Si algo había penado en nuestra época escolar, más que ahora los teléfonos móviles, eran los bolígrafos con tinta roja. Aquellos que usaran uno eran perseguidos cual musulmanes a un infiel, y ese "privilegio" de usar bolígrafos rojos solo estaba reservado a los profesores, que usaban de él en ocasiones muy, muy específicas: para ponernos las notas sobre los exámenes, o tachar de forma desproporcionada y visible nuestros errores en las preguntas de exámenes y controles.
Ni se permitía -ni se permite- firmar en rojo, aunque ahora esa prohibición está cayendo en desuso debido a la cada vez mayor utilización de terminales con pantallas táctiles, en los cuales -claro- no se necesita bolígrafo alguno para firmar. Escribir en rojo era, por lo tanto, algo verdaderamente problemático. Se decía que en parte era debido a que, cuando uno firmaba en rojo, si se realizaba una fotocopia la firma no aparecía legible. Más bien, "desaparecía" por arte de magia. Una medida también valiosa para los profesores, que impedían que sus notas y/o firmas fueran duplicadas con ese sencillo procedimiento. Pero, ¿qué hay de cierto en eso? ¿Es real, o es una leyenda urbana?
Para comprobarlo, nada mejor que hacer la prueba. Pero para ello, además de un bolígrafo en rojo, hemos elegido nada menos que diez colores, entre los cuales hay rosas "apagados" e incluso un verde muy pálido, casi imperceptible a simple vista. Además, está también uno de mis colores preferidos, el teal -inédito en mi época escolar-, y uno de los extravagantes que más me gustaba utilizar: el verde. Un color que, en aquellos bolígrafos de Bic por aquellos años, era lo más "raro" que te podías poner entre tus dedos y el papel. Quizá por esa extravagancia me atraía tanto (de hecho los bolígrafos en verde siguen teniendo ventas marginales, de un 3%, mientras que los bolígrafos en rojo se llevan el 10% de las ventas, los negros el 23%, y la mayoría compran azules -64% de las ventas-).
Hemos hecho la prueba de varias formas: con una cámara de 1,3Mpx, una de 16 Mpx, y un escaneo, que sería lo más cercano a hacer una fotocopia de las de antes. El escaneo, a baja resolución y en blanco y negro, simulará una fotocopiadora de los ochenta, porque en aquellos tiempos que los colegios e institutos pudieran tener algo mejor era impensable.
Así se ve la tinta roja en una cámara de 1.3 MPx. Difuminada, pero claramente apreciable.
Con la capacidad de resolver hasta 1,3 millones de píxeles, hasta la cámara más "cutre" del mercado podría distinguir incluso el rojo más apagado. La tecnología de sensores ópticos actual es capaz de detectar más colores que un ojo humano, colores que nosotros no podemos ver ni distinguir. De manera que queda fuera de toda duda que sí, que en términos de cámaras digitales, es fácilmente reconocible una tinta, sea cual sea su color, incluso el rojo. Otra cosa serían las cámaras analógicas, claro, en donde la óptica física -el cristal de la cámara- y la iluminación, aportan mucho. Pero no es el tema a tratar aquí.
Vayamos, pues, al escaneo "puro y duro", porque a no ser que encontremos una fotocopiadora "ochentera", cualquier fotocopiadora actual te detectará los rojos aunque tu bolígrafo tenga el color rojo más "chapucero" del mundo.
Con una fotocopiadora actual, a escala de grises, el rojo aparece con bastante intensidad y claramente legible.
Ahora, la imagen que adjuntamos simulando una fotocopiadora "baratilla" del mercado que el antiguo Ministerio de Educación y Ciencia pagase a sus profesores, es esclarecedora. En ella podemos ver algunas cosas que nos pueden dejar sorprendidos. La primera de ellas: como por arte de magia, parece que han "desaparecido" firmas. En efecto: la verde clara apenas se ve, mi color teal..., bueno, se puede "presuponer" que ahí había escrito algo, pero no es legible, ni mucho menos. Pero si pasamos a la segunda fila nos quedamos perplejos. Así es: los colores rojos, y su gama de tonos, han desaparecido casi en su totalidad. Solo quedan trazos -legibles, eso sí- del fuerte violeta, pero el naranja, el rosa, y el rojo, se han ido como si jamás hubieran existido. Para la fotocopiadora son colores invisibles; inexistentes.
Y en la última línea veis, finalmente, lo que ocurre: el marrón oscuro, y el negro, se aprecian claramente (son los que más se aprecian de todos). Por cierto que, como veis, el azul también se aprecia (arriba del todo), de manera que el que nos pidieran escribir en negro o en azul, y evitar el rojo, tenía su motivo y su razón de ser, y para nada era una leyenda urbana.
La auténtica realidad la vemos cuando intentamos fotocopiar un documento a un nivel básico, sin grises, y de la forma más simple posible: los rojos han desaparecido como por arte de magia.
Sobre no firmar en rojo..., pues ya sabes también por qué. Y te conviene, porque si algún día tienes que escanear o hacer una fotocopia en una máquina de baja calidad o antigua, el rojo (o el verde) con el que hayas firmado puede haber desaparecido, así que siempre que tengas que firmar un documento, ¡usa un azul o un negro!
Ya ves, la tecnología de fotografía y copia actual, en donde nos muestra toda una gama de colores visibles, muy sólidos y claros, para que apreciemos todos los detalles al máximo, nos tiende a hacer creer que será fácil luego duplicarlo, fotocopiarlo e imprimirlo, ¡pero no siempre fue así! La próxima vez que tengas un bolígrafo rojo en la mano, recuérdalo.
En el folio hemos simulado la firma de una persona, eligiendo diferentes tonos de color de la tinta del bolígrafo.
| Redacción: esRevistas.com