El coche. Ese vehículo por el que no pocos empeñan su vida, se meten en créditos que no pueden pagar, y se desviven y pierden el sueño. El coche, ese invento que se ha convertido en uno de los principales productos de nuestro país, y por el cual se abren autopistas, se inauguran circuitos, se difunden programas de radio y televisión, y cientos de blogs y publicaciones web.
El coche, ese invento sin el que muchos no pueden vivir. Prefieren perder a sus hijos, un brazo o una pierna, que perder su coche. Y, en ocasiones, así ocurre. Literalmente.
De camino muchas mañanas paso por un centro de rehabilitación. Las cosas que se ven en él dan bastante que pensar. Mucha gente llega apenas sin poder caminar, arrastrando sus pies, apoyándose en bastones de los mas inverosímiles diseños. Otros en sillas de ruedas que empujan familiares o amigos cercanos. Son personas -algunas demasiado jóvenes- que se someten a rehabilitación y fisioterapia para recuperar, al menos, un poco de la movilidad que antes tenían.
Y es que, aunque las cifras de muertos que arrojen las estadísticas en carretera sean, por fortuna, cada vez menos, los accidentados que sufren gravisimos traumatismos o heridas siguen siendo muy numerosos. Un ejemplo: en 1998 la tasa de víctimas heridas totales en España, ascendió a 141.377. En el año 2016, las víctimas heridas fueron de 140.390. Te llama la atención, ¿verdad? En efecto: ¡apenas varían!
En 2016 (según datos de la DGT) había en España 22.876.830 de coches (32.106.520 de vehículos totales); en 1998 "tan solo" había 16.050.057 de turismos (21.306.493 vehículos totales). Esto quiere decir que sigue habiendo casi las mismas personas heridas hoy que en 1998, aunque la cifra de fallecidos -que es lo que "nos venden"- hayan bajado (1.810 personas muertas en 2016, 4.319 en 1998). Que haya menos personas muertas es una buena noticia, por supuesto, pero sin embargo, y es ahí a donde quiero llegar, sigue existiendo el mismo número de personas heridas, o mal heridas, aún a pesar de todos los avances tecnológicos en el automóvil. Porque aunque el número de vehículos sea mayor hoy, son menos el número de muertos, pero sin embargo no se ha llegado a lograr que también sean menos el número de heridos en las carreteras españolas.
Expliquemos el por qué esto es así: el automóvil de hoy está pensado para salvarte la vida, salvaguardando tus partes vitales y protegiéndolas mediante zonas de deformación programada y jaulas de seguridad, hechas con materiales específicos, como aceros de alta resistencia. Eso significa que un accidente que en un coche de antaño morías, hoy no. Pero puedes quedarte tuerto, manco, cojo o, en el peor de los casos, paralítico. Es decir: no te vas a morir, pero te puedes desgraciar para el resto de tus días. Para que se entienda bien: vas a quedar hecho un guiñapo por el resto de tus años. Y lo más alarmante es que tienes más posibilidades de quedarte "para el arrastre" -y para siempre, que nadie lo olvide, o bueno: para el resto de vida que le quede a la desafortunada víctima- con un coche de hoy, que con uno antiguo. Porque en el antiguo, en efecto, se moriría.
Es cierto que se ha avanzado mucho, a cincuenta kilómetros por hora, tener hace cuarenta años un accidente podía significar llevarse unas significativas heridas. Hoy se queda, en muchos casos, en un simple susto. Pero eso ha acrecentado la falsa sensación de seguridad de los conductores, y les ha convertido en más arriesgados. Veo a diario conductores manejando su auto de una forma que, si llevaran un coche antiguo, jamás harían. Y todo porque creen que dentro de su "caja de metal" -y así se lo transmiten los medios de comunicación, que bastante culpa de esto tienen- que apenas transmite vibraciones ni sensación de velocidad (nada que ver con un coche antiguo, en donde lo sentías todo) son intocables, se sienten invulnerables, y se encuentran protegidos. Ni muchísimo menos. Solo hace falta darse un paseo por uno de esos centros de rehabilitación para darnos de bruces con la realidad y con la cantidad de personas a las que las carreteras les ha hundido la vida (algunas deseando haber muerto) para siempre.
Antes no se veían tantos casos, lógicamente muchas de esas personas con esas graves lesiones y politraumatismos, habrían muerto algunos años atrás. Por eso no hay que olvidar que el coche es uno de los medios para viajar más inseguros que existen. Muchos recordaréis cómo se despedían nuestros seres queridos cuando iban a viajar, encomendándose a todos los santos porque no sabían si iban a regresar. Ahora eso apenas ocurre, les decimos un "adiós" sin más, porque la carretera, aún siguiendo siendo un peligro, ya no lo es tanto (o ya no parece serlo, más bien). Esa falsa seguridad de la que hablaba, y de la que tambien tienen mucha culpa los fabricantes, con sus campañas de marketing de cinco "y no se cuantas" estrellas NCAP, que nos quieren engañar con la impresión de que su auto es indestructible. No, no lo es. Ni tú tampoco. Recuérdalo la próxima vez que te pongas tras el volante.
| Redacción: Duraderos.esRevistas.com