Por contradictorio que parezca en esta época de Navidad, no suelo ser un consumidor de este tipo de dulces navideños. La verdad es que el turrón no me gusta de prácticamente ningún sabor, ni los polvorones, ni los roscos ni los -tan populares últimamente- "panettone". Tampoco me agradan nada ni los langostinos y demás marisco (en general el marisco no me gusta). Sin embargo si hay un tipo de producto de este época del año que, desde siempre, me ha gustado mucho, éstos son los mantecados. En especial los de sabor (limón, canela..) y, sobre todo, los de yema de huevo.
Dado que me han regalado un cajita de este tipo de producto, he creído oportuno aprovechar la oportunidad para hablar un poco de ellos. Los mantecados tienen su origen en Andalucía, aunque no parece claro si es la localidad de Estepa o, por su parte, la de Antequera. Como su nombre indica, se trata de una masa de manteca, en concreto manteca de cerdo, surgiendo en el siglo XVI gracias a la abundancia de cereales y de lechón.