En el libro "Un lugar en el tiempo 2", de A. Bial le Métayer, concretamente en el relato titulado "La mujer detenida en el tiempo", hay un personaje que me resulta sobremanera entrañable. Se trata de Puri, una mujer que ha decidido quedarse en sus mejores años, en la época en la que todo le resultaba interesante y atractivo. Maneja el dinero en pesetas, conduce un viejo coche Triumph modelo Mayflower, lleva un peinado pasado de moda hace lustros...
Esta mañana me hizo recordarla, cuando veía la publicidad por las calles de una de estas operadoras "del divertimento" tan de moda hoy, que encima de tener que ver "la caja tonta", te hacen pagar por hacerlo (e incluso hay gente insensata que paga, aunque parezca mentira).
El caso es que anunciaban una competición del motor, un tipo de evento por el cual hacía años me habría resultado enormemente interesante. Sin embargo ya no es así, apenas me motiva y ciertamente me compadezco de quienes pierdan un par de horas viendo unas motos o unos coches dar vueltas "sin ton ni son" por un trozo de carretera. Por fortuna, al menos, en mis tiempos era gratis y no tenía uno que, encima, pagar por ver ese tipo de espectáculos.
Supongo que en parte me he quedado anclado como esa señora que os contaba al principio, en los años en los que empezaba a aflorar Fernando Alonso, en los años en los que aún había cabinas telefónicas, donde para coger un transporte público no necesitabas registrarte en ningún sistema, y había un señor que te vendía billetes... En suma: en unos años bastante distintos a como lo son ahora.
Ayer, precisamente, hablaba con un señor sobre el dinero de antes, los bancos... Sitios estos últimos donde no te cobraban comisión (el dinero que obtenían lo sacaban precisamente de negociar con lo que se ingresaba), donde podías abrir una cuenta con cien pesetas (así abrí yo la mía; hoy te obligan a tener una nómina o/y justificar unos mínimos ingresos, e incluso antiguamente la cuenta bancaria te la daba el Estado, y con ella te hacía entrega de tu cartilla de ahorro, también gratuita), donde podías sacar hasta mil pesetas (hoy no puedes sacar del cajero menos de 20 euros). Todas esas son técnicas chapuceras y rastreras para "secuestrar" el dinero de los ahorradores y de los que tienen cuentas con ellos, pero nadie parece alarmarse. Parece que todos nos hemos acobardado o anquilosado, que nadie levanta la voz más de lo necesario, y que todos huimos "por patas" para que no nos pille a nosotros. Pero si no te pillan con esto, te pillarán con otras cosas. Eso tenlo muy claro.
Comentábamos este señor y yo lo que uno podía comprar cuando éramos jóvenes con cien pesetas. Con cien pesetas entonces eras "el amo", podías ir a una tienda y llenar el carrito de la compra. Al final hicimos cuentas sobre lo que son cien pesetas hoy día. Yo pensaba que equivaldría no sé... A cincuenta euros, algo así (inocente de mí, lo sé). Pues no. ¡Cien pesetas no llegan ni a un euro! Hoy con un euro apenas compras una botella de lejía, un litro de leche. ¿En serio hasta tal punto hemos perdido poder adquisitivo? Pues sí.
Y entonces llego a la conclusión, en efecto, de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y que prefiero seguir viviendo en el ayer, e ignorar los superfluos reclamos de hoy.
Claro que entiendo que las nuevas compañías tengan que "engatusar" a los jóvenes de hoy. Quizá nosotros no les interesemos ya porque saben muy bien que estamos de vuelta frente a sus estrategias y que les hemos dado la espalda. Que hemos vivido tiempos en los cuales todo era más "honesto", en donde ibas a un hospital público porque no había privados (y de haberlos, nadie los quería), y no te dejaban morir desangrado en un pasillo, ni te atendía un médico árabe que jamás vio una jeringuilla en su vida y que, encima, le importa un pimiento lo que le ocurra a sus pacientes hispanos. Más aún, que es él más racista que cualquier español xenófobo.
En fin, un tiempo en el que no tenías que ir con la cartera llena de billetes y tarjetas, donde preguntabas la hora para ver si tu reloj iba bien, y donde al salir del instituto o la universidad tenías trabajo asegurado; donde unos pocos conocimientos de mecanografía te abrían todas las puertas. Hoy acumulas certificados de profesionalidad a montones, y sigues siendo un mierda (con perdón).
Un tiempo que, por desgracia, ya no volverá.
| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com
Por mi recuerdo de niño cuando tenía 7-8 años, 100 pesetas me daban para comprar lo que hoy son 5€ aproximadamente. Según el cálculo del IPC el resultado de 100 pesetas en 1983 son 2,24€ en 2021. Pero vamos, muy atrás hay que remontarse para que 100 pesetas equivalieran a 50€.
ResponderEliminarDel artículo me han encantado las fotos. Se dice que cualquier tiempo pasado fue mejor, de una parte por la nostalgia, que en nuestros casos es fuerte, y del otro por haber vivido ya unos años y haberlas visto de todos los colores. Eso nos hace quedarnos con lo mejor de ambos mundos y no aceptar las modernidades per sé.
Sin embargo el momento actual tiene también cosas buenas, hay internet, sin la cual un espacio así sería imposible. Eso me ha hecho recordar una de las ironías del pasado, el software, algo etéreo por definición se vendía en tiendas físicas o incluso por correo!