Oslo es la capital de Noruega, es una de las ciudades más cosmopolitas, una de las más pobladas (casi un millón de habitantes) y en uno de los países más avanzados, fructíferos, modernos y atractivos de la Tierra. Es también el país -en la ficción- del
ASSI e INSI Group, y es uno de los centros neurálgicos de la Península Escandinava, además de ser Noruega uno de los más envidiados entre todos los países del mal llamado
Primer Mundo. Es, además, una ciudad muy atractiva, y el país posee grandes contrastes, con zonas muy despobladas y de enorme riqueza natural.
Por todo ello Oslo, y Noruega, me gusta bastante. Su sociedad es la envidia del resto del mundo, y junto con Finlandia podríamos clasificarlos como los países más avanzados (dejando aparte riquezas y poder militar, y cosas de esas) del Globo. De manera que me parece sumamente acertado que
Yumas haya elegido ese nombre para una de sus zapatillas, un modelo que le viene esa denominación con gran justicia, porque es también uno de sus mejores modelos de zapatillas y, para mí, uno de los mejores (bueno, sino el mejor, realmente creo que, por relación calidad-precio, es la mejor, no encontrarás otra igual en el mercado) modelos que existen, superior a zapatillas muchísimo más caras pero que, claro, como son de multinacionales de más lujo, tienes que pagar la marca. En
Yumas no ocurre eso, con Yumas pagas la zapatilla, y está. Y eso que, como marca, Yumas es ampliamente reconocida, tiene prestigio, nombre y antigüedad -data de 1975-, pero sus productos se venden a unos precios realmente asequibles.