Primer día de Fase 1: el descontrol de los templos religiosos


Para el 51% del territorio español, hoy es el primer día de la Fase 1, en la cual se otorga una cierta libertad a los ciudadanos, facilitando las compras, las reuniones, y los desplazamientos. Una de las actividades que se ha empezado a ofrecer es la apertura de templos religiosos. Durante esta mañana, pues, hemos recorrido la ciudad (como reporteros, recordemos que los periodistas poseen libertad de movimientos para hacer nuestra labor informativa) y hemos estado en dos celebraciones para comprobar cómo se cumplía la ley en los mismos, y la seguridad e higiene que deben imperar para ofrecer los servicios litúrgicos.

Primero, repasemos las normas a las que los templos están obligados por ley (publicada en el BOE del sábado):

- Ofrecer a la entrada y salida geles hidroalcohólicos.
- Mantener las puertas abiertas a la entrada y salida.
- Como espacio cerrado, todas las personas que estén en el interior deben llevar mascarilla.
- Se debe mantener una distancia interpersonal de metro y medio mínimo, y de un metro entre bancos, con plazas alternas.




Bien, tras haber pasado por cuatro parroquias, y acudido, como decíamos, a dos celebraciones litúrgicas, hemos comprobado con horror cómo la mayoría de estas normas NO se cumplen. Lo más grave es que a las celebraciones suelen acudir personas muy ancianas y de gran riesgo, cuando no debería ser así. Esas personas, si no pueden llevar mascarilla por problemas respiratorios, o están delicadas de salud, se aconseja que se mantengan en su casa. No en vano tienen una franja horaria de salida propia, y son uno de los grupos más vigilados por las autoridades sanitarias. Irónicamente, son luego de los más inconscientes. Hemos visto que un buen número de ellos poseen mascarillas de calidad (FFP2), pero no sirven de nada porque la mayoría las llevan en el cuello, o con la nariz asomando, por lo que la protección es nula.

Comprobamos también asustados cómo acuden fieles en mitad de la celebración litúrgica, jóvenes incluso, sin mascarilla, y se sientan en cualquier banco sin mantener distancia de seguridad alguna, y sin que haya nadie que les diga nada. Transcurrido el acto religioso, cuando nos disponemos a salir, las puertas del templo están cerradas, y tenemos que abrirlas nosotros, algo que tampoco está permitido por ley. Nos cruzamos entonces con una señora que accede al templo sin mascarilla, y al decirle que es obligatorio ponerse mascarilla, al ser un sitio cerrado y con gente cercana, se encoje de hombros y no nos hace caso.

Por otro lado, comprobamos cómo en una de las parroquias tienen a la entrada, con carteles y sobre unas mesas, dos frascos de gel hidroalcohólico, pero sin embargo en otra a la que acudimos el gel lo tienen junto al altar, medio escondido, y lo retiran inmediatamente de acabar la celebración, por lo que muy poca gente tiene ocasión de desinfectarse las manos. De hecho, solo hemos visto a dos personas que lo hicieran.


Todo esto clama al cielo, porque es un gran riesgo de transmisión, y encima en grupos de personas delicadas, como las personas ancianas que acudían a esos templos. Si hoy, un día de semana, está así (nadie vigila que se llene el aforo, a pesar de solo estar permitido un tercio del mismo), no queremos ni pensar el enorme y grave riesgo que supondrá la llegada del fin de semana con las misas del domingo.

No sabemos si es que no ha quedado claro para la población, si es que las diócesis no han transmitido las normas a sus centros parroquiales, o si es simplemente desidia de todos e ignorancia (o tal vez que les dé ya igual). Hay algunos carteles con normas en ciertos templos, pero solo en lugares muy poco visibles, y la mayoría no alertan de la grave situación epidemiológica actual. Las autoridades religiosas deberían tomar cartas en el asunto o, en su caso, si no quieren o no les apetece, hacerlo las autoridades civiles a través de las Delegaciones de Gobierno y de las Comunidades, denunciando y sancionando aquellos lugares en donde no se cumpla la normativa. De ello depende nuestra salud y la seguridad de toda la población, porque de lo contrario las parroquias y templos religiosos pueden convertirse en el siguiente foco de contagio de la enfermedad.

| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com

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