Comparativa: yo-yo abierto y cerrado, y trucos para yo-yo


Aunque el yo-yo lleva generaciones entre nosotros, durante los últimos tiempos ha ido perdiendo protagonismo frente a sus competidores más modernos, no solo los juegos de smartphones y consolas, algo que es obvio, sino también frente a otros juegos "manuales", como el spinner (al cual puede que dediquemos algún reportaje específico). Esto tiene su lado bueno y malo. El lado bueno es que ahora podemos encontrar yo-yos de una calidad notable, a precios muy competitivos. Por otra parte, y como aspecto negativo, es que, a su vez, no son tan fáciles de encontrar como antaño.

El yo-yo es un juguete muy antiguo, tanto que su origen se pierde en la noche de los tiempos. Parece que su término actual proviene de una palabra tagala de Filipinas, que significa "viene-viene". Existen referencias más tempranas, como algunos grabados en revistas antiguas francesas, en donde se ve a una mujer vestida a la moda y con un bandalore (antiguo término francés para yoyo) en su mano. Pero hay también grabados en terracota de alrededor del año 440 de nuestra era, donde se aprecia un niño con yo-yo, por lo que, como se ve, era un artículo de divertimento que abarcaba un poco a todas las edades.




Sin embargo para la mayoría del público el yo-yo era bastante desconocido, pero todo cambió cuando en 1928 un estadounidense de origen filipino abre la Yo-yo Manufacturing Company en Santa Bárbara (California, USA). Eso desató la fiebre por este curioso artilugio y, de empezar fabricando unos doce modelos, tuvieron que abrir al año siguiente dos fábricas más y producir 300.000 unidades al día. Tal era el éxito de ese novedoso invento de entretenimiento.

Los sesenta y setenta fueron otra de las décadas más productivas de los yo-yos y se puede hablar de su resurgimiento, en medio de la cultura pop. En esa década tuvieron su auge marcas como Plastimarx, Impala, Duncan o Jack Russel, que contaba con la promoción de Coca-Cola para conseguir más difusión, sobre todo en países de Latinoamérica.


El yo-yó (o yo-yo, yoyo o yoyó) logró grandes aficionados entre el público adulto. Entre sus incondicionales se sabe que Richard Nixon lo usaba como pasatiempo, y era habitual verlo jugar con él durante su estancia en la Casa Blanca. Pero además, John F. Kennedy también era un gran fan del yo-yo. E incluso los tripulantes del Discovery llevaron en 1985 un yo-yó, para entretenerse durante su estancia en el espacio.

Lo que me interesa y me atrae mucho del yo-yo, personalmente, es su física. A grandes rasgos, podríamos considerarlo como un dispositivo antigravitatorio (sí, sé que suena muy a ciencia-ficción esta palabra, pero ahora lo explicamos). Hace uso de la energía kinética (principio por el cual funcionan también atracciones como la montaña rusa) para vencer a la gravedad y, por lo tanto, ascender mediante un cable en sentido contrario. Como es lógico, el yo-yo una vez lanzado debería ser atraído hacia la tierra y quedarse "abajo", pero la energía rotacional que lleva al descender se convierte en energía de ascenso kinético (técnicamente conocida como inercia rotacional) que supera la fuerza de la gravedad terrestre y le permite ascender por sí mismo, sin pilas, sin electricidad, y sin motor. Es fantástico en su simpleza y sencillez, y lo mejor es que realmente funciona.


Como la energía que genera se pierde por fricción (y se complica aún más si encuentra en el camino alguna imperfección en la cuerda, como nudos), se requiere un movimiento rápido "de vuelta" para el regreso, que aporte esa energía extra para la vuelta. También influye en este aspecto el peso del yo-yo y, por lo tanto, si es muy pesado requerirá más energía. De ahí que los buenos yo-yos se realicen de materiales livianos, como el aluminio o, los más elitistas, incluso la cerámica.

Entre medias de este proceso existen muchas variantes patentadas, algunas con complejos sistemas de enrolle y vuelta. Aquí os mostramos dos de los sistemas más comunes en el mercado, la del yo-yo abierto que hace uso de rodamientos, y el yo-yo más básico y, podríamos decir, sencillo y original, con una simple cuerda y de tipo cerrado. El yo-yo con rodamientos (ball bearing) se empezó a comercializar en 1984. Posee unos rodamientos en su eje de manera que, cuando el yo-yo llega al final de su trayectoria descendente, si no hemos sido capaces de subirlo podemos impulsarlo aunque esté "abajo" (sin estar detenido) con un nuevo impulso, ya que esos rodamientos permiten que siga girando en la parte baja del descenso. Junto a ello, encontramos sus lados abiertos, lo que impide (o más bien reduce) el riesgo de que la cuerda se bloquee entre las paredes por ella misma (algo muy habitual en los yo-yos de tipo cerrado) y se produzcan esos molestos nudos.


