La aparición de la pandemia de COVID-19 ha hecho que muchas cosas cambien en nuestra vida diaria y, una de ellas, es la necesidad de usar mascarilla. La búsqueda de una buena mascarilla es una necesidad imperiosa, y aunque para el público general basten y sean suficientes las mascarillas higiénicas o quirúrgicas, en determinadas ocasiones podemos necesitar - o quién sabe en el futuro requerir -, otro tipo de mascarillas más filtrantes.
En esta misma publicación de esRevistas ya hemos abordado el tema de las mascarillas FFP2 y FFP3, así que ahora vamos a hablar de una alternativa que puede en la que estéis pensando muchos de quienes nos visitáis: las mascarillas de ciclismo, o para bicicleta.
Inicialmente pensadas para filtrar las minúsculas y peligrosas partículas PM 2,5 (partículas con un diámetro de hasta 2,5 micras) del tráfico urbano, se han visto como una alternativa también como protección frente al coronavirus. Sin embargo, aunque como mascarilla es enormemente útil, sus filtros estándar no son los más eficientes. Recordemos que, mientras una bacteria tiene un tamaño de entre 2 y 3 micras, el coronavirus mide entre 200-300 nanómetros de diámetro - unas 0,12 micras -. Es, por lo tanto, mucho más pequeño que los filtros estándar para ciclismo existentes en el mercado, de ahí que sea tan difícil ofrecer una mascarilla específica y se necesiten respiradores de gran capacidad de filtración, como las FFP3.
El mayor inconveniente de este tipo de mascarillas es que, al contrario que las quirúrgicas, no protegen al resto de personas. Debido a sus válvulas, expelen el aire al respirar del portador sin filtro alguno, por lo que pueden contaminar al resto de personas. Por ello, no son aconsejables su utilización, salvo que no tengamos otra alternativa.
Las mejores mascarillas de ciclismo existentes en el mercado son las de Respro, pero su precio es bastante elevado. Por muchísimo menos dinero, fabricantes chinos nos ofrecen un sin fin de alternativas que últimamente - y gracias a la pandemia, o aprovechándose más bien de ella, por cierto - se están haciendo muy populares. Pero, ¿trae a cuenta adquirirlas?
En materia sanitaria ya hemos visto que no. Por un lado, el filtro estándar que nos trae una mascarilla de ciclismo convencional no protege contra el coronavirus, y por el otro, tampoco protegemos al resto, es decir, seguimos contaminando a los otros contactos cercanos. Por lo tanto, es más cómoda, asequible y útil una mascarilla quirúrgica o higiénica convencional, que una de ciclismo que, además, es más aparatosa.
Las mascarillas de ciclismo chinas baratas tiene otro gran defecto: se hace muy difícil respirar con ellas, lo cual es un peligro si hacemos ejercicio, al no permitirnos oxigenarnos adecuadamente, y una gran molestia en verano, al no facilitar la aireación y aumentar, por ello, la sensación de calor y de ahogo. Uno de los aspectos más complejos de fabricar y de incorporar en la mascarillas son las válvulas. En el caso de las mascarillas de bici, suelen incorporar dos válvulas laterales. Cada válvula posee una membrana muy flexible, cuyo cometido es permitir que salga el aire cuando exhalamos al respirar. Este es un punto crítico, y en el que los buenos fabricantes se esmeran incorporando membranas muy eficientes. En el caso de las mascarillas chinas más baratas, esta membrana es casi una goma "sin más", con muy poca movilidad y, por ello, impidiéndonos respirar.
Para cambiar los filtros simplemente deberemos extraer ambas válvulas (normalmente están marcadas, y se giran hacia un lado para abrirlas, y hacia el otro para cerrarlas), las separamos o desacoplamos, y ya podremos retirar el filtro interior. Una vez colocado el nuevo filtro, volveremos a instalar las válvulas, tras haberlas limpiado con agua y jabón neutro, y limpiado el exterior de la mascarilla (ya sin su filtro).
Cada filtro, dependiendo de su uso, puede durarnos de 15 a 30 días (según las zonas en las que nos movamos y su nivel de contaminación), y se pueden adquirir en el mercado packs de filtros de cinco o diez unidades.
Otro detalle importante es que la mascarilla no puede limpiarse con agua y jabón - o dañaremos su filtrado -, debemos evitar, por tanto, desinfectarla así, y usaremos soluciones alcohólicas para hacerlo, además de dejarla a la luz para que los rayos ultravioleta del sol colaboren a esa desinfección. Como están hechas con neopreno, no debemos dejarlas tampoco mucho tiempo al aire libre. Este es otro aspecto a considerar si queremos usarlas como sustitutas de mascarillas higiénicas, ya que si pensabas limpiarla sin más mojándola, olvídate.
Lo mejor de estas mascarillas es que, una vez colocadas, apenas se mueven, ya que poseen una zona de unión en la parte posterior del cuello realizada con velcro y, además, se ajustan bastante bien a la nariz, gracias a su generosa pieza de aluminio. Sin embargo son bastante incómodas, y de ahí que entre los ciclistas no hayan tenido demasiado éxito. Son útiles si pedaleamos en la ciudad bajo denso tráfico pero, una vez salgamos de ahí, lo que se suele hacer es quitarla y guardarla. Por lo tanto, nuestro consejo es que si piensas adquirir una mascarilla de ciclismo como sustituto de una quirúrgica, no lo hagas, ya que además de incómoda, insegura y enormemente asfixiante, ni te estarás protegiendo tú, ni estarás protegiendo a nadie. Obviamente, si no te queda más alternativa, puedes recurrir a ella en un determinado momento, pero dado que hoy las mascarillas higiénicas son tan baratas y están al alcance de todo el mundo, no merece la pena molestarse con el mantenimiento y los cuidados que requiere una mascarilla para ciclistas. De hecho, están pensadas para la contaminación, pero no para la protección personal en materia sanitaria.
| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com
No hay comentarios :
Publicar un comentario