente, y me contagié mucho menos en mis contactos con otras personas. La razón es que uno no puede llevar un grifo y jabón bajo el brazo a todas partes, pero sí puede atomizar un desinfectante sobre sus manos y dejarlo secar. No es extraño que el producto estrella estos días sea el desinfectante, se ha llegado a vender a 30 € la botella. Hay una escasez de este líquido brutal.

- Es muy difícil cumplir los protocolos. Los pasos a seguir para quitarse y ponerse la mascarilla, la limpieza de superficies metódica y constante, etc., son muy, muy difíciles de seguir. Al principio puedes llevarlos a rajatabla, pero siempre se te escapa algo: una bolsa de la compra contaminada, una botella que tocas sin querer... Por eso las autoridades intentan darle a la población las medidas mínimas e imprescindibles para que tengan cuidado en el día a día (mantener distancia de seguridad y lavarse las manos, básicamente). Si tuvieran que hacerles cumplir todas las medidas de aislamiento o protección, acabarían por no cumplir ninguna.

Imagínate que les pidieran a todo el mundo usar mascarillas, guantes, llevar hidroalcohol encima, mantener distancia, no tocar objetos..., muchos se contagiarían más al ponerse o quitarse los guantes, que si no los llevaran. Lo mismo con las mascarillas. También es cierto que existe muy poca concienciación sobre ello. En algunos países de Asia que han conseguido contener la pandemia, tienen desde hace muchos años bien aprendida la práctica de usar mascarillas a diario - con o sin epidemias víricas - y el procedimiento para ponérselas y quitárselas.


De todo esto se deducen varias cosas: cualquier medida de protección no es la panacea y, si las combinas, las refuerzas y el resultado es mucho mejor. Si te lavas las manos a menudo, pero además usas guantes, mucho mejor. Si además te pones gorrito, y limpias la suela de los zapatos para desinfectarlos, mucho mejor. Si además desinfectas superficies, mucho mejor. Digamos que cada medida es una capa de protección que se solapa a otra, de manera que en cuantas más te parapetes, menos probabilidades tendrás de que el virus te encuentre. Siempre y cuando sepas cómo usar cada una, claro (de nada sirve usar guantes si al quitártelos te contaminas las manos).

En la COVID-19 hay mucha contradicción, incluso oficial. Lo de las mascarillas es un tema que me lleva por la calle de la amargura. Muchos "expertos" dicen que no te la pongas, excepto que haya alguien a tu lado con virus, que con mantener la distancia de seguridad (primero un metro, ahora metro y medio..., se ha probado que la mejor distancia son cuatro metros y medio, pero eso nadie lo ha implementado porque si ya es casi imposible mantener un metro de distancia, ¡no digamos cuatro!), pero ¿cómo sabes si quien está a tu lado tiene la enfermedad, si durante las primeras etapas puede ser asintomática, aunque sí contagiosa? ¿Es que los enfermos van anunciando que lo son con un cartel para que te apartes? ¡Por supuesto que no! Ya veis la contradicción entre la postura oficial, y la realidad.

Finalmente, hay que asumir una lamentable realidad: si a tu alrededor hay personas con el virus, vas a contagiarte más tarde o más temprano. Es muy difícil escapar cuando el virus está por todas partes, eso explica que, a pesar de todas las medidas que se toman, muchos de los afectados sean sanitarios. Y es que el virus puede estar por cualquier zona: depositarse sobre tu pelo y "llevártelo" cuando te pasas la mano por la cabeza, sobre una superficie que no te esperas, o adherirse a tu camisa, a los cordones de tus zapatos... Y contagiarte cuando te los vayas a anudar o los cojas para cambiarlos de sitio. Puedes contagiarte con el simple gesto de ponerte la chaqueta. Así que es muy difícil escapar si estás en un ambiente cargado de virus, asúmelo.

A no ser, claro, que uses trajes específicos aislantes, y te duches totalmente tras quitártelo.


| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com

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