El anemómetro es un instrumento que sirve para medir la velocidad del viento. Hay diferentes tipos de anemómetros, siendo el más empleado el anemómetro "de cazoletas", formato por un molinete de tres o cuatro brazos en horizontal, con terminaciones en forma de cazoletas huecas que, al ser sometidas a la acción del viento, producen un movimiento rotativo en torno al eje vertical. Las revoluciones de dicho eje son las que nos informan de la velocidad del viento. También existen anemómetros con aspas, como las de un pequeño ventilador, muy empleados para mediciones manuales con aparatos portables.
Cuando, además de este sistema, se incluye un dispositivo de registro que nos permite visualizar la velocidad mediante una escala graduada o un display digital, el aparato recibe la denominación de "anemógrafo".
Estos aparatos son utilizados en edificios administrativos y de oficinas para que el personal de mantenimiento pueda saber la velocidad del aire en las salidas de ventilación, en los circuitos de climatización, en el aire acondicionado, etc.
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O estoy un poco espeso, o creo que la explicación no está bien plasmada.
ResponderEliminarAmbos miden la velocidad del viento si tienen una escala para ello (o cualquier sistema que lo haga en una pantalla de cualquier tipo, como por ejemplo las estaciones meteorológicas, cada vez más digitalizadas).
¿No será que el anemógrafo es el que además de la velocidad, indica la dirección de la que viene el viento? Vamos, lo que es la veleta de toda la vida, que es lo que se ve en la foto de abajo que entiendo que es la del anemógrafo.
Por cierto, que existen comunidades de auténticos aficionados a la meteorología. Que menudas estaciones casi profesionales que se llegan a montar (las hay bastante interesantes además de compactas), con pantalla que luego tienen en interior y va mostrando la información vía remota y hasta pudiendo hacer de soporte colaborativo del sistema meteorológico nacional (y digo yo que mundial).
Cuando me compré el PRW-1500 Pro-Trek, me puse a indagar para entender y dominar el tema de ajustar las mareas y afinar la calibración (tras tenerlo un buen rato si no horas en la muñeca), y topé con ellas... y alucina. Para que digan que hablar de tiempo es de no tener conversación o cosa de viejos. Pues un entretenimiento que terminan incorporando fácilmente a lo cotidiano y con una practicidad y aporte de conocimiento del medio la mar de bonito, y más con las facilidades hoy para poder pillar material a precios razonables. Algo impensable hace años o décadas.