Como contrapartida, los yo-yos de tipo abierto son más difíciles de dominar, también suelen ser más pesados debido a los rodamientos de metal, y si se desgastan dichos rodamientos, acabarán como un peso extra molesta e inservible, por lo que podemos decir que también requieren más mantenimiento. Eso sí, permiten movimientos más extremos, aunque dado que los lados no centran la cuerda (uno de los aspectos básicos y esenciales para que el yo-yo funcione bien) este tipo de yo-yos son muy proclives al "desenrosque" (la cuerda sale por los lados y no vuelve a enrollarse, y el yo-yo acaba girando loco sobre sí mismo sin posibilidad de regresar).

Personalmente prefiero los yo-yo convencionales, de tipo cerrado. Es cierto que son menos espectaculares y dificultan juegos y técnicas extremas, pero son más dóciles, su funcionamiento es más cómodo y, además, son mucho más "amigables" con el usuario. Quizá para hacer técnicas malabares los yo-yo abiertos sean más aconsejables, pero para quien quiere divertirse simplemente, seguramente le resulte más entretenido un yo-yo de tipo cerrado, sin rodamientos que hacen de su movimiento un tanto extraño y errático.

Los yo-yo de plástico y más básicos como el que ves en la imagen suelen costar alrededor de los 5 €, a partir de ahí las posibilidades son inmensas y para todos los gustos, tanto en materiales - incluyendo yo-yos de acero o de madera -, como en mecanismos (con rodamientos o sin ellos).







Ajustar el yoyo
Haciendo uso del Energía YoYo de One, os vamos a poner una serie de técnicas que también podéis encontrar en su manual. Lo primero es ajustar el yo-yo que, como veis, no tiene mucho misterio: debemos colocar la cuerda en el dedo medio y dejar que el yo-yo cuelgue hasta tocar el suelo. Luego, tensamos la cuerda hasta que el extremo quede a la altura de nuestro ombligo o a 2,5 o 5 cm por encima del mismo. Si queda más arriba, le hacemos un nudo para cortarla a nuestra altura.

Para hacer el nudo colocamos el índice en la cuerda doblada, y le damos la vuelta alrededor a la cuerda y por debajo, consiguiendo el nudo (en las imágenes puedes verlo). Luego, cortamos el extremo sobrante. También podemos hacer un nudo corredizo. Esto es muy útil para que el yo-yo no se escape, e importante si queremos hacer giros agresivos con él. No olvidemos que el yo-yo puede coger una elevadísima velocidad y, si se escapa, es como si arrojásemos una piedra, ¡así que cuidado!

-Enrollar la cuerda
En los yo-yos convencionales no me gusta que la cuerda vaya "loca", sin ningún punto de unión con el centro del yo-yo, por lo que suelo dejarla bloqueada y poder así enrollarla fácilmente. Pero para hacer esto debemos tener mucha precaución, porque si la fijamos en un extremo, el yo-yo tenderá a ir hacia un lado y será muy difícil manejarlo sin que se desperdicie energía. Debemos bloquearla tratando de centrarla.

Pero, hecha esa salvedad, la mayoría de yo-yos del mercado nos vendrán con la cuerda sin fijar sobre su eje, simplemente en medio del enrollamiento de la propia cuerda, así que no podemos enrollarla sin más, sino que tenemos que poner un dedo (o varios) entre el yo-yo y la cuerda y así poder comenzar a darle vueltas. Es indiferente si quedan trozos de cuerda "sueltos", no te preocupes, puesto que no afectará al movimiento y una vez se vuelva a lanzar, ya se enrollará bien él solo.

-Lanzamiento básico
Para lanzar el yo-yo lo hacemos con la mano hacia arriba (palma hacia el cielo) y, una vez llegue al tope, volvemos la mano para recogerlo. Es un movimiento sencillo, pero requiere cierta práctica. Este es el lanzamiento más básico que se empieza a aprender cuando comenzamos a manejar el yo-yo.

-Lanzamiento dormilón
Este es un lanzamiento relativamente fácil de hacer con un yo-yo de rodamientos, y consiste en dejar que el yo-yo llegue a la parte final y recogerlo con un movimiento seco del brazo. El yo-yo debería seguir girando en todo el proceso de lo contrario, lo habrás "perdido" (no se podrá enrollar).

-Pase delantero
Personalmente es uno de mis movimiento favoritos. El yo-yo lo lanzas hacia adelante con firmeza, como si quisieras arrojarlo, y cuando esté casi en posición horizontal lo devuelves hacia ti, recogiéndolo. Es un movimiento muy espectacular si lo unes con un movimiento natural descendente, sin recoger el yo-yo al volver éste hacia ti, aunque en este caso es más complicado de realizar y requiere bastante más práctica.













| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com

2 comentarios :

  1. Me han entrado ganas de rescatar el mío... El dormilón, el perrito, el disparo, el pajarito jeje.

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