No me gusta el fútbol, y mucho menos por la radio, me resulta soporífero y aburrido. Quizá porque mi padre se pasaba los domingos por la tarde escuchando el carrusel de RNE (su emisora preferida y a la que siempre le fue fiel, aunque hoy habría que llamarle "tablero deportivo" por aquello de los "copyrights", ya que, como sabéis, el término de "programa carrusel" es de la SER), y quizá por eso quedé hasta "el moño" de fútbol. Pero es verdad que, aunque los carruseles deportivos sea aún hoy uno de los espacios que más beneficios aportan a las grandes cadenas de radio, sus oyentes están en caída vertiginosa e imparable.
Normalmente cuando pasaba por los parques en mi ciudad no era nada extraño encontrarte con ancianos escuchando los partidos por la radio, pero a medida que esos ancianos van desapareciendo, esa práctica también cae en desuso y cada vez es más raro verte con un señor con el receptor en la mano oyendo los partidos.