Vemos muy habitualmente por las redes sociales cómo un gran número de dibujantes, y de bocetistas, llevan consigo una cajita, la mayoría de las veces metálica, en la cual suelen meter sus lápices acuarelables, y los instrumentos más básicos con los que dibujan.
Hace años yo llevaba también algo así pero, sin embargo, ya no lo uso porque esas cajas son un estorbo, hacen mucho ruido al moverte y son terriblemente molestas. En su lugar, uso una caja mucho más cómoda: las que se utilizan para meter los discos duros portátiles. Son cajas acolchadas, ligeras, y con exterior duro, por lo que sirven perfectamente para apoyarse. Además, tienen un precio muy competitivo, en mi caso la que uso de Tooq no llega a los diez euros, y se pueden elegir en diversos tonos de color.
En su interior llevo los útiles más básicos para dibujar (no me gusta cargar con muchos elementos), un fineliner Uni Pin específico de rotulación y dibujo, un bolígrafo de tinta carmesí Uni-ball Eye, varios lápices - tres en concreto, de diferente grado -, una goma de borrar pequeña, el sacapuntas, y dos cuadernos: uno de bocetos, y una libreta pequeña de jaculatorias escritas por mí.
Además, llevo también un plastidecor que me han regalado en mi color favorito, ya que a veces me gusta dibujar con trazos suaves como el carbonillo, y el plastidecor los simula o asemeja muy bien.
El dibujo, ese importante medio de expresión artística
Llevo dibujando desde que tengo uso de razón. Creo que ya conté en alguna ocasión como, de pequeño, cuando no era tan habitual que nuestros héroes favoritos salieran en láminas o fotografías, me dedicaba a hacer encargos de dibujos que me pedían los otros niños en el colegio, la mayoría de las veces eran Spiderman, Mazinger-Z, o Superman (mi preferido era Superman, pero no le hacía ascos al resto).
Ya sabéis que por lo general en las clases cada niño tenía unas habilidades en las cuales destacaba. A unos les iba el atletismo, otros eran muy buenos jugando al fútbol, otros cantando... Yo lo era dibujando. Cuando me ponía a dibujar a veces era un poco agobiante porque llegaban los otros niños corriendo y gritando diciendo: "¡Está dibujando!", "¡está dibujando!", y se acababa formando tal cantidad de curiosos en torno a mí que a veces tenían que acudir los profesores a dispersarlos.
Aunque no me acabé dedicando profesionalmente a ello (la profesión de dibujante hoy está prácticamente extinta, hay muy pocos que puedan vivir de esto), sí que estudié diseño por ordenador, y en materia de informática también he tenido bastante éxito diseñando banners, carteles, o catálogos.
Sin embargo nunca he dejado el dibujo, aunque cada vez me dedico más a bocetos libres, a formas poco definidas que expresen más el concepto del objeto y sus formas difusamente, un poco al dibujo abstracto más que al objeto en sí, más que nada porque para copiar fielmente un objeto ya tenemos cámaras de fotos en todas partes (incluso en nuestros móviles) que realizan imágenes mucho mejores y más fieles del objeto en sí, y de una manera más rápida que el dibujo.
Lo bueno del dibujo es que puede plasmar elementos particulares, formas y sutilezas, que en una cámara es mucho más difícil de hacer. Es decir, puede enfatizar el arte como tal, y no solo la belleza del diseño del objeto en cuestión.
Últimamente me he centrado mucho en relojería, especialmente realizando bocetos de modelos de Casio, atrayendo hacia ellos, o intentando hacerlo, su lado más imaginativo e inspirador. Repito que no son reflejos fieles, solo persiguiendo eso: su parte más artística.
| Redacción: esRevistas.com / esRevistas.blogspot.com
Me encanta la ilustración del AL-190. Y lo de la cajita de discos duros, es una buena idea.
ResponderEliminarGracias. De hecho la mayoría de veces que dibujo lo hago para evadirme, profesionalmente uno con la ilustración se come bastante los mocos (el diseño por ordenador lo ha inundado todo). No digo nada, eso me permite hacer las pijadas que con un ordenador no se pueden hacer.
EliminarLa cajita de discos duros es muy útil, sí. Ojalá hubieran existido hace años :D