Más de medio siglo después de su desaparición (lo hizo en los años 1940), Omega ha decidido volver de nuevo a fabricar uno de sus calibres más apreciados por los aficionados y coleccionistas de la marca: el 321. Se trata de un calibre con cronógrafo, de remonte manual, con 17 rubíes, y es uno de los movimientos de arquitectura más intrincada de la marca del Grupo Swatch. Fue también el primer movimiento que llevó el Omega Speedmaster, allá por 1957, aunque dio vida antes a otros cronógrafos del mismo fabricante, normalmente formando parte de la colección Seamaster.
La historia de este calibre es muy variada -y rica-, ya que fue el primer modelo en ser testado por la NASA y que llevó consigo el astronauta Ed White durante su primer paseo espacial. Además, fue el primer reloj en la Luna (el Speedmaster ST 105.012), por lo que su vuelva al mercado es todo un acontecimiento.
No es extraño que, por tanto, Omega haya invertido más de dos años con un equipo de expertos para trabajar en volver a darle vida al movimiento. El equipo estaba formado por maestros relojeros, desarrolladores de productos -léase ingenieros-, e incluso historiadores, para seguir lo más fielmente el calibre original. El proyecto recibió hasta un nombre en clave, "Alaska 11", en homenaje al modelo que Omega diseñó para la NASA durante la década de los sesenta y setenta del siglo pasado.
Para conseguir volver a fabricarlo, en Omega han partido de la segunda generación del Calibre 321, con el fin de usarlo como referencia, intentando ser lo más fieles posibles al original en la reconstrucción y en la precisión, un tema no banal después de tantos años sin fabricarse. Y ya que estaban puestos, pues no han escatimado en gastos: se han lanzado a coger el modelo Speedmaster ST 105.003 del astronauta Eugene "Gene" Cernan, que llevó consigo durante la misión de 1972 en el Apollo 17, y le han sometido a un tratamiento de escaneo digital mediante tomografía, para ver hasta los detalles más pequeños y sus recovecos más ínfimos.
Cernan fue el último hombre en pisar suelo lunar, y su modelo de Speedmaster se conserva en la actualidad en el museo de Omega en Bienne (Suiza). La razón es que, para Omega, su calibre es el perfecto modelo para desarrollar, como resultado tenemos un Calibre 321 "renacido" y con las especificaciones auténticas del modelo de los setenta, es decir, el "periodo lunar" de la historia de Omega, respetando completamente su pasado.
Ahora, el calibre se producirá en la factoría de Omega en Bienne, en un espacio de trabajo específico y dedicado en exclusiva para este movimiento. Omega emplaza a sus fans a seguir atentos a las buenas noticias que vendrán en los próximos meses, seguramente en forma de un modelo completo que llevaría este recuperado movimiento.
Para los aficionados, por supuesto, es una buenísima noticia. Sería como si Casio volviese a recuperar de cero sus míticos Marlin, con un módulo basado y siguiendo estrictamente las pautas de los antiguos relojes de los ochenta de la casa japonesa. Por desgracia, en Casio no parecen admirar tanto su pasado como sí lo admiran en Omega, y es que cuando un movimiento es bueno, es inmune también al paso del tiempo, casi imperecedero. Casi, casi, atemporal.
| Redacción: Duraderos.esRevistas.com