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Los fraudes más comunes en la relojería mecánica



Ayer Guti me hablaba de un reloj que, a priori, era una auténtica delicia: calibre con movimiento manual (de esos que, por desgracia, tan poco se ven hoy), hecho en Suiza, cristal de zafiro antirreflejos, diseño de gran visibilidad y armis de tipo Bonklip. Todo ello en un reloj que rememora a los del ejército británico de los años cuarenta. Su precio estaba a la altura de lo elitista del modelo: 700 € (690 €, en concreto, nada menos).

Sin embargo, resulta que su fabricante "no lo había contado todo", y había hecho algo que, por desgracia, es práctica tan habitual en la relojería mecánica, y es ocultar mucha información sobre su construcción. Así, no contaban en las especificaciones que la corona iba roscada, que es un incordio cuando a un reloj tienes que darle cuerda cada día. Más aún: la cuerda no tenía tope, así que no sabías cuándo lo tenías ya totalmente cargado (podías estar dándole cuerda todo el día, y el reloj seguiría tal cual..., supongo que a su fabricante le daría igual). Y encima, la corona tenía una posición "fantasma", y no, no es que les haya sobrado tija, es que sencillamente el calibre era con ventana fechadora, que le habían tapado artificialmente.

Es decir, que uno compra una cosa, espera una cosa, y se encuentra con un batiburrillo de despropósitos totalmente diferente y un poco (o bastante) desagradable.

Por qué no deberías abrir una cuenta en Payoneer



La firma con el anodino nombre de "First Century Bank" tenía un servicio bastante atractivo denominado Payoneer, que actuaba como un banco online desde los Estados Unidos. Desde hace años utilizaba una cuenta en ese sitio, la abrí porque Amazon no trabajaba con PayPal y, tiempo después, la dejé abierta sin más. Tenían cosas interesantes, presumían de ofrecerte una tarjeta de crédito gratuita (MasterCard), y una cuota de mantenimiento muy competitiva e interesante, mucho más que los bancos tradicionales o "físicos". Claro que no era oro todo lo que relucía, de algo sacaban los beneficios, y eran precisamente de las altísimas comisiones que te metían, no solo al utilizar la tarjeta de crédito, sino con cualquier operación bancaria de pago, imposición o tipo de operación, ellos se quedaban con un porcentaje altísimo de la cantidad que movieras. Si como yo, movías muy poco dinero durante el año (antes lo usaba para renovar los dominios), te compensaba. De lo contrario, pues no.

Todo iba bien hasta que, a principios de este año me pidieron una serie de documentos porque, al parecer, la ley europea les obligaba. Se los envié, y tan contentos. Hará cuestión de un par de meses, los de Payoneer se ponen de nuevo en contacto conmigo. Por diversas razones (supongo que por cuestiones de beneficios) les compensa abrir un banco o filial europea, y lo hacen, cómo no, en Irlanda, con el fin de pagar los menos impuestos posible. Allí trasladan sus operaciones, y escudándose ahora en el Brexit, me piden más datos personales, fotocopias, y una serie de documentos que, la verdad, ni me apetece darles. Como opción, si no quieres hacerlo te daban la oportunidad de cerrar tu cuenta. Y ahí empieza mi osadía y los quebraderos de cabeza.