Cazo de Cromargan de WMF


Desde que tuve en mis manos un candado con aleación de titanio (por cierto, nos queda pendiente hacerle una review), ya pocas cosas me sorprenden respecto a aleaciones. Sin embargo, en el tema del menaje de hogar y la cocina, reconozco que los fabricantes lo tienen muy complicado. Si elijes recipientes de plástico, a los pocos días te acaban quedando oscuros y con un aspecto muy feo, eso sin contar que, obviamente, no los puedes poner al fuego ni en el microondas. Si elijes de cristal, pueden romperse, y tampoco puedes cocinar con ellos. Si elijes metal, éste tiene que ser de muy buena calidad, porque hay un riesgo muy elevado de toxicidad. Incluso hay fabricantes que hasta se atreven a vender recipientes de aluminio, y se quedan tan anchos. Otros optan por esmaltarlos, pero en cuanto se deteriore el esmalte (o incluso puede que nos llegue deteriorado de fábrica, como vimos aquí con algunos productos de Ibili) tendrás que desprenderte de él o usarlo como adorno puesto que, además de correr el riesgo de que minúsculas partes de esmaltes se mezclen con la comida, el metal que hay debajo y que sirve como base no suele ser nada saludable.

Nos queda, por tanto, el acero o el titanio. Por precio, el titanio se descarta automáticamente. En cuanto al acero, existen diversos grados de calidad, y los que se admiten para cocinar son muy pocos (de hecho, solo uno es más o menos seguro, el AISI 304).




Es éste, precisamente, el que utiliza el fabricante WMF, el acero 18/10 que encontraremos en las baterías de cocina de mayor calidad, sin recubrimiento (si son con recubrimiento, en cuanto éste se deteriore ocurrirá como con el esmaltado) y al que ellos denominan Cromargan.

Antes de meternos de lleno con el Cromargan, quizá habría que aclarar qué dos tipos de aceros se utilizan en recipientes para alimentos. Resolver este dilema no es sencillo: el acero para cocinar tiene que resistir la oxidación - va a estar en contacto casi constante con el agua, y sometido a mucho trabajo -, pero para que esto sea posible, se debe incluir cromo y níquel en su fabricación. El problema es que tanto el cromo, y sobre todo el níquel, son metales muy peligrosos. Para que un acero tenga unas mínimas propiedades antioxidantes, la presencia de cromo ha de ser, al menos, del 12%. Por ello, cuando el fabricante nos dice que su acero es 18/10, nos está diciendo que tiene un 18% de cromo y un 10% de níquel.


Sin embargo, muchos, si venís sobre todo del mundo de la relojería, os sonará más el acero AISI 316 (AISI son las siglas del American Iron and Steel Institute, el Instituto Americano del Hierro y del Acero). Como hemos dicho, en cocina se suele usar más el AISI 304. La diferencia entre un acero 316 y un 304 es poca, pero importante: el 316 incluye un 2% de molibdeno, haciéndolo más robusto y duro - y más pesado, por cierto - y por eso se tiende a utilizarlo en relojería y joyería. Son los dos aceros digamos "más saludables", lo que comúnmente se conoce como "acero quirúrgico".

Existe todavía otro acero con menos composición de níquel, el 18/8, con un 8% de níquel, utilizado para aquellos casos en donde se necesiten útiles que resistan las altas temperaturas (hasta 400ºC).


El Cromargan se utiliza para sus piezas por el fabricante alemán WMF, sigue siendo un acero 18/10 (o sea: 304), pero gracias a la elección de materiales es menos poroso al calentar alimentos, esto es: es más difícil que transmita el contenido de metales pesados, como el níquel, a lo que estamos cocinando. Además, según WMF, el Cromargan es más fácil de limpiar - al deslizar mejor lo que contenga - que el acero 304 "convencional".

Además de Cromargan, WMF dispone de tecnología de transmisión de calor denominada Transtherm. Situada en la base, su función es transmitir el calor por igual a toda la superficie, aunque a la base le llegue solo desde una zona (un lado, el centro...). De esta manera, se reduce el riesgo de que una parte de lo que estemos cocinando se caliente - y se cocine - más que la otra.


El cazo que os mostramos de WMF es el Provence Plus, de 16 cm de diámetro y de 1,4 litros de capacidad. No es el más barato del mercado - de hecho, WMF son productos caros -, y nos costará alrededor de 30 €, sin embargo estamos ante un producto de indudable calidad. Fabricado en Alemania - supuestamente, aunque por ningún lado incluya un "Made in Germany" - , el asa va soldada y, al contrario que vimos con algunos productos del fabricante español Ibili, los alemanes de WMF no remachan "sin mas" el asa, sino que está soldado sobre la superficie. Las ventajas de esto son muchas: el asa no se afloja, y además el cazo no se perfora, al no haber remaches. El único inconveniente es que transmite el calor más directamente, por lo que al cocinar con este tipo de cazos hay que tener cuidado y coger el asa con un trapo/manopla. Aún así, el diseño que WMF le ha dado al asa o mango tiene una forma con espacio libre muy separado, para contribuir a que el calor se libere más rápidamente y se refrigere el asa.

Respecto a WMF, es una marca legendaria en Alemania: llevan en el mercado nada menos que desde 1853, y su Cromargan data del año 1930, por lo que no estamos hablando de una aleación de reciente aparición, ni algo que ofrezcan solo por moda. Fueron también los primeros en ofrecer una máquina de café completamente automática en el mundo (en el año 1969), y en el 2006, con toda este cambio de marcas y lo difícil que lo tienen este tipo de compañías frente a la competencia asiática (principalmente china), adquieren las marcas Alfi, Auerhahn, HEPP, Kaiser, Schaerer y Silit.

Aunque con inicios alemanes, en 2012 WMF es adquirida por el fondo de inversión Kohlberg Kravis Roberts, el cual la vendió hace tres año (en 2016) a la multinacional francesa Groupe SEB (Société d'Emboutissage de Bourgogne). Es cierto que su cuartel general - y factoría - la mantienen en Alemania (en Geislingen an der Steige), pero por desgracia, hoy la mayoría de los productos de SEB se fabrican en China.
























| Redacción: Duraderos.cc / Duraderos.blogspot.com