Ricardo Suárez-. Buenos días, bienvenidos a este espacio una edición más aquí en "Marcando el tiempo". Os saluda Ricardo Suárez, y también bienvenido a ti, Mateo.
Mateo Salazar-. Hola, buenas, y muy buenas a todos los oyentes también, por supuesto.
Ricardo Suárez-. El otro día hablábamos, en el programa anterior, con Byron Smith, largo y tendido, sobre la relojería de cuarzo a la que tú no es que le tengas precisamente una gran preferencia respecto a la relojería mecánica, ¿verdad?
Mateo Salazar-. No es que sea cuestión de preferencias, yo lo dije el otro día también: para mí todos los tipos de relojería no dejan de ser para lo mismo, al final un aparato, un reloj. El cuarzo lo tenemos en smartphones, lo tenemos en los reproductores de música, se utiliza, tanto el cuarzo como la corriente alterna también, en los microondas y en tantos aparatos electrodomésticos... Para muchas personas el cuarzo ha desvirtuado un poco la relojería, porque la ha convertido en un mero dispositivo electrónico, cuando históricamente, al menos en el recuerdo de la gente de más edad, el reloj siempre ha sido mecánico. Y por una sencilla razón, por algo muy simple: que es la de medir el tiempo con nuestra propia energía, sin elementos externos ni necesitar fuentes de alimentación ajenas a nuestras manos, por decirlo de alguna manera.
Además, un mecánico se puede ver cómo trabaja, se le pueden ver los engranajes, se le puede reparar...
Ricardo Suárez-. Pero uno de cuarzo también tiene esos elementos... Al fin y al cabo no deja de ser un cuarzo que cumple, por decirlo de alguna manera, la labor de un péndulo en un reloj convencional.
Mateo Salazar-. Bueno, esa es tu opinión, pero yo creo que no es así, ni mucho menos. En un reloj de cuarzo solo ves parte de los engranajes, no ves realmente el funcionamiento del reloj ni lo que hace, ya que todo va controlado por un circuito.
No olvidemos tampoco el display, el sistema de alimentación... Todos componentes que entran en el mundo de la electrónica y no en el mundo de la relojería más tradicional. Y todos componentes de muy difícil reparación, mientras que en un modelo mecánico puedes sustituir prácticamente todas sus piezas, por pequeñas que sean.
Ricardo Suárez-. Antes, en la relojería clásica, teníamos distintas piezas que, como bien dices, trabajaban entre sí, como la áncora, rueda de escape, volante, muelle, pivote... Todas ellas formaban los componentes de un reloj que mediante un tipo de almacenamiento, la propia energía cinética de la espiral, se realizaba el control horario. Pero todo eso en parte también ha cambiado con el tiempo porque ahora son la mayoría de relojes automáticos... ¿No es esto también una forma de desvirtuar lo que era la relojería "de siempre"?
Mateo Salazar-. Pues siendo estrictos, ya que estamos en extremos, en cierta forma podría considerarse así. Es como si le pones un movimiento kinético, o le pones un tipo de motor que alimente ese reloj. Pero al fin y al cabo es una forma de carga manual, que es lo interesante, mediante el movimiento de un rotor o una cuerda, tampoco es necesario hilar tan fino.
Por comodidad se han ido popularizando los relojes de carga automática, aunque el principio sea parecido a mí el movimiento de un rotor, en lo personal, creo que le quita encanto. Por supuesto habrá quien considere todo lo contrario, y que piense que le añada encanto.
Ricardo Suárez-. También hay clientes, o por lo menos los más "puritanos", que se muestran en contra del dial o diales con complicaciones, como los de reserva de marcha o fases lunares, ¿es esto un añadido también, prescindible?
Mateo Salazar-. En cierta forma es eso, otro accesorio, que ha venido a diluir un poco la auténtica esencia de la relojería mecánica, pero históricamente siempre ha sido así, siempre se ha buscado la mayor complicación en los relojes tanto para orgullo del fabricante, como también elemento publicitario, no lo olvidemos. Que un fabricante consiga este tipo de refinamiento y complejidad solamente con engranajes le da un estatus, un saber hacer y un conocimiento superior al resto, y eso hacía -antes más que ahora- que la firma tuviera más prestigio.
El indicador de carga de un reloj sí que es algo que es bastante innecesario: la carga del reloj es máxima por la mañana, cuando le damos cuerda, y ya sabemos todos que a medida que pasa el tiempo la carga se agota, así que al otro día lo volvemos a cargar y listo. Pero claro, la masificación de los relojes automáticos ha hecho que esta complicación sea valiosa porque en muchas ocasiones no sabemos cuánto hemos podido cargar el reloj, y nadie quiere encontrarse al despertar con la desagradable sorpresa de que su reloj se ha parado.
No es que desvirtúe al reloj, pero francamente, o en bastante grado, es un "accesorio" prescindible. Obviamente no es esencial, porque si utilizas tu reloj a diario y te preocupas de cargarlo al completo cada mañana no lo necesitarás para nada. Claro que si el usuario solo lo usa esporádicamente, y no está habituado a lo que es un reloj mecánico, pues se puede sentir más tranquilo con un indicador de ese tipo.
Pero en fin, es lo que siempre hablamos: hoy las personas que utilizan reloj, muchas de ellas, lo hacen como un elemento visual, simplemente, y ha dejado su lado práctico muy, muy alejado de lo que era antiguamente.
Ricardo Suárez-. Y sin embargo los relojes mecánicos triunfan, se venden.
Mateo Salazar-. Sí, se venden, y se venden por eso: por estética. Esta es la razón de que se vendan relojes mecánicos muy caros, por un sentido de lujo, de adorno, y la maquinaria en sí aún siendo importante a veces casi lo es menos que la estética exterior. En muchos casos al menos, por desgracia, porque por supuesto hay quienes siguen encontrando en el reloj un elemento práctico y útil. Pero no para una gran mayoría.
Ricardo Suárez-. Para una gran mayoría eso de "práctico y útil", honestamente, me parece que lo ha adoptado el smartphone. Muchas gracias, Mateo, por acompañarnos una vez más y por estar con nosotros aquí, en "Marcando el tiempo" en ATR Radio.
Mateo Salazar-. Muchas gracias a vosotros por "soportarme" otra vez aquí.
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