El auge de los automóviles híbridos, eléctricos y con combustibles alternativos a vuelto a traer a la actualidad el recuerdo de la confrontación y rivalidad existente a principios del siglo pasado, en donde tres tecnologías (la eléctrica, la de vapor y la de combustión interna, con la gasolina principalmente) pugnaban por el privilegio de imponerse y ser la fuerza motriz que moviera el mundo.
La energía a vapor tenía bastantes ventajas: cualquier cosa se podía quemar en su caldera (obviamente, mejor elementos con un alto poder calorifico), su enorme par motor hacía innecesario el uso de marchas y, tras adquirir la presión debida en la caldera, el único elemento a desechar era el vapor de agua.
La eléctrica tenía la penalización de unas baterías con un uso de vida muy limitado, pero dado el ritmo al que avanzaba esa tecnología en aquellos tiempos, era una barrera que se preveía superable a no mucho tardar.
Pero... Apareció la gasolina. Más contaminante, sus vehículos más sucios (sus motores requerían un incontable número de piezas, muchas muy débiles y, encima, una gran cantidad de aceite para mantenerlas útiles), y además mucho más difíciles de conducir (se requerían marchas y engranajes). Pero la gasolina triunfó porque su combustible estaba "tirado por los suelos", era muy barato. Además, al contrario que las máquinas a vapor, de combustión externa, los motores a gasolina no necesitaban un desesperante tiempo de precalentamiento. Tampoco había que vigilar si se terminaba el vapor o no, solamente con rellenar el depósito era suficiente.
Es cierto que para rellenar el tanque de vapor podíamos pararnos y echarle a la caldera cualquier cosa que encontrásemos, pero la comodidad del motor a gasolina trajo consigo la seña de identidad de la sociedad moderna: la inmediatez. La rapidez. La velocidad. El estrés. El signo de nuestros tiempos promulgado por la sociedad del petróleo, y alimentado por el que llegó en llamarse "el oro negro".
Si miramos detenidamente esas tecnologías, enseguida podemos encontrarle una similitud con los relojes. Los modelos eco-drive, mezcla de electricidad y movimientos mecánicos, podrían ser los coches híbridos actuales. Los relojes a pilas o a acumulador, de cuarzo, podrían ser los coches eléctricos. Los relojes automáticos, que requieren moverse y un tiempo para almacenar energía cinética, podrían ser lo más similar a los modelos de autos a vapor.
¿Y los mecánicos de remonte manual? Esos relojes que no dependen de rotores, pilas, acumulador o central energética alguna, sino nuestro propio esfuerzo. Esos serían como los vehículos que están construidos con engranajes, pensados para aprovechar la fuerza humana sin más. Es decir, las bicicletas.
No creo que ningún reloj esté por encima de los otros, todos son tecnologías diferentes, pero es bien cierto que los mecánicos de remonte manual tienen algo diferente. El depender solamente de uno mismo para informarse del tiempo y ver la hora es algo especial. Es cierto que este tipo de mecánicos tienen muchos inconvenientes (inexactitudes, mantenimiento, etc.), pero en cierta forma lo compensan con todo lo demás. Aunque también he de decir que una de las cosas que son más importantes para este tipo de relojes, en esta sociedad supetecnificada y con tantos campos electromagnéticos alrededor, es poseer un reloj mecánico antimagnético.
Hace muchos años, cuando los mecánicos empezaron a ser populares, no era tan necesario el que fueran inmunes a los campos magnéticos: los aparatos electrónicos eran algo bastante inusual, y brillaban por su ausencia. Pero hoy, en donde la influencia de estos campos (a veces muy potentes) está por todos lados, un mecánico resistente a ellos es un reloj bastante útil.
Paradójicamente la mayoría de fabricantes obvian esta característica, y producen sus relojes sin prestarles esa atención, lo que es un signo evidente que lo que impera en la actualidad en las firmas y marcas relojeras es producir relojes por lujo, estética y para lucirlos, pero lejos de esa practicidad de antaño. Y es que, para un reloj mecánico, el que sea inmune (o al menos resistente) a campos magnéticos debía considerarse, a estas alturas y con la tecnología actual, tan importante o más a que sea resistente al agua o sumergible.
| Redacción: Duraderos.esRevistas.com