Hace unos días conversaba con una persona que se dedica a la restauración y me contaba cómo había dejado de acudir de compras para sus proyectos a Ikea. Según él, además de que en calidad y precio no difería de una tienda de los chinos (no hay nada nuevo bajo el sol, y si ponen los productos baratos por algo es), me contó que ya le había ocurrido varias veces el acudir a Ikea, ver un producto de oferta y aprovechar para comprarlo, y luego al pagar en caja y mirar el recibo darse cuenta de que de oferta nada, había pagado el artículo sin descuento. Me contó que también conocía a más personas que les había ocurrido algo parecido, y que parecía no ser el suyo un caso aislado.
Le dije que en efecto, que esa era una técnica por desgracia cada vez más habitual en centros comerciales y grandes almacenes. De hecho a mí mismo ya me ocurrió varias veces en El Corte Inglés.
Básicamente consiste en poner en las estanterías como oferta un artículo a un precio muy atractivo, luego acudes a caja, pagas ese artículo junto con todos los demás, y descubres que te ponen el precio sin oferta.
Como una gran mayoría de personas adquieren varios productos, a la hora de pagar un alto porcentaje de esos clientes no se dan ni cuenta. De hecho llegan a casa y aún creen haber hecho una gran compra.
Si protestas, muchos encargados suelen aducir que no han actualizado los precios, o que es un error tipográfico. Resulta cuanto menos curioso que hace diez o veinte años los errores llamados "tipográficos" en las ofertas fueran una rara avis, y ahora en donde, paradójicamente, todo está informatizado y debería haber menos errores de esos, estén a la orden del día.
Todo eso me recuerda el caso de un supermercado al que acudía bastante a menudo, de una red de supermercados llamada Alimerka (doy el nombre porque no me importa, de hecho creo que debería saberse y hacerse público). En ella, cada vez que hacía una compra, siempre me faltaban céntimos en la vuelta. Consideré que debía ser algo circunstancial, hasta que supe que ese supermercado (de relativamente reciente aparición, además) había tenido un descenso de clientela increíble.
Comprobé que se había convertido en práctica habitual que las cajeras "racaneasen" céntimos, habían descubierto que, si van recogiendo pocas cantidades, por unos pocos céntimos la mayoría de clientes no protestan. La encargada (que había sido cajera antes) lo sabía e incluso parecía tolerarlo. Este pasado fin de semana hice la prueba a ver si era cierto, y decidí darle bastante para el cambio y contarlo tras la salida. Para mi sorpresa, en efecto, me quede escandalizado cuando comprobé que mis sospechas eran reales y hasta qué grado de despropósito llegan en algunas tiendas. Ese mismo día me enteré de un caso de un señor al que al pobre le habían "birlado" tres euros en su compra.
Les comenté que cómo no hacían nada, y él me dijo que todo el mundo sabía lo que ocurría allí, que los dueños lo sabían y se lo toleraban como "un extra" a las cajeras, como "su propina", e incluso los vecinos lo sabían (y por eso estaba vacío casi siempre).
Parecía ser yo el último pardillo en enterarme. Por supuesto, ese supermercado no lo he vuelto a pisar.
Como veis este tipo de prácticas son de lo más habituales, así que cuando compréis en grandes superficies vigilad y no salgáis con la vuelta en la mano sin contar ni mirar el ticket (incluso hay tiendas que son reticentes a dar ese ticket, algo que tienen que hacer por obligación e imperativo legal, así que si no os lo dan, exigidlo -aunque te miren mal y parezca que les han insultado por pedirle sel ticket, que eso también me ocurrió-).
| Redacción: Duraderos
Es cierto, desconfío mucho de las ofertas, aunque lamentablemente el control es difícil y solo se puede realizar bien en artículos de un valor mayor al resto.
ResponderEliminarHay un blog llamado 'harto de carrefour'. Ahí hay experiencias para rato.
ResponderEliminarOfertas que no lo son, mal servicio postventa, ofertas que no te hacen en la caja, productos que no corresponden con el etiquetado,... Y doy fe de la veracidad de muchas cosas descritas porque las he vivido en el hipermercado de Gandía.