Con el correo antiguo, el conocido como "correo caracol", solía ocurrir que a veces el cartero depositaba en tu buzón (o echaba bajo la puerta de tu casa, que antes solía pasar, sobre todo en pueblos) una carta equivocada. No pasaba casi nunca nada, porque la mayoría de las veces era para tu vecino o de alguien conocido y entonces, cuando salías a la calle, aprovechabas e ibas y la dejabas en el buzón correcto.
Sólo en muy pocas ocasiones pudiera ocurrir que no conocieses al destinatario, y entonces se la devolvías al cartero haciéndole mención a su equivocación, y él mismo solucionaba el problema. Más tarde o más temprano, en suma, la carta llegaba a su destino.