¿Hay censura a los medios de comunicación por parte del Gobierno?


Durante este Estado de Alarma se ha acusado al Gobierno de muchas cosas, pero una de las más graves es sobre su intento de controlar la información: acallar críticas, tapar a quienes opinen en contra, y apagar las voces que no vayan ni estén a favor con su forma de hacer las cosas, o que planteen otras opiniones diferentes a las dictadas por el partido en el poder. Esta misma mañana, durante su intervención en la Cámara, Pablo Casado ya mencionaba un "encubierto" favoritismo hacia los medios del conglomerado mediático de A3Media.

En las ruedas de prensa podemos ver cómo se favorece la voz de medios cercanos a la corriente de quienes están ostentando el poder, ¿no te suena demasiado repetidas las apariciones de las preguntas de periodistas de, casi siempre, los mismos medios y revistas? Es una casualidad llamativa, y es por algo: porque casi siempre son los mismos, y el resto no es que no estén o no quieran hacer preguntas: es que no les dejan.




Por de pronto, el sistema actual, elegido tras muchísima polémica por las preguntas que se enviaban por WhatsApp y que eran previamente "censuradas" para que aparecieran las que ellos - el gobierno - considerase "adecuadas" (adecuadas para ellos, entiéndase), se dice que es más democrático por haber sido elegido mediante sorteo por la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) y la Asociación de la Prensa de Madrid (APM). El problema es que esos medios, para participar, no solamente tienen que pasar el filtro de esas dos asociaciones, sino que es de obligado cumplimiento que solo participen los periodistas acreditados en Moncloa. Esto deja fuera a todos los medios alternativos, freelances, bloggers, periódicos y revistas de toda índole que no pueden acreditarse ante Moncloa, por las leoninas y complicadísimas condiciones que se exigen para ello (pertenecer a una compañía de comunicación -muchos medios somos gratuitos y no tenemos una plantilla ni una empresa como tal-, domicilio fiscal, etc., etc.).

Resulta cuanto menos llamativo, que muchos de nosotros tengamos acreditaciones internacionales (incluso con Departamentos de Estado de otros países, como el Británico, en nuestro caso), sin ni siquiera publicar en su idioma, y no podamos acreditarnos en nuestro propio país, con lo cual se le menoscaba el derecho al ciudadano a informarse libremente y con la mayor neutralidad. Al final, los medios controlados o a favor del Gobierno son los únicos que pueden informar e intervenir con sus preguntas, participar en sus ruedas de prensa, e identificarse legalmente con su acreditación.


El problema va más allá, y es más grave aún en esta coyuntura de excepcionalidad social en la que nos encontramos. Al no poder tener una acreditación, ni una autorización de empresa, nuestra ya de por sí complicada y difícil labor de información se ve enormemente mermada en este Estado de Alarma. A diferencia del resto de nuestros compañeros periodistas y reporteros, muchos de los freelancers, fotoperiodistas, bloggers y demás divulgadores, no pueden moverse para realizar reportajes, ni recabar información, ya que no pueden disponer de esa autorización de movilidad. El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decía hace pocas semanas que la información era un "servicio básico" y que su movilidad no se vería interrumpida, sin embargo en la práctica y en el día a día es todo muy diferente, y resulta que solo muy pocos medios se ven beneficiados, la mayoría solo los pertenecientes a grandes grupos de comunicación, concretamente, dejando todo el amplia abanico informativo desamparado y complicándole aún más su trabajo, ya de por sí realizado en condiciones muy precarias y con muchos menos medios que los de las grandes corporaciones y compañías de publicidad/periodismo.

Y es que ahora mismo podríamos salir a informar en medio del confinamiento en Londres, pero no podamos hacerlo en nuestro propio país porque, en este Estado de Alarma (que es de facto un Estado de Excepción encubierto) la policía nos multaría por ello al no ofrecer el Estado un sistema de acreditación para medios como nosotros, privando en la práctica con ello de nuestro deber a informar, y del derecho del ciudadano a estar informado. La misma problemática la tienen los fotoperiodistas, que no pueden dar testimonio de lo que acontece en nuestros pueblos y ciudades, y que incluso hasta los juristas han denunciado, por supuesto haciéndoles oídos sordos desde el Gobierno, que repiten hasta la saciedad lo de la libertad de prensa, pero que no lo aplican en la práctica. De manera que, por mucho que se repita una mentira, eso no la convierte en verdad.

Si el Gobierno, de verdad, hubiese querido que se informara y darnos libertad, debería haber ofrecido desde el principio un "pase de prensa", un sistema que nos permitiera dar ese servicio sin peligro y sin enfrentarnos a severas multas merced a su "ley mordaza", pero un pase de prensa para todos, no para los poderosos conglomerados mediáticos que se acodan con la esfera del poder. Y no para criticarles necesariamente, aquí no somos ni de izquierdas ni de derechas, pero no lo han hecho y durante ya casi dos meses no podemos ofrecer ese servicio al ciudadano que ellos, falsamente, calificaban como "esencial". Y si una sociedad empieza a censurar los medios de librepensamiento, eso es de todo menos democrática.


Alguien podria argumentar que es que no tenemos el peso suficiente como mastodónticos conglomerados tipo La Sexta, la SER o El País. Es cierto que no somos esas cabeceras, pero entre nuestros medios digitales reunimos unos 200.000 lectores, solo hay que hacer un sencillo cálculo con todos los medios en nuestra misma situación, para darse cuenta del volumen de libertad de información amenazada, y con ello el menoscabo que sufren los derechos y libertades del ciudadano en su posibilidad de poder ser informado con neutralidad, lo cual es no solo muy importante, nos atreveríamos a decir que es vital. Lo cierto es que de esto apenas se habla, y cuando se habla es para decir falsedades. Ahora mismo, ¿podemos ir a las convocatorias de prensa o apariciones públicas en nuestro municipio? La respuesta es no. ¿Podemos hacer preguntas en las ruedas de prensa? No. ¿Podemos salir a la calle para realizar nuestra tarea? Lo cierto es que no y, cuando lo hemos hecho, ha sido aprovechando las pocas horas de salida permitidas estos últimos días (a primeras y ultimas horas de la tarde), o jugándonos el tipo en estas semanas, como si estuviésemos cometiendo un delito por nuestro servicio al ciudadano que, además, ofrecemos gratuitamente. Entendemos que nuestro servicio puede que no sea esencial, que ante todo esté la salud pública, pero si es así, que se diga claramente, que no se le mienta a la gente diciendo que la labor periodística es un servicio esencial. Que se diga la verdad, y se muestre la realidad, que no existe libertad de prensa, y punto. Si es así lo asumimos, pero que no se mienta descaradamente a la opinión pública haciéndola creer lo que no es. Porque sino, así no vamos a ningún lado. ¿Cómo podría creer nadie al Gobierno, si empieza falseando algo tan básico y elemental, que es garantista de la libertad más esencial reconocida a nivel internacional?

Tal vez sea por desconocimiento o por algo hecho expresamente, el caso es que desde el Gobierno continúan con un método anticuado respecto a la libertad de prensa, no han evolucionado, no se han dado cuenta -o no quieren darse cuenta- que hoy en día el periodismo, y la comunicación, no son como antes un periódico en papel o unas pocas cadenas de televisión, sino que hay multitud de medios digitales, online, offline, locales, y de distribución diversa (y no solo en los quioscos) que ofrecen un servicio al ciudadano libre, accesible y variado. El equipo que nos gobierna continúa anquilosado -tal vez para defender y favorecer a sus intereses- en un sistema tercermundista en donde el periodista es aquel que trabaja para un gran medio con una cámara de televisión al hombro y una red detrás de soporte técnico infinita. En el mundo en el que estamos, en donde cada vez cierran más cabeceras de ese tipo y las televisiones se ven obligadas a pasarse a plataformas de pago, esa visión no es nada realista. Cuanto menos, es surrealista.

| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com

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