Los problemas a los que se van a enfrentar quienes se acojan a la nueva ley trans



La nueva ley transgénero puede que suponga todo un avance para la comunidad LGTBI en España, pero sin embargo ni muchísimo menos va a estar exenta de problemas en la vida cotidiana. Y no me refiero con ello a los problemas de índole identitario, que es algo que la comunidad de este colectivo ya tiene bastante asumido y con lo que lleva décadas luchando, sino de índole que, precisamente, va a surgir de esa ley. Una de las innovaciones que trae consigo esa ley es la de poder cambiar de sexo en el registro civil, con la sola petición de la persona interesada. Es decir, si uno ha nacido hombre, puede poner que es mujer (o que se siente mujer), y viceversa. Pero además, en los impresos para realizar ese cambio se dará al interesado la oportunidad de cambiar de nombre, lo cual es magnífico, porque hasta ahora cambiar el nombre en España era un proceso arduo, difícil y largo, y no todas veces se conseguía (yo lo he sufrido).

O sea, con la nueva ley, si te llamas Jorge puedes ponerte de nombre Jorgina, o al contrario. Esto en teoría es magnífico, pero en la práctica es otro cantar. No solo me refiero a que tendrás que cambiar tu nombre en una lista interminable de papeles, y con una interminable procesión por estamentos oficiales arriba y abajo (que te cambien el nombre en el registro es solo el principio, en el resto de cosas tendrás que ir a cambiarlo tú). A mí me llevó varios años cambiarlo en todos los documentos y sitios donde lo tenía y aún hoy, en algunos sitios sigue sin cambiarse porque, simplemente, aseguran que materialmente no puede hacerse. Así que cuidado, porque si te pones Jorgina, en muchos sitios tendrás que seguir llamándote Jorge, quieras o no, y aunque te hayan cambiado en el registro civil o no. Así está montado esto.




Lo peor es que, como tu nombre legal ahora es otro, en los sitios donde se haya quedado tu nombre "antiguo" tendrás que ir con el papel del juzgado, ese que dice que antes eras de otro sexo, con la consiguiente sorna y gracieta del funcionario de turno. Por ejemplo, no podrás cambiar tu nombre en el Servicio de Empleo (SEPE). Sus bases de datos, al parecer, no admiten cambios de nombre (eso me aseguraron), y a día de hoy tengo que seguir usando ahí mi nombre antiguo. Cuando acudes a una de esas oficinas, tendrás que ir con tus documentos del juzgado para que verifiquen que antes estabas con otro nombre, y con otro sexo. Imagínate la que vas a montar como te toque algún funcionario "chapado a la antigua" o de la siglas de ese partido de ultraderecha que todos conocemos; vamos que en lugar de resolverte el asunto por el que vayas en cinco minutos, te hará marearte para fastidiarte. Solo porque le caes mal por ser "trans", gay, o lo que sea.

Incluso en administraciones públicas del PSOE tampoco podrás cambiarlo. Por ejemplo, la Administración del Principado de Asturias tienen todos sus negociados con el nombre antiguo, y no dejan cambiar al nombre que te hayas puesto. Así que para cualquier cosa (oposiciones, informes médicos...), deberás ir también con el papel del juzgado. Eso sin mencionar la de vueltas que vas a tener que dar para modificarlo en la Seguridad Social (solicitarlo en la Delegación, luego ir a la Consejería correspondiente que tenga las competencias, de vuelta a la Delegación con el cambio certificado de la Consejería, y luego ellos te dan más papeles para que vayas al Centro de Salud correspondiente y lo pidan desde allí... NO existe un lugar centralizado).

Curiosamente donde más fácil me resultó cambiarlo (o mejor dicho, que asumieran y reconocieran que lo tenía ya cambiado) fue el ayuntamiento, en el resto de sitios de la Administración, tanto central como autonómica, tras casi cinco años con el nombre nuevo, sigo teniendo que usar dos nombres, y acabas como si tuvieras dos personalidades. En una ocasión le dije a una funcionaria que esto no podía seguir así, y me contestó que asumiera el hecho de que a partir de ahora tenía como un "segundo carnet" que eran los papeles del juzgado, con los que tendría que ir a todas partes, con el nombre antiguo.

De manera que todos los que os entusiasméis con esta nueva ley y os dispongáis a cambiar de sexo y/o de nombre, tened muy en cuenta esto: que os lo cambien en el juzgado no supone "per se" (que debería ser así, pero no) el cambio en el resto de identificaciones y documentos que uséis, ni en el resto de procesos administrativos u oficiales. Ni muchísimo menos. En muchos sitios tendréis que usar los dos nombres, los dos sexos... Y con papeles todo ello. Vamos, que tal como está montado esto en España, es un auténtico caos. Y el lío que se va a montar con esta nueva ley trans, mucho más.

Lo lógico sería que los juzgados pudieran modificar nuestro nombre (o mandar hacerlo) en todas las bases de datos de la Administración, pero esto no es así, y de momento no va a ser así. Mucho cuidado, por tanto, los que penséis en cambiaros de nombre y de sexo, porque no sabéis dónde os vais a meter. Y si estábais pensando en hacerlo para pasar como de otro sexo por todos lados, conseguiréis todo lo contrario: que cualquier "soplagaitas" sepa vuestro sexo o identidad actual, y la antigua. Y eso os puede meter en más de un lío.

| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com




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2 comentarios :

  1. Aixx, los registros civiles y los juzgados. Mejor no entrar en ese tema.

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  2. Anónimo27.6.21

    Menudo desmadre, los compadezco. Y se puede prestar tambien para que los delincuentes hagan de las suyas, me parece, Ojalá este equivocado.

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