Recordaréis que, cuando mi ordenador empezó a fallar, una de las cosas que hice primero y que más me preocupaban era poner a salvo las contraseñas que uso para múltiples servicios, unas contraseñas que, seguramente como vosotros, yo almacenaba en un fichero del PC.
La opción de copiarlas directamente a un pendrive no me parecía acertada, porque los pendrive casi sin aviso previo, y de buenas a primeras, puedes encontrarte con que se han dañado. Además, para acceder al pendrive requería de un ordenador, y pudiera ser que cuando lo necesitase no lo tuviese accesible. La solución más eficiente y acertada era, pues, conservar todo en papel.