Todos conocemos más o menos los escalímetros, esa "extraña regla" en forma de prisma (tres esquinas) llamada a veces "escala de arquitecto" y que se utiliza para eso: para realizar y medir dibujos que tienen distintas escalas. Así, podemos saber las mediciones a tamaño real de, por ejemplo, una mesa colocada sobre un plano, un automóvil... O un edificio.
Aunque tradicionalmente se realizaban en madera, y los más elitistas en aluminio, hoy la mayoría de casas (incluso de supuesto lujo como Faber Castell) los realizan en plástico.
El modelo que os traemos es el 153-B, con escalas que van de 100 y 50 (se recomienda evitar siempre escalas múltiplos de tres, es decir: 1:75, 1:300, 1:600, 1:900, etc., que son las menos útiles), en concreto 1:100, 1:200, 1:250, 1:300, 1:400 y 1:500, grabada en cada esquina o vértice de la regla. En realidad la escala 1:100 nos la podríamos evitar, no deja de ser la regla "de toda la vida" de 100 centímetros que todos tenemos en casa, siendo más útiles el resto de escalas, al reducir las medidas que nos podemos encontrar en planos.
Lo mejor de este producto de Faber Castell es que, a diferencia de la mayoría de sus competidores, está hecho en Alemania. Claro que eso se nota en el precio. La escala en la regla va pintada en color negro, y además va grabada, lo que nos ofrece una longevidad y durabilidad extra. Por si fuera poco, se acompaña de una funda de plástico duro, de bastante buena factura y una bonita presencia.
Pero... Sí, como suele ocurrir con este fabricante, siempre hay un "pero" en sus productos. Y es que como casi todos los productos de Faber-Castell (un mal endémico en esta compañía), tienen unos excelentes materiales pero un desastroso acabado, sobre todo en su funda, su punto más flojo. En el caso de este escalímetro, la funda es de un plástico resistente y robusto, pero va demasiado ajustado y "ralla" al sacar y meter el escalímetro, lo mismo que la parte del cierre. Con el tiempo, eso tenderá probablemente a ir arañando el plástico y la escala grabada se irá borrando debido al desgaste. Ese es uno de sus más graves defectos. Lo cual es una pena, y da la sensación de que en Faber Castell (ya lo hemos visto en otras ocasiones, incluso con sus productos de escritura) nadie testea ni prueba sus productos, y en la fase de diseño parece que no hay nadie que se dedique a preocuparse sobre su durabilidad y su uso en el día a día.
| Redacción: Duraderos.cc / Duraderos.blogspot.com
No coincidimos en el veredicto en cuanto a Faber Castell. A mi la marca en general me gusta. Reconozco lo de la funda, pero es un detalle comparado con el resto.
ResponderEliminarNo digo que sean malos productos. Digo que son malísimos productos para el precio que tienen. Si fuera un escalímetro (o sus bolígrafos, otro que tanto) de un par de euros, pues bueno, estaría genial.
EliminarEsto es como todo. ¿Es bueno un Dacia Sandero? Si pagas por el 6.000 € no, pero si pagas por él 50.000, pues sí.
El problema de Faber Castell me recuerda mucho a Zippo: viven de sus rentas, de la fama que han cosechado años atrás. Hoy son un desastre de compañía, líneas descompasadas, totalmente desmadradas y productos que si no tienen una cosa nefasta (la mina de sus lápices) tienen otra (el acabado de artículos como este). Pero pagas la marca, ese es el problema.
Se supone que un artículo hecho en Alemania tiene que estar a una altura por encima de la media, más a ese precio. Sino, pues tanto da que lo hagan en Alemania que en China, porque el resultado al final es el mismo, pero encima por ponerte Alemania te cobran dos o tres veces más. ¿En qué gana el consumidor entonces? En nada. En descubrir que le han estafado.
No tengas miedo de que la funda acabe desgastando el escalimetro, porque se suele partir relativamente rápido (la funda) por la parte del rebaje donde encaja el capuchón verde y no tendrás que meterlo más dentro. Por lo demás, yo tengo uno igual desde 1996, hice la carrera con él y luego lo he seguido usando y está como el primer día.
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