Hace poco hablaba con una persona de las que suelo tener un contacto bastante cercano y diario, y le desvelé:
- Yo soy genderfluid.
Tras el primer impacto, y unos segundos para pensárselo, me preguntó incrédula:
- ¿En serio?
- Por supuesto. Yo... Es que he descubierto que en realidad soy eso,
genderfluid.
Demostrando que ella también parecía conocerme bastante bien, me replicó:
- Y yo soy robot.
Me quedé a cuadros. En serio. Dije entonces, aceleradamente:
- No, espera... Tú no puedes ser robot.
- Claro que sí - insistió -. Si tú puedes ser genderfluid, ¿por qué no puedo ser yo robot?
Yo ya estaba que me subía por las paredes:
- ¡Oye, oye! - Protesté -. Yo soy robot. Te dejo a ti ser genderfluid.
Por desgracia no coló:
- ¡No, no! Robot ya lo he pillado yo. Ahora no puedes cogerlo tú. Te tienes que conformar con ser genderfluid.
Tengo que reconocer que no me quedó más remedio que agachar la cabeza y reconocer mi derrota. Pero bueno, siempre puedo seguir siendo un simple bot, que tampoco está mal